La obra magna de Alcachofa Soft me ha satisfecho de principio a fin, resultando una de las aventuras gráficas más entretenidas e interesantes que haya podido probar en los últimos años, sino la que más. En un género en el que cada vez cuesta más poder contemplar siquiera una porción de la magia que destiló su época dorada con LucasArts al frente, los misterios de la Abadía son un buen punto de apoyo para remontarse de nuevo hacia aquellos maravillosos años.
Puede que tenga mucho que ver el origen de esta aventura, puesto que hacen ya bastantes años que Emilio de Paz gestara The Abbey. La historia, los personajes, los guiños hacia otros clásicos… el trabajo de diseño estaba prácticamente finiquitado, pero el alma máter de Alcachofa Soft quería contar con los medios suficientes para construir un juego capaz de deslumbrar a todo aquel aventurero que osara adentrarse en él.
De este modo, mientras Alcachofa creaba incesantes aventuras de Mortadelo, se iban apilando los granitos de arena hasta ser capaz de levantar la admirable figura compuesta en The Abbey. Las referencias más obvias para el juego son La Abadía del Crimen y el personaje de Sherlock Holmes. Del juego del mítico Paco Menéndez se tomó gran parte de la ambientación, mientras que el avatar que manejamos en el juego, Fray Leonardo, es una mezcla explosiva entre el persistente Guillermo de Occam y el sagaz detective creado por Conan Doyle.
Los que un día disfrutaron con la aventura que distribuyó Opera Soft, seran capaces de reconocer múltiples guiños al original; nada más entrar en la Abadía, el abad nos librará de tener que acudir a los oficios, algo que en la Abadía del Crimen era un auténtico tormento. De todas formas, frases míticas como «Os ordeno que vengáis» se filtrarán dentro de la historia, una historia bien construida, plagada de crímenes, falsos culpables y sorprendentes giros, a la altura de la calidad que rezuma todo el juego.
Como aventura gráfica, The Abbey es todo un homenaje al clásico Point & Click de toda la vida; despojado de todos los artificios que algunas aventuras modernas han intentado implantar sin ningún éxito, el quid de la cuestión en el juego no es más que ir avanzando en la historia recogiendo objetos para utilizarlos en su justo momento, mientras que investigamos los sucesos que se van desencadenando hasta llegar al clímax final.
El apartado técnico es bastante notable, puesto que se mezclan dibujos a mano y fondos prerrendizados en las distintas estancias de la Abadía, con un engine gráfico tridimensional que gestiona la iluminación y anima con bastante solvencia a los personajes, dotándolos de sombras y relieve, acercándolos a una película de animación.
Todo funciona mejor gracias al excelente trabajo de diseño, en el que se ha cuidado cada plano y cada enfoque para dar la sensación adecuada de profundidad en cada momento. El único momento en el que flaquea este apartado se trata de los vídeos, que bajan bastante la calidad general; es extraño que dichas escenas no se hayan realizado con el propio motor, con lo potente que resulta.
Por su parte, la banda sonora, compuesta en su totalidad por Emilio de Paz, es una auténtica obra maestra. La mezcla de melodías e instrumentos de corte medieval y los coros religiosos, interpretada majestuosamente por la Filarmónica de Praga, conforman un conjunto que perdurará mucho tiempo en nuestros oídos. Al nivel de cualquier producción de las denominadas triple A.
Jugablemente, The Abbey encierra una mecánica eminentemente lógica, donde nuestras pesquisas avanzarán haciendo un uso bastante deductivo y razonable de los objetos, además de un considerable acopio de información a través de nuestras inquisidoras preguntas -y escojo dicho adjetivo con cierto sentido que no puedo desvelaros-. Viajar por la Abadía se hace rápido y sencillo gracias a atajos como el doble click para tomar directamente la salida marcada por el ratón, o navegando a través del plano del recinto.
El aspecto más flojo del juego reside en la duración del mismo; se nos antojará algo corto, y seguramente nos quedamos con ganas de más, aunque hay que decir que la recta final del mismo posee un ritmo in crescendo digno de alabanza. También echo de menos una mayor cantidad de puzzles, más retorcidos y más inspirados que los que nos encontraremos en la historia.
Por último, me quito el sombrero ante Ramón Langa y el resto de actores de doblaje que han intervenido en el juego. La clásica voz de Bruce Willis es capaz de cambiar su habitual registro y encarnar al investigador, dotándole de reflexión, humor negro y hasta de momentos de monumental cabreo, sobre todo provocados por Bruno, su novicio; precisamente, Bruno resulta ser una antítesis total del inteligente Adzo de El Nombre de la Rosa.
Bruno cuenta con un doblaje muy especial, logrando sacar de sus casillas tanto a Leonardo como a nosotros mismos, aunque dicho doblaje resulta demasiado forzado. El resto de personajes cuenta con una excelente interpretación.
Conclusión
The Abbey es un producto muy notable, un auténtico regreso al esplendoroso pasado de la Aventura Gráfica. Excelente en términos de diseño, accesible para todos los públicos y con una historia muy currada, forjada a lo largo de muchos años; que su escasa dificultad y la ausencia de puzzles desafiantes no empañe la gran obra de Emilio de Paz, Santiago Lancha y Daniel Iborra. Gracias a ellos por devolver un poco de lustre al género y por hacernos recordar, una vez más, el inolvidable trabajo de Paco Menéndez.