Dentro de un corto espacio de tiempo, Topo Soft se lió la manta a la cabeza y lanzó una auténtica oleada de programas, allá por 1988. Siguiendo una filosofía de mercado totalmente opuesta a la de, por ejemplo, Opera Soft, se prefería la cantidad a la calidad. Aún así, considero a Rock’n Roller como un juego notable, simpaticón, que logra entretener durante una buena cantidad de tiempo y, albricias, su dificultad es relativamente asequible, al menos durante los primeros niveles de juego.
Nuestra misión no es otra que la de pilotar un vehículo por los distintos carriles de un circuito cerrado -a veces con el inicio y el final comunicado, al estilo Pac-Man-, mientras recogemos interrogantes del suelo. Dichos interrogantes pueden contener piezas de un prototipo de vehículo, lo cual hará que, tras recoger los seis repartidos por el circuito, pasemos de nivel. Sin embargo, estos interrogantes también pueden esconder otro tipo de items, ya sean beneficiosos, como una cápsula de gasolina, o perjudiciales, como coches enemigos.
Para haceros una idea de cómo se maneja Rock’n Roller, simplemente imaginaos a ese pedazo de clásico que fue el Rally-X de Namco. Rafael Gómez –Rafayo-, creador del mítico Mad Mix Game, tomó como inspiración dicho arcade, una pura fuente de adicción eclipsado, sin embargo, por el arrollador éxito contemporáneo de Pac-Man. Pues bien, en Rock’n Roller se desarrolla la acción con bastante más parsimonia, pero por lo demás es similar: debemos coger los ítems esquivando a los vehículos hostiles. Pero, para echarle más pimienta a la cosa, existían más elementos en juego.
Por ejemplo, cruzar un paso de peatones cuando el semáforo se iluminaba en STOP -no digo en rojo porque la versión MSX era absolutamente monocroma, ¡una lástima!-, equivalía a ser aplastados por un trailer que salía de la nada, perdiendo una vida. Nótese el componente didáctico con este detalle. Por otro lado, nuestro vehículo podía escupir humo para aturdir a nuestros perseguidores, aunque a costa de perder cierta cantidad de combustible, el cual debíamos recargar periódicamente en las gasolineras repartidas por el mapa.
El momento más espectacular del juego se producía cuando enfilábamos una autopista de varios carriles y aparecía, por la parte inferior de la pantalla, un enorme helicóptero que nos perseguía durante todo el trayecto, disparándonos unos cuantos misiles con pérfidas intenciones. En teoría, si soltabas humo en este momento, hacías que los proyectiles confundieran su trayectoria, aunque personalmente, esta táctica no me sirvió de mucho en su día…
Como detalles curiosos, comentar que podíamos ver carteles de publicidad repartidos por los escenarios, aunque no eran del todo reales: la famosa bebida alcohólica «Martín«, el refrescante y burbujeante «Coko» o la prestigiosa marca de combustible «Shall«.
Rock’n Roller tenía una notable duración, ya que existían un total de 30 circuitos. Echadle un vistazo a este mapa gigantesco. Algunos eran bastante rápidos de completar, pero los más avanzados eran un auténtico infierno, plagados de minas, enemigos y puentes de dudosa construcción. Y por supuesto, cómo no, la marchosa composición de Gominolas poniéndole ambiente al asunto. O mejor dicho, marcándose unas coplillas 😀