Review FIFA 10 Xbox 360 / Playstation 3

Tras desgastar el balón virtual de FIFA 10, romper unas cuantas defensas y hacer aplaudir al público por el espectáculo ofrecido, estoy en disposición de resumir en unos pocos párrafos lo que se encontrará el potencial comprador de la nueva entrega del simulador. Simulador, una palabra que se habrá usado cientos de veces en vano. No es el caso. EA Sports ha focalizado su esfuerzo en pulir todo aquello que, de una u otra manera, podía chirriar en la entrega del pasado año. El resultado final acorta un poco más la barrera entre lo real y lo virtual, incrementado el reto y la diversión.

Porque uno escucha eso del control de trescientos sesenta grados y parece sonar a chino, pero una vez que estemos a ras de césped, convendréis conmigo en que el desarrollo del juego ha cambiado ostensiblemente: cuesta mucho más realizar giros con el balón, a la vez que podemos aprovecharnos mejor de los controles orientados, los centros sobre la cal o, esencial, la protección del balón y el cuerpo a cuerpo. Asombra ver cómo puede variar el transcurso de las jugadas, si las comparamos con las de FIFA 09. Lo que antes era un sprint larguísimo de Cristiano Ronaldo prácticamente imparable, ahora puede venir truncado por una carga con el hombro a tiempo por parte del defensa, o acabar con el portugués por los suelos y la consiguiente falta. Se hace complicado resumir en un párrafo todo lo que conlleva este sistema de físicas, pero se me antoja como la mejor incorporación de FIFA 10.

Sin embargo, este arma tiene un doble filo. Si antes ya eran notablemente apreciables las diferencias entre los equipos más poderosos del juego y el resto, ahora lo es todavía más. Jugar con el Barcelona, por ejemplo, nos puede garantizar el salir victoriosos de la mayoría de los envites cuerpo a cuerpo, proporcionándonos una ventaja clamorosa si sabemos utilizarla. Por eso, sigo diciendo que los partidos entre equipos de cuatro estrellas, como el Atleti o el Valencia, siguen siendo los más intensos y entretenidos del juego. De todos modos, los partidos salen, por línea general, mucho más disputados que antaño. A no ser que la diferencia entre la habilidad de los que juegan sea abismal, resultará mucho más complicado lograr abultadas victorias. Los porteros han mejorado, contribuyendo con grandes reflejos y salidas de meta mucho más firmes y decididas que antes.

Otros aspectos mejorados también repercuten activamente en la jugabilidad. El añadido de animaciones a la hora de controlar el balón o de pegarle al esférico en infinidad de posturas distintas logran una fluidez y un realismo muy elevados, algo que notaremos, por ejemplo, en movimientos como el one-touch (control orientado de un balón con el stick derecho), o en los autopases, que dejarán en bragas al defensa si logramos efectuarlo en el momento adecuado. Sacar rápido las faltas también contribuye a esta fluidez, aunque para el  FIFA 11 espero que se pueda hacer con todas las faltas, además de fueras de juego y banda.

Por su parte, la física del balón mejora en los disparos lejanos, que ganan más potencia, y más aún en los balones bombeados, siendo posible lograr cambios de juego que por fin sirven para algo, puesto que el balón pesa más. A mejorar, una vez más, la poderosa influencia que ejercen los postes sobre los tiros potentes: deberían haber más tiros que salgan fuera y evitarse esta acumulación de palos, que por cierto, me han hecho perder hace media hora un partido con el potrero sevillista Spidey. Otro tema que se ha suavizado quizás demasiado es el lanzamiento de faltas, que parece más sencillo de materializar… porque lo de crear jugadas ensayadas es la ostia, pero si tirando a la escuadra tenemos un alto porcentaje de acierto, pues fijo que se utilizan menos…

En cuanto al ritmo de juego, puede darnos la impresión en un primer momento de que el ritmo de juego ha disminuido respecto al año anterior. En realidad, el desplazamiento de balón sigue corriendo a la misma velocidad que en FIFA 10, pero como os he comentado antes, la adición de los movimientos en 360 grados propicia que los giros y cambios de dirección cuesten más que antes, ralentizando el tempo de juego si nos dedicamos a controlar y proteger el balón, y siendo posible acelerar el ritmo del partido si contamos con jugadores muy rápidos, o si nos decidimos a combinar el balón al primer toque, en aquel tikitaka que tanto le gustaba proclamar a cierto señor que un día decidió alegrarnos las retransmisiones futboleras, y al que ya se le echa de menos.

Nos esperan muchas sesiones de fútbol; el modo cara a cara online sigue rindiendo a la perfección, sin rastro de lag, y por fin cuenta con un ranking comprensible y actualizado al instante en el que nuestro nivel de fútbol irá ascendiendo o descenciendo disputando partidos, valorándose los goles marcados, dejar la puerta a cero o la diferencia de valoración entre los equipos escogidos. Novedades positivas en modos de juego serán el poder introducir nuestro rostro en el jugador del Virtual Pro -el Be a Pro de este año-, o un manager con más opciones que nunca. Sin embargo, no me ha gustado que el Live Season de FIFA 10 sea de pago, descartándose a opción del pasado año de regalar un campeonato. Al menos, las plantillas siguen actualizándose semanalmente, de forma gratuita y eficiente. Una vez más, ejemplo a seguir.

Y es la combinación entre viejas fórmulas ya consolidadas que siguen funcionando a las mil maravillas, como la petición de desmarque manual -me resulta indispensable a estas alturas en un juego de fútbol-, sumadas al juego físico y cuerpo a cuerpo, a los 360 grados y a la nueva física, lo que derivan en una experiencia de juego tan satisfactoria como intensa, tan adictiva como realista. FIFA 09 era el mejor juego de fútbol de esta generación. FIFA 10 pule defectos, y aunque aún conserva ciertos desajustes, tiene todas las papeletas para revalidar el título.