Review Battlefield Bad Company 2

DICE y Bad Company 2 vuelven a arrojarnos la responsabilidad de cargar con el rol de Preston Marlowe, el cuarto componente de la Bad Company, ese grupo de soldados malhablados y rebosantes de humor negro, que sin embargo son capaces de superar las misiones más letales que podamos imaginar. La frescura de este cuarteto protagonista regresa en esta segunda parte, en la que cierto arma de destrucción masiva será el epicentro de una campaña que comienza de forma muy peliculera, con un flashback que retrotrae a la II Guerra Mundial, y que prosigue por parajes tan variados como la selva, el desierto o territorios completamente nevados.

La campaña posee una duración estándar, unas ocho horas, y se parece bastante a la de la primera entrega en sus virtudes, siendo la más relevante la de huir de la enfermedad conocida como «pasilleritis«, la cual padecen muchos shooters de hoy en día. Al contrario, los terrenos suelen ser abiertos, plagados de ubicaciones en las que guarecerse y emboscar, permitiendo multitud de maneras de superar cada confrontación, algo que se multiplica exponencialmente si hacemos uso de armas de suficiente potencia, las cuales nos enseñarán que, oiga, el edificio que tenemos enfrente puede reducirse a pedacitos, no es de cartón piedra.

En realidad, en Bad Company, el Frostbite ya hacía de las suyas. En esta secuela, Frostbite alcanza la iteración 2.0, lo cual permite que las edificaciones y estructuras puedan ser destruidas por completo, si somos capaces de atacar sus puntos base con unos cuantos trabucazos. La versatilidad de las posibilidades que se abren con esto hace que la acción de Bad Company 2 posea una intensidad distinta a la de otros FPS. Debemos unir a esto la amplia variedad de vehículos que nos encontraremos por el camino, lo cual amenizará algo más la acción y nos permitirá, si pillamos un helicóptero bien armado, tumbar a cañonazos aquel edificio donde se encuentra el francotirador cansino de turno.

Otro punto a favor de la campaña es que la IA de los enemigos se ha visto mejorada, algo esencial para que el reto se mantenga durante el transcurso de este modo, más por la habilidad del soldado hostil que por técnicas más «tramposas» como el respawn infinito, algo que podemos ver en otros FPS. Sin embargo, la épica que se me antoja imprescindible para todo buen juego bélico se ve debilitada en más de una ocasión, ya que hay muchos momentos en los que nuestro cuarteto preferido la lía parda, con movimientos y técnicas de combate, pero que se ven resueltos con un vídeo no interactivo. Una decisión que no entiendo del todo y seguramente el único punto negro que le veo al juego, junto con la ausencia de campaña cooperativa.

Porque hablar del multijugador se reduce a desparramar buenos momentos; momentos que, seguramente, sean mucho más caóticos que en su inevitable rival (Modern Warfare 2 por cuestiones obvias), pero igual de divertidos. La acción del multi lleva el ADN Battlefield bien presente en sus venas, presentando grandes extensiones de terreno en las que se enfrentan dos equipos a muerte y donde los vehículos son parte esencial de las reglas del juego. Aunque los modos de juego y los mapas no sean demasiado variados, el plus que otorga Frostbite 2.0 posibilitando destruirlo prácticamente todo dará como resultado partidas de absoluta locura y sin concederte  ningún instante para respirar.

En conclusión, Bad Company 2 aprovecha su añito y medio de desarrollo para consolidar su planteamiento destructivo, desenfadado en sus formas gracias a la personalidad de sus protagonistas, puliendo sus pocos defectos, incluyendo la IA, tanto amiga como enemiga, y con un multijugador que aprovecha la herencia Battlefield para convertirse en una apuesta ganadora. Los puntos negativos que podemos encontrar se diluirán rápidamente cuando reduzcáis a cenizas unos cuantos de edificios… sobre todo si había dentro una buena representación del equipo enemigo.