Una rana salta de lirio en lirio. En su intrincado periplo, el batracio intenta recoger ciertos objetos mientras se encamina hacia la puerta de salida de la charca. A la par, nuestra heroína trata de evitar el contacto de múltiples enemigos que la acechan. Sobre su cabeza, una espada de filo invisible representada por el tiempo límite impuesto por los menguantes lirios.
La rana, de algún modo, consiguió que la palabra Perestroika y el retrato de Mijail Gorbachov, recientemente fallecido, apareciera en multitud de ordenadores norteamericanos a finales de los 80.
El diseñador del juego en cuestión fue el ruso Nikita Skripkin. En 1989, apoyado por un grupo de compañeros que formaban la cooperativa de investigación LoCis, programó un título que se llamaría Perestroika. «Salvo la intro y los procedimientos de ensamblador a bajo nivel, todo el juego fue realizado por una sola persona: yo mismo» me comentó Skripkin. Más allá de la jugabilidad del título, que exigía precisión y agilidad mental para no caer al agua o toparnos de cara con los enemigos en forma de moscardón -también llamados burócratas-, lo que llamaba la atención era el título y la presentación.
Perestroika homenajeaba la reforma económica que desde 1985 lideró Mijail Gorbachov y que, por ejemplo, apoyaba las cooperativas como nueva forma de actividad económica; cooperativas como LoCis, en la que trabajaba el diseñador del videojuego. En la pantalla de presentación, un dibujo de Gorbachov nos saludaba mientras sonaba de fondo una melodía rusa por los altavoces del PC, en concreto la Dubinushka, una canción popular compuesta por Nikolai Rimsky-Korzakov.
Tras su finalización, Perestroika se probó en varios institutos, lo que provocó su expansión por la red soviética de ordenadores absolutamente de gratis, tras ser distribuido por varios colegas de Skripkin. Pero no quedó ahí. Perestroika logró dar el golpe e infiltrarse en ordenadores de Estados Unidos. Así me lo contó su autor: “Tras un desafortunado periplo por uno de los institutos del país, un conocido programador conocido vino a mi casa y me dijo: «oye, Nikita, sé que estás haciendo videojuegos. Acabo de regresar de un viaje de negocios por Estados Unidos y resulta que allí todos están jugando al mismo juego. ¡Un auténtico pelotazo! Toma, aquí lo tienes, en este disquete. Échale un vistazo a ver si aprendes de él».
Y sí. El pelotazo era su propio juego. Era Perestroika. La representación digital de Gorbachov había lucido en una buena cantidad de computadoras yanquis. Su juego se había hecho famoso.
Si quieres saber más detalle de esta alucinante historia, publiqué un extenso artículo sobre ella en la edición española de la revista Retro Gamer número 38: