Review Dead to Rights Retribution

Para analizar el nuevo capítulo de la saga Dead to Rights, me fío a pies juntillas de la opinión que vertirá mi colega Spidey, gran amante de dicha saga y también del ambiente perruno en el que se mueve la acción del juego. Le cedo la palabra…

El argumento de Retribution narra hechos acaecidos antes de lo contado en los anteriores Dead to Rights. Aparece el padre del protagonista -recordemos que su muerte era el motor que movía la historia del título original- y seremos testigos de cómo el perro Shadow y nuestro Jack Slate se hacen compañeros. Vaya, detalles tremendamente trascendentales para un juego cuyo guión parece sacado de los peores tiempos de la cinematográfica Cannon, y que, en verdad, apenas lo necesita para justificar la abultada dosis de violencia de la que hace gala.

Namco ha confiado en Volatile Games, compañía fundada por los antaño famosos Oliver Twins (los creadores del huevoDizzy) y responsables del discreto Reservoir Dogs. ¿La idea? Insuflar nueva vida a una serie que, siendo sinceros, nunca la ha tenido. Echando la vista atrás, podremos recordar que el primer Dead to Rights tuvo cierta aceptación en su momento al invocar de forma más o menos aceptable el espíritu del maravilloso Max Payne de Remedy (de actualidad ahora mismo gracias al genial Alan Wake, llegando incluso a ser uno de los juegos abanderados de aquellos titubeantes primeros pasos de la Xbox original. Y es que el equipo de Namco Hometek que lo desarrollara estaba compuesto por gente bastante talentosa, llegadas de prestigiosos nombres como Diablo 2Dungeon KeeperBaldur’s Gate.

Curiosamente, en ninguna de las cuatro entregas que lleva esta serie han repetido desarrolladores, haciéndose cargo deDead to Rights 2 WideScreen Games (Frank Herbert’s DuneBlack Bucaneer), y del notable Dead to Rights: The Reckoning de PSP los siempre competentes chicos de Rebellion. En todo caso, indicios de que la serie Dead to Rights no parece ocupar gran parte de la atención de Namco Bandai, aparentemente dejando la marca desde la desidia en manos ajenas y poco versadas. Aún así, siempre será interesante ver qué se ha hecho con esta incomprendida saga en Xbox 360 yPlayStation 3, con un Jack Slate de cortas miras metido de lleno en una época en la que ambas máquinas no paran de recibir bombazo tras bombazo.

Dispara primero

Slate es un policía violento e irreflexivo, al más puro estilo de aquellos iconos del cine que tanto nos gustaban en los años ochenta. Pasa de las órdenes de sus superiores e impone sus barbáricos métodos en solitario, siempre en pos del cumplimiento de la ley… En definitiva, el perfecto ejemplo del clásico “one army man” de los videojuegos, capaz él solito de desembarazarse de todo un ejército de maleantes. Bueno, sólo no, ya que a su lado siempre está su fiel perro Shadow, todo un agente K9 capaz de destrozar al más pintado con sus implacables mandíbulas.

Con estas premisas ahí plasmadas, el guión del juego ya importa bien poco. Únicamente vale el saber que hay malos (muy malos) a tutiplén para que los hagamos papilla… Y en este sentido, Jack Slate va sobrado. Tras el prólogo inicial (donde controlaremos a Shadow durante un bonito espectáculo donde se mezclan continuamente colmillos y yugulares), asistiremos a un edificio que ha sido de pleno secuestrado por los terroristas de turno. El típico jefe de policía incompetente no sabe cómo controlar la situación, tratando de dialogar con los delincuentes mientras éstos comienzan a estrellar rehenes contra el pavimento… y ahí entramos nosotros, sin placa ni pistola, como los buenos tipos duros.

Los primeros enemigos nos atacarán sin armas, con lo que el juego nos enseña de primera mano su componente beat’’em up. En este sentido, hay decir que Volatile Games ha mejorado sobremanera este interesante matiz, haciendo que las peleas de este Dead to Rights sean tan divertidas como brutales. Y es que nuestro policía es un pelín despiadado con sus enemigos, ya que, aparte de sus contundentes golpes, se lo pasará en grande rompiendo extremidades o crujiendo cabezas como quien se hurga la nariz, todo ello al más puro estilo Steven Seagal. Los movimientos de desarme de los anteriores programas de la serie siguen presentes, normalmente acabando con el maloso de turno con un disparo entre ceja y ceja. Fino, muy fino.

Cuando Slate coge un arma, Dead to Rigths: Retribution se vuelve mucho más convencional. Sigue con ese aroma a lo Max Payne, pero en cutre, acogiendo ese “tiempo bala” que, aparte de estético (reconozcámoslo, a todos nos gustan las cámaras lentas) es ciertamente más útil para resolver determinadas situaciones. La saga también se apunta a la moda de las coberturas (destructibles éstas), sin por lo demás aportar nada especialmente destacable en términos de originalidad.

Conclusiones

En líneas generales, Dead to Rights: Retribution parece un juego del montón, donde apenas podría sobresalir en un mercado por el que han pasado nombres como Splinter Cell ConvictionBatman Arkham Asylum o el mismísimoStranglehold de John Woo. Pero mentiríamos y mucho si dijéramos que no nos hemos divertido jugándolo. Porque, admitámoslo, después de la tremenda tensión a la que se ve uno sometido tras una hora de Alan Wake, liarla parda con este Dead to Rights ha sido un auténtico desparrame en el que me lo he pasado de miedo. Y eso teniendo en cuenta que no tiene modo multijugador alguno donde poder hacer el cafre online…

Siempre es uno consciente de que no estamos ante un lanzamiento de primera fila. Sus gráficos, que si bien no son malos, siguen siendo peores que los del ya antiguo Max Payne, aunque se admite de buen grado la exageración y la caricatura de los extralimitados elementos del juego. En cuestión de diseño tiene sus puntos flacos, pero es en el conjunto donde sale ganando Retribution, gracias a un honesto empaque para nada empeñado en ocultar sus carencias. Sí resalta, sin embargo, una banda sonora que Matt Black ha compuesto y grabado en los míticos estudios Abbey Road, moviéndose entre lo noir y los tonos más moviditos.

En definitiva, Dead to Rights: Retribution acaba resultando ser un título de diversión rápida, con una jugabilidad accesible y agradable. Es una vuelta atrás en términos de sencillez conceptual, pero brilla lo suyo pad en mano. Lo cierto y verdad es que servidor añora este tipo de programas, tan directos como violentos, recordando a esas viejas películas de Michael Dudikoff, Chuck Norris o Steven Seagal. Por eso mismo y por su notable corrección general, el regreso de Dead to Rights al mundo del videojuego no debería pasar tan inadvertido… como me temo que pasará.

Publicado por

Pedja

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