Pues nada, compañeras y compañeros, desearos que paséis unos días en familia, rodeado de todos los que queréis, y que os traigan muchos juegos tanto Papá Noel como los Reyes Magos. Dadle al cava, al Ron Legendario como yo, pero siempre con moderación, y como se suele decir, no hagáis nada que yo no haría.
Autor: Pedja
Cuando Guybrush llegó a Cozumel
Poco pensaría Andrés Samudio y su equipo de Aventuras AD, tras colocar a Doc Monro a merced de los tiburones que rondaban la costa de Cozumel, que después de sus aventuras en aquella desconocida tierra, de más cultura Maya que piratesca, el mismísimo Guybrush Threepwood en persona pondría pie en la Isla de Las Golondrinas para ver las maravillas del pueblo de San Miguel, oler el penetrante aroma de las olas del Caribe mojando la arena, saborear la habanera comida cozumeleña, oír sin descanso el rugir de la multitud de voces que recorren sus calles y tocar con sus propias manos el templo de la sagrada diosa de la fertilidad maya, Ixchel.
Fue en 1.990 cuando aquella aventura conversacional tocó el cielo para gloria de sus desarrolladores, dejando para siempre ecos de su gran recuerdo para todo aquel que se preciara a disfrutarla en su época. Aquel niño de 12 años que jugando con Cozumel dejó volar la imaginación hasta convertirse poco más tarde en todo un pirata con Monkey Island, se casó 18 años después, treintena ya celebrada a sus espaldas. Como viaje de novios iba a vivir la aventura más real jamás jugada: hoy os voy a contar mi viaje a Cozumel, y estableciendo un paralelismo con aquel gráfico-conversacional, veréis como descubrí in situ muchos secretos que jamás pude alcanzar a través de la pantalla.
El viaje comienza
La verdad es que Doc Monro no llegó con muy buen pie a la isla. De hecho, se valió de sus poderosos bíceps y fuertes gemelos para poder nadar hasta la costa, donde llegó calado hasta los huesos y sin más atuendo que sus desaguisados pelos y su raída barba de tres días, y con la única compañía de una poderosa soledad. Yo por el contrario, abandoné la península del Yucatán en el enlace marítimo rutinario, el ferry de la población de Playa del Carmen, disfrutando del vaivén del Caribe y cuarenta minutos después, puse por vez primera pie sobre Cozumel, sintiéndome como deseé siempre: más aventurero que nunca.
Así pues, y recordando mientras caminaba por allí mis visitas a Cozumel cuando era niño a través del Spectrum, hacía una comparativa mental entre el juego y la realidad que me iba encontrando, por lo que cada paso que daba y cada nueva imagen que captaban mis ojos, era igual que teclear un punto cardinal y leer una nueva descripción de pantalla.
Dicho esto pude comprobar enseguida que la distribución de los diferentes puntos de interés de la isla en el juego están de manera totalmente desordenada con respecto a la realidad, por lo que al querer moverme por la isla mapa en mano, iba descubriendo con asombro como la playa se extiende de norte a sur (y no de este a oeste), como el pueblito principal se adentra en la isla hacia el este (y no hacia el sur), y como el templo de la diosa Ixchel se encuentra en el noreste de la isla (y no al sureste), entre otros.
Obviamente, los chicos de AD hicieron el mapa del juego sin pensar que alguien algún día le sacaría punta, ya supieran la localización exacta de los entresijos de la isla o no, pero no deja de resultar curioso la forma en la que llegas a tener un mapa de Cozumel dibujado en la mente durante años y al llegar a ella tener que reorganizarlo para poder moverte bien por allí.
En aquel viejo televisor conectado al Spectrum, y después de huir de un amenazante tiburón (que curiosamente encontré en persona más tarde en una plaza en la isla), los primeros pasos de mi alter ego en 48k, serían dados sobre la arena de la playa hasta llegar a un embarcadero, donde, tras examinar concienzudamente las decrépitas canoas, hallaría unos pantalones cortos de su talla, para impedir que los habitantes de la isla lo señalaran como exhibicionista.
Como detalle significante cabe destacar que en la versión final de Spectrum, y al contrario que la demo jugable que la siempre bien recordada revista Microhobby un buen día ofreció, la localidad en donde se encontraban las canoas con el pantalón, carecía de gráfico alguno, como en muchas otras solo había texto. Obviamente, y con el desarrollo del juego, se incorporaron más tarde en la versión definitiva otros gráficos en otras localidades que por cuestiones de ¡oh! memoria mandaron al cajón del olvido el gráfico de las canoas, que hoy para nuestros lectores, rescato del baúl de los recuerdos aventureros.
Si alguien afila la vista, verá que el tipo de letra que se utilizó en esta demo jugable cambió en la versión definitiva, quizá para diferenciarla un poco de La Aventura Original. Este embarcadero frente al pueblito de la isla está realmente en la avenida Rafael Melgar, arteria principal del paseo marítimo de Cozumel y primera calle que se pisa en cuanto se arriba a la isla. Mi experiencia fue tan mágica que a los pocos minutos de llegar a Cozumel, encontré el embarcadero, encontré las canoas, e incluso los pantalones cortos sobre una de ellas.
Gracias a este tipo de juegos, pude vivir una experiencia fascinante. Normalmente cuando leemos un libro del que luego se hace una película tenemos una extraña sensación, ya que por costumbre, al ver las imágenes reales de algo que habías simplemente imaginado, tiendes a experimentar una cierta desilusión por encontrarte con algo diferente a lo que teníamos en mente.
En este caso, es todo lo contrario. Interactuar de niño con una aventura gráfico-conversacional ambientada en un lugar real que termina siendo el destino de tu viaje de bodas, y encontrarte cara a cara, con todo aquello que visitaste con la imaginación y jamás te llegaste a plantear que conocerías algún día, con imágenes vivas y no estáticas, que tienen sonidos, colores y olores es sencillamente un suspiro en mi corazón que sé que jamás volveré a sentir.
Un viejo conocido en la iglesia colonial
Esto se vuelve a justificar con mis ojos encharcados simplemente por estar de pie en la plaza de San Miguel de Cozumel, un hecho de lo más cotidiano y donde la más simple sencillez se magnifica hasta la más enorme grandeza. Esta plazoleta, es la misma que encontrábamos en el juego al sur del embarcadero, la de la fuente, y que da la bienvenida a la isla justamente tras cruzar la avenida del embarcadero.
Como nota curiosa cabe decir que NO existe ningún San Marcos en la isla de Cozumel. El nombre correcto es San Miguel, por lo que años después encontramos un pequeño desliz por parte de la buena gente de AD. No sería el único, pero de esto hablaré más adelante. La plaza de San Miguel de Cozumel es un lugar que rebosa vida; allí, la fuente que vemos en Spectrum es una preciosa fuente con una estatua de una caracola con cuerpo de mujer. En el juego, y al igual que en la realidad, la plaza de San Miguel es un lugar de paso y como tal, será visitado en más de una ocasión.
Una vez que la hemos atravesado y pocos metros después, ficción y realidad vuelven a coincidir para dar lugar a la pequeña iglesia colonial, donde sin ningún tipo de alarde y en contraste con el bullicio a pocos metros de distancia, el respeto y la quietud te tocan con su etéreo cuerpo con solo acercarte a la puerta de entrada. Cuando llegué y me asomé por su pórtico lateral no pude evitar sentir un precioso sentimiento de déjà vu, puesto que lo que tenía ante mis ojos no era otra cosa que la imagen real de lo que tenía en mi mente, la imagen de Spectrum que acompaña estas letras.
De todas formas, si hay algo sorprendente en el mundo es cuando la realidad supera la ficción, y si hay algo que supere esto todavía más, es cuando en un juego español de 1990, el cura de una iglesia de una isla del Caribe sea un personaje que necesita de un bastón para poder paliar su cojera y, en una visita real a esa isla 18 años después, te asomes a la iglesia del juego en cuestión y al ver al cura, sonrías como diciendo: “este debería ser el del juego” y que te sorprenda con sus torpes andares: cojeando.
De joyas, contrastes y mercadillos ambulantes
En las inmediaciones de la iglesia, al seguir vagabundeando por las pantallas de 48k, encontrábamos cuatro pantallas interconectadas que correspondían a un mercadillo, una red de tiendecitas vital para conseguir lo necesario para culminar con éxito la aventura. Cierto es que Cozumel está literalmente plagada de tiendas de todo tipo, pudiendo comprar una refrescante lata de Mirinda para paliar la sed que el verano caribeño regala a cualquier viandante.
Antes de marcharme definitivamente a ver qué ofrecían los pequeños comercios de la isla, observé la fachada principal de la iglesia y leí con cariño la placa que puede verse a la izquierda de la primera puerta, digna de un buen examen de historia. Haciendo un ejercicio de empatía, bien podríamos pensar que el bueno de Doc Monro fue capaz de leer esta placa mientras erraba por estos lares durante su aventura en la isla, pero los programadores del juego se la saltaron y solamente nos dejaron con una vista lateral de la iglesia. Aun así, aquí os la dejo imagen de la lápida tal y como es posible encontrarla en este preciso instante aguantando el paso del tiempo desde el 6 de mayo de 1951.
Ahora sí, ya de tiendas, es posible comprar todo tipo de artículos y regalos de recuerdo, llamando la atención el chile habanero y el chipoctle, debiendo evitar ambas salsas si no os lleváis bien con la comida picante. Eso sí, si alguna vez queréis ir a Cozumel y os gustan las joyas, habréis visitado el lugar correcto: haciendo un terrible contraste con las humildes tiendecitas de las calles que se adentran en San Miguel, en la avenida principal Rafael Melgar, paseo marítimo, es posible encontrar numerosísimas y lujosas joyerías, en donde, al igual que en las otras tiendas, los empleados te agasajan de manera insistente y agobiante desde la puerta de entrada al comercio para que te gastes tus euros, dólares o pesos.
La simplicidad se mezcla con lo elaborado de una manera casi chocante para el turista. Y no decir desde las primeras calles cercanas a la costa a los barrios que se encuentran un poco más adentro en la isla. La comparación es perfecta si decimos que en Cozumel es posible pasar caminando desde un lujoso y vivo paseo marítimo, donde decenas de turistas campan a sus anchas con el último modelo de cámara fotográfica al cuello mientras compran la sortija de su vida, al más triste y deprimido chabolismo donde los chicos corretean sucios y descalzos por las calles sin asfaltar, en menos de diez minutos caminando.
Rumbo al templo de Ixchel
Y como de caminar se trata en el juego, habrá que decir cerca de la plaza de San Miguel es posible tomar (que no coger, ¡ojo con el vocabulario en México!) un taxi que desde allí y en unos 20 minutos te llevará al destino clave en la aventura conversacional: las ruinas de San Gervasio, al noreste de la isla, donde se encuentra el templo de la diosa maya de, entre otras cosas, la fertilidad: IXCHEL.
Como podemos observar, aquí vienen otras dos grandes incongruencias que tiene el juego y que descubrimos solamente con la visita: las ruinas de San Gervasio están en el juego en el extremo suroeste de la isla, pero la realidad nos dice que están en el extremo noreste. Esto es un detalle sin importancia, pero ahora descubro que las botas que el maestro nos da en el juego deberían ser de primerísima calidad, pues no solamente tendrían que soportar picaduras de escorpiones sino caminatas de kilómetros y kilómetros desde un punto a otro.
Como no, el buen maestro había oído de la diosa pero no estaba muy bien documentado, puesto que recordamos que en su pizarra, con algunos caracteres borrosos tenía escrita las palabras IX CHELL, nombre que luego nos revelaría para, una vez pronunciado su nombre frente al templo, desapareciera el campo de fuerza y pudiéramos entrar en él.
El nombre correcto de la Diosa de Cozumel es IXCHEL, y es apasionante llegar al lugar y oír su historia de boca de una guía autóctona, pues descubrimos muchas cosas, como por ejemplo, que todas las mujeres mayas debían peregrinar a este templo al menos una vez en la vida, ya que aparte de la diosa del amor, es la diosa de la fertilidad, entre otras cosas.
Dieciocho años después, el círculo se cierra
Cuando llegué a las ruinas en persona, mis ojos estaban ávidos por encontrarse con aquella pantalla de Spectrum con templete de color amarillo, y cuando mi vista se dio de bruces con él, millones de imágenes desde que tenía 12 años hasta ese preciso momento pasaron por mi cabeza en menos de 2 segundos. Nos caracterizamos por intentar que los sueños se conviertan en realidad, y yo a mis 30 años puedo decir que logré estar en persona en el mismo sitio en el que ya estuve con la imaginación siendo un crío.
Era un momento mágico, por fin iba a estar frente al templo de la mismísima Ixchel, deseando no tener que pronunciar su nombre para desactivar ninguna fuerza misteriosa… Aún así, y preso de una locura aventurera desenfrenada, dejé de ser un hombre para volver a ser aquel pequeñajo y con la misma ilusión con la que vencí aquel bug en la versión de Spectrum para poder entrar en el templo, pronuncié ante él la palabra mágica.
No había campo de fuerza, pero sí mucha fuerza sobre el campo, así que tomando de la mano a mi esposa, me dirigí hacia aquellos viejos bloques de piedra, y preso por una fuerza incontrolable, mezcla de sueños, aventuras, amor y emoción, la besé. Quizá Ixchel en algún sitio se sonriera al ver la escena.
Epílogo
El resto pertenece a la ficción: Doc Monro pudo entrar en el templo de Ixchel, que en realidad es macizo, conocer a la Diosa y erradicar no sin sufrimiento su hechizo, logró salir de Cozumel en una barca de regreso a la península del Yucatán, visitó las ruinas de Tulum y Cobá, y por fin, tras multitud de aventuras, pudo conocer en persona en el interior de su propia y archiconocida pirámide, en la sagrada ciudad de Chichén Itzá, al majestuoso dios maya Kukulcán (serpiente emplumada), a bastantes kilómetros de distancia de donde empezó su naufragada aventura frente a la costa de Cozumel. Yo también lo hice.
Por lo tanto, ¿quién dice que la vida no es una aventura?
Alvaro Rodríguez ‘Guybrush’
Dedicado a Sara, mi esposa y acompañante en este viaje de ensueño, a mi familia, a mis amigos, al equipo de AD y como no, a la multitud de compañeros jugadores de aventuras gráficas y conversacionales, pues sin ellos este artículo carecería de sentido. Gracias a todos por hacerme soñar cada día.
Recomendación videojueguil: Carta a los Reyes Magos
Queridos Reyes Magos;
Como este año he sido muy bueno, voy a pediros unos pocos de jueguijuegos. Sí, que ya se que la cosa está mu malita, pero vosotros trabajais un día al año y vivís de puta madre, así que os merecéis el calificativo de Magos y no creo que tengáis problemas en traerme lo que os pido.
El problema es que no se muy bien qué pedir. Han salido tantos juegos buenos últimamente… A ver, para Xbox 360, yo quiero… pues el Gears of War 2, claro. Qué cacho juego. Ese Marcus ahí tó molón con su peazo sierra destripando bichos. Lo malo es que me he hartado de leer en foros ‘jarcor’, y lo ponen a parir porque la escopeta es de feria, sólo vale para cazar patos y si son cojos, y además no puedo elegir mi modo y mapa preferido-me-lo-se-de-memoria ni nada.
Buf, pues no se… entonces mejor olvidadlo, me voy a pedir el nuevo Need for Speed, ese que sale la tiparraca buena en el anuncio, hablándote por el auricular mientras conduces. Con lo que lo flipo yo con mis coches tuneros, a toda pastilla, me lo pido para 360 porque tengo los headsets y así escucho a la morenita… buf, pero no. Acabo de mirar en Metacritic y tiene de media un 64. Qué va, esto no me lo pido yo ni de coña.
Vaya tela… voy a probar con la Playstation 3. Aquí sí que lo tengo claro, que me traigan ipso-facto el Metal Gear Solid 4. Anda que no se ha llevado dieces en todas las webs más mejores y profesionales. Tactical Espionaje Achión… sí señor. Pero espera… ¿que necesito cinco gigas de disco duro en la consola para instalar el juego? ¡Pero si en mi humilde disco duro de 20 gigas-que-en-realidad-son-menos sólo tengo 500 megas de sobra! Encima tengo que verme al viejo este fumando una y otra vez mientras instala cada fase, y el pitillo se regenera solo.
Me cago en la leche, hombre ya. Pues no sé, a ver… El Little Big Planet. Ese, el del tío del Saco. Qué chulada de juego. Podré jugar como si de un plataformas se tratase, con esos pedazo de gráficos, y encima tienen tela de arte. Y creándome mis propios niveles, como el de Sevilla con sus penitentes y todo. ¡Buf! Seguro que a mi novia le encanta. Sí, sí. En cuanto coja el juego, fijo que no se despega del mando. Ahí, le volverá loca ese muñequito, y jugar online con gente de todo el planeta, y volver a jugar, y yo mirando… No, no. Tampoco vale.
Pero qué pasa aquí. Vaya mierda caca de carta que estoy escribiendo. Los Reyes se tienen que estar descojonando de mí. Menos mal que aún me queda la Wii. Como la gente dice que han salido pocos juegos buenos este año para Wii, pues aquí tengo que acertar fijo. Venga. Espera que piense. Este… sí, claro. Coño. El Super Mario Galaxy. Si ayer me ví el anuncio por la tele unas diez veces. Juegazo lo mire por donde lo mire.
¿Qué? ¿Que el Super Mario Galaxy es del año pasado? Sí hombre, si lo están anunciando a tutiplén. ¿Cómo van a repetir los mismos anuncios? Pues ya me he cabreado. ¿Sabéis lo que os digo, Melchor y cía.? Que me traigáis lo que os salga de los huevos camellos. Y no me digáis que venís así para ahorrar, que la gasolina está más barata que el año pasao. Este año olvidaos de la copita de vino en el salón. Que luego os quitan puntos del carnet. Hala, que os den.
Firmado: Pepito
P.D.: Forza Papá Noel
Review Banjo-Kazooie: Baches y Cachivaches
Lo confieso: no soy neutral. Ni quiero serlo. Para eso estás leyendo un Blog. Pues nada, que Rare es una de mis favoritas; de hecho, siempre lo ha sido, desde la primera brizna de hierba que sembró en el terreno del videojuego; por aquel entonces se hacía llamar Ultimate, un nombre acompañado de una coletilla más que explícita: Play the Game. Y tanto que jugamos: Atic Atac, Sabre Wulf, Knight Lore o Underwulde. Tremendo el legado que encierran estos cuatro títulos. Y sólo he mencionado cuatro.
El tiempo fue pasando, el nombre cambió, y a día de hoy, los mismísimos fundadores de la compañía a.k.a. hermanos Stamper, creo que ni siquiera permanecen en plantilla. Sin embargo, siguen manteniendo ese toque tan especial que saben imprimir a sus juegos. Baches y Cachivaches parte de una premisa bastante clara: tomar como referencia el Banjo-Kazooie original; pero al contrario de lo que podía esperarse, dicha referencia sirve para desmarcarse por completo de su fórmula jugable.
Me explico: en todo momento, el oso perezoso y su fiel amigo picudo nos van a recordar que esto no es una simple secuela del primer juego, no es lo que todo el mundo esperaba; aquí lo más importante radica en la creatividad en la construcción de vehículos, y en la habilidad para manejarlos según requiera la ocasión. Los fundamentos que Mario 64 asentara con envidiable brillantez saltan por los aires, atropellados por uno de los mecanos con ruedas del último juego de Rare.
De todas formas, no debemos perder el verdadero sentido el juego; si todavía puede aplicarse a un título el género ‘Plataformas‘, éste lo es, con todas las de la ley. Mogollón de ítems a recoger, las susodichas notas, los pajarracos de colores y las míticas piezas de puzzle. Desbloquear niveles sucesivamente, revisitar fases para desbloquear caminos secretos con nuevas técnicas. Todo ello permanece; sin embargo, esta vez será más importante tener reflejos para esquivar los obstáculos, o elegir sabiamente el camino para completar el recorrido en el menor tiempo posible.
De hecho, los ítems más importantes del juego no son las piezas de puzzle, sino los componentes mecánicos. En el taller podremos hacer que nos construyan un vehículo según planos predefinidos, o, mucho mejor, crearnos uno totalmente personalizado.
He dicho… ¡jojoy!
Puede que en un nivel necesitemos transportar a un par de amigos y llevarlos a la meta, mientras nos defendemos de las irritantes bolas con ojos que nos atacan. La solución será crear un vehículo que corra, que tenga asientos de pasajeros y, a ser posible, algún arma tan inverosímil como el lanza-cocos. Además, añadirle un cajón para guardar los cocos. Y cuidado de que tenga estabilidad y no se atasque cual Toyota de Carlos Sainz.
La representación de la función se realiza sobre un motor gráfico muy solvente, rezumando una extraordinaria viveza en cada color de su paleta, con una utilización de texturas de notable calidad y con un aspecto bastante retro para los personajes principales, que exhiben picos poligonales adrede. Y queda de lujo, así como su banda sonora, auténtico homenaje a las sintonías originales de la saga.
Y esto es Baches y Cachivaches. Bueno, esto y toda la parafernalia ‘made in Rare‘: un diseño exquisito en todos y cada uno de los niveles, repletos de detalles descacharrantes, la peña de amigos de Banjo y un monitor llamado Señor de los Juegos, primo lejano de Mr. Pong. Juego hay para rato, porque si conseguimos hallar todas las piezas de puzzle y batir todos los tiempos de cada nivel, nos quedarán más de diez modos multijugador distintos, algunos más brillantes que otros, pero que están ahí para entretenernos otro ratito más.
Entonces, ¿es perfecto? Hace ya unas semanas desde que se lanzó el juego, y bueno, hay que reconocer que ha salido en el peor momento del año. Y además, parece que su género pierde fuerzas a marchas forzadas. Sin embargo, el juego merece destacar más de lo que lo ha hecho, a pesar de su gran déficit: el control de los vehículos. No digo que sea malo, pero se podía haber afinado mucho más; hay ocasiones que se me antoja demasiado difícil de manejar, y dichas ocasiones aparecen con demasiada frecuencia. Una lástima, porque es el único pero que se le puede poner al juego. Bueno, ese, y que no te guste conducir.
Conclusiones
Rare vuelve por sus fueros con uno de sus personajes fetiche. Hacía tiempo que no sabíamos muy bien si la compañía seguía estando en forma o había perdido su magia. Baches y Cachivaches es una respuesta alta y clara. No se conforman con repetir un esquema que les cubrió de éxitos hace dos generaciones, sino que le dan una vuelta de tuerca enorme, pasando el absoluto protagonismo a pilotar vehículos.
Y el éxito, esta vez, no es pleno. Algo tan esencial como el control y el manejo se hace demasiado pesado en ocasiones, pudiéndose haber simplificado mucho más, facilitando las cosas. El resto del juego es magnífico, cien por cien Rare. Si lo más parecido que tuviste de pequeño a un Mecano fue el cassette de Descanso Dominical, esta es tu oportunidad. Nunca es tarde para cumplir tu sueño de la infancia, ¡jojoy!
Una ganga Retro en tiempos de crisis: MSX & Spectrum games
Pues sí que está la cosa mala estas navidades, ¿no? Bueno, sea como sea, el caso es que el otro día visité el Baratillo, típico rastro de Cádiz donde podrás encontrar artículos descatalogados, antiguallas, mucha morralla y auténticas joyitas atemporales. Entre todo este material tan peculiar, encontré estas cuatro cassettes que os adjunto a continuación…
– Chiller: un extraño juego distribuido en su día por Mastertronic; esta versión es la única MSX del pack, y pertenece a la línea budget económica que tan buenos ratos nos diera hace años, si es que sabíamos elegir bien el juego. Se supone que este juego iba a dar miedo, pero tan poco era para tanto… total, era baratito.
– Dustin: seguramente es lo más llamativo de este curioso pack. Primero, porque estamos ante una de las pocas videoaventuras que publicó Dinamic en su día; mucho antes de que Michael Schofield planeara al milímetro la salida de su prisión, aquí encarnábamos a un preso que debía conseguir objetos para ir esquivando a guardias y encontrando el camino correcto.
Pero lo que más destaca es que está plastificado, flamante, nuevo, con ese precio tan redondo de 499 pesetas aún intacto; después de tantos años escondido en cualquier cajón, en algún almacén olvidado, y pasando por manos ajenas que no se atrevieron a desempaquetarlo. Aún sigue así en mi estantería, ocupando un lugar de postín.
– Kane: Pues otro juego budget de Mastertronic, ambientado en el Oeste. Cuatro fases bien diferenciadas que nos hacían pasar un buen rato, ya fuera cazando pájaros o trotando a lomos de nuestro fiel caballo, mostrando unos gráficos bastante coloridos y simpaticotes.
– Pack Titanic + Psycho Pigs UXB: un par de juegos de los que ya he hablado en alguna ocasión, tanto del juego de Topo Soft como de la conversión del arcade Butasan, el de los cerditos jugando a ser Bombermans. Eso de «Serie Leyenda» no era más que una de las muchas reediciones que las distribuidoras realizaban con juegos que no habían vendido demasiado en su día.
Y bueno, pues estas cuatro cintas, por el impresionante precio de 2 euros. Eso sí, como al introducirlo en la pletina de tu Spectrum 128k no funcione, me parece que no vas a encontrar al que te lo vendió para cambiarlo por otro… Pero, ¿y el valor coleccionista que tiene? 😀