Ubisoft me dio la oportunidad de probar la última iteración de Soul Calibur, su entrada en la Next-Gen, en una explosiva amalgama de afilado acero, técnicas de combate y caballeros Jedi. La obra de Namco no ha innovado en demasía, y sus anteriores encuentros en la pasada generación sirven como punto de apoyo totalmente válido. ¿Merece la pena entonces?
Con armas y a lo loco
El argumento del juego se basa en la confrontación que representan las dos espadas protagonistas de la saga, la Soul Calibur y la Soul Edge, o el bien y el mal si así se prefiere. En medio de tales turbulencias, entremezclados con viejos conocidos como Kilik, Cervantes, Ivy o Voldo, y nuevos rostros como Scheherezade, aparecen las dos balanzas de la fuerza, provenientes de una galaxia muy, muy lejana. A mí siguen sin cuadrarme dentro del contexto histórico del juego.
Aún así, hay que reconocer que es gratificante controlar a la arrolladora fuerza de Darth Vader, o jugar con el adversario una y otra vez mientras el viejo Yoda adivina sus movimientos. Incluso el aprendiz Sith del reciente juego de Activision, El Poder la Fuerza, será de la partida una vez lo derrotemos.
Antes he comentado que Soul Calibur IV no innova. No lo hace, al menos dentro del género, pero sí es cierto que nos encontraremos con varias novedades respecto a otras entregas de la saga. Por ejemplo, cada personaje puede aniquilar al instante al adversario con un movimiento final, si llega a acumular suficientes golpes bloqueados por el contrincante. En principio parece que favorece el juego ofensivo, aunque en la práctica pocas veces se lleva a cabo, ya que el combate suele ser más rápido en acabar que en rellenar el medidor de «Fatality« Alma.
Otra novedad puede considerarse el tag-team que en más de una ocasión nos propondrá sus modos de juego. Con una sola pulsación de gatillo cambiaremos al instante a nuestro luchador titular. Mover el banquillo refrescará las ostias que repartamos, y otorga un punto de dinamismo al combate que, aunque ya lo hayamos visto decenas de veces en otros juegos, sigue funcionando igual de bien.
Otro punto a destacar, por lo novedoso, concierne a la posibilidad de destruir partes de la armadura de cada luchador. Con la combinación de golpes adecuada podremos dejar al descubierto al rival, haciendo que los siguientes impactos sean aún más devastadores, y enriqueciendo la experiencia visual, ya espectacular de por sí.
Y sin embargo, la mayor novedad no lo es en absoluto, al menos a primera vista. Ya pudimos probar un completo editor de personajes en la anterior entrega… pero es que lo que podemos hacer en Soul Calibur IV supera todo lo visto hasta el momento en términos de posibilidades creativas. Basta con ver a M. Bison, Conan, Ryu, Ganondorf, el increíble Hulk… creaciones de la comunidad que comparten estilo de combate con alguno de los luchadores ya creados y que pueden ser utilizados en todo momento, incluso para zurrar a los colegas en el Online, un modo que extenderá aún más la duración del título.
No puede negarse que Soul Calibur IV sea un excelente juego de lucha. En este análisis ya van unas pocas de virtudes mencionadas, y a bote pronto, no se me ocurre ningún defecto que no pueda ser tumbado sin contemplaciones por Vader o Yoda -depende del color del sable de luz de tu consola-. Pero es curioso y a la vez me deja harto pensativo… y es que acaba de salir en el Bazar de Xbox Live el mítico Soul Calibur de Dreamcast. Y a mí me sigue pareciendo insuperable… diez años después y tras dos exitosas generaciones de consolas. Y me temo que no es una opinión aislada.
Tecnología afilada
El apartado gráfico destaca sobremanera en los personajes, con un detalle y texturización superior. Por lo demás, puede decirse que estamos ante uno de los clásicos lavados High Definition, incluyendo a los escenarios, claramente inferiores al detalle de los luchadores, y a las animaciones, en ocasiones algo forzadas pero siempre fluidas y a unos lustrosos 60 Frames por segundo.
Por su parte, el apartado sonoro nos transportará de nuevo a las míticas melodías de la saga, en conjunción con alguna pieza nueva que no desentona en el conjunto, el cual exhibe efectos de sonido contundentes y variados.
Conclusión
Soul Calibur IV sigue manteniendo los elevados niveles de calidad de la saga, y aporta detalles dignos de alabanza, en especial el tag-team, la posibilidad de quebrar la armadura del rival o el infinito editor de personajes. Además, el modo online nos permitirá por fin medir nuestras fuerzas con cualquier persona y además poner a prueba nuestros propios Frankensteins de la espada afilada.
Sin embargo, la escasez de modos de juego -la Torre de las Almas perdidas no aporta demasiado respecto a modos anteriores vistos en la saga- y, sobre todo, de innovación en el sistema de juego, deja a Soul Calibur IV algo distante de lo que debería ser una actualización de la saga en toda regla para la Next-Gen. Aún así, contentará a los fans sin ninguna duda, y debe ser considerado como uno de los mejores juegos de lucha que hayan aparecido en los últimos tiempos.