La década de los ochenta vivía sus últimos años y los videojuegos para ordenadores de ocho bits comenzaban a flaquear en detrimento de las emergentes videoconsolas y de computadores tan poderosos como Atari ST o Amiga. Ante tal situación, los hermanos Ruiz, que capitaneaban la nave de Dinamic Software con rumbo firme, tomaron una decisión de peso: volvieron a la vieja ruta que antaño recorrieron desde los salones recreativos hacia el software de entretenimiento doméstico. Así pues, llegaron a un acuerdo con la empresa Inder, experta en manufacturar todo tipo de máquinas arcade, de modo que construirían una placa que pudiera albergar videojuegos nacidos en la factoría de ideas de Dinamic para sacarle posterior partido en forma de monedas de veinticinco pesetas.
Sin embargo, las máquinas que iban a nacer fruto de la relación mantenida entre Dinamic e Inder quedaron en un extraño limbo cuyos recuerdos parecían segmentarse por las mentes de algunos pocos privilegiados que juraban haber probado tres misteriosos títulos en algún bar perdido en las afueras de Madrid, o en una remota habitación enclavada en un rincón del parque de atracciones de la capital de España. Lo cierto y verdad es que fueron tres videojuegos los que Dinamic proyectó para su posterior lanzamiento en el universo del arcade: Mega Phoenix, After the War y Hammer Boy. Los tres compartían una premisa muy clara: seguirían idénticas pautas, en fondo y forma, a las que firmaban las versiones de tales juegos para ordenadores de dieciséis bits. El primero de ellos, el matamarcianos Mega Phoenix, era el único que había conseguido ser preservado hasta la fecha. De After the War se sabe bastante poco, más allá de que, quizá, con un poco de suerte, podía haber sido un título que hubiera cosechado un éxito moderado en los salones de finales de los ochenta.
Y llegó la sorpresa. La noticia saltó hace un puñado de semanas: Hammer Boy, por fin, sería jugable a través del volcado de su ROM y posterior ejecución en un emulador multimáquina, uniéndose a hallazgos recientes tales como Last KM de Zeus para Gaelco o Thunder Hoop Strikes Back de la propia Gaelco. La placa de Hammer Boy fue encontrada por Dan Dare, colaborador de la scene y creador del emulador ZX Dandanator. En el proceso de preservación de las memorias del título colaboraron Mario mad3001, el ilustre Juan Carlos Adonías, Habi, Cpcmaníaco y Robcgf. Para evitar cualquier problema legal, este maravilloso hallazgo ha contado con el beneplácito de Pablo Ruiz.
La versión arcade de Hammer Boy fue programada por el tándem Marcos Jourón y Antonio Ruiz, equipo que contó con los gráficos de Nacho Ruiz y Javier Cubedo, la música de José Antonio Martín y el trabajo de efectos FX por parte de Pablo Ariza. La placa sobre la que corría, al igual que el resto de circuitería ensamblada por Inder, contó con la colaboración de Daniel Rodríguez Pulpillo. El juego nos presentaba a un tío con melena rubia que no paraba de darle al mazo para evitar que los enemigos se le subieran a la chepa y conquistaran uno de los diversos escenarios en los que se situaba la acción. Hammer Boy no pasaría a la historia por su calidad y trasfondo, ya que emulaba las maneras y mecánicas de los viejos juegos de Game & Watch, un tipo de juego que, evidentemente, carecía de profundidad. Sin embargo, la mera noticia de haber podido tener acceso a él para poder emularlo casi treinta años después nos congratula en grado sumo.