Tras haberme bajado la demo del nuevo juego basado en El Señor de los Anillos, en este caso subtitulado La Conquista, la verdad que me ha pasado lo que suele ocurrirme con la mayoría de los juegos de esta franquicia, apadrinada por EA Games desde el estreno de las películas de Peter Jackson.
Básicamente, hay cosas que me encantan y otras que me decepcionan; ambas opiniones se encuentran bastante influenciadas por el cariño que le tengo a todo lo que gire en torno al mágico universo de Tolkien, el cual visito desde hace muchos años, al leerme tanto el Hobbit como la trilogía completa. Desde entonces, uno desea encontrarse con un videojuego que recree a la perfección todo lo que encontró en la obra literaria, pero siendo sinceros, este objetivo es muy difícil de cumplir.
De todas formas, y centrándome en El Señor de los Anillos: La Conquista, hay que reconocer que se puede vislumbrar parte del espíritu que se imprime en la obra de Tolkien, concretamente en los pasajes dedicados a las grandes confrontaciones entre luz y oscuridad. Las batallas a gran escala y la cooperación entre las distintas razas y clases, así como la importancia de los héroes, se suponen los valores que el título de Pandemic enarbola como estandarte.
Pero la verdad es que, al menos por lo que he visto hasta ahora, lo de las batallas a gran escala se queda bastante cojo; defender a capa y espada el asedio que sufre la ciudad blanca de Minas Tirith por parte de las fuerzas de Sauron es una cita ineludible para todo seguidor de Tolkien, aunque seguramente esperase las miríadas de soldados, orcos y demás criaturas que imaginamos al leer la obra.
En realidad, en el multijugador participan dos bandos de ocho jugadores cada uno, mientras que en el modo campaña veremos a un mayor número de unidades simultáneas, aunque siempre lejos de lo que podemos ver en títulos más ‘masivos’, como N3 o los Dinasty Warriors. De todas formas, la metodología jugable consiguió entretenerme bastante, sobre todo en el online: la dinámica es muy similar a un Battlefield o a los SW Battlefront, éste último también de Pandemic, donde nuestro equipo debe ir capturando una serie de puntos en el mapa.
Conforme vayamos ampliando territorios, tendremos a nuestra disposición ventajas de campo como monturas o armas de asedio como catapultas y torres. En el multi, las diferentes clases tendrán que ayudarse unas a otras para conseguir avanzar, aprovechando la potencia de fuego de los arqueros mientras los guerreros dan caña cuerpo a cuerpo, los magos lanzan hechizos de protección o los exploradores atacan por sorpresa al enemigo. Trascendiendo la especialización de clases aparecen los héroes, personajes cruciales en la historia de Tolkien, capaces de decantar la batalla hacia uno u otro bando.
A priori no hay nada nuevo en el horizonte jugable, pero la fórmula está más que probada y con bastante éxito; Pandemic va a revestir dicha fórmula con la atractiva parafernalia del Señor de los Anillos y otorgar al jugador la oportunidad de revivir la historia e incluso de protagonizar una línea argumental alternativa; su objetivo no es más que aumentar el interés por un título que de no ser así, no parece que pudiera ofrecer una marca diferencial de peso, máxime viendo que el apartado gráfico no está a la altura de los mayores exponentes de la generación actual. Os contaré más en profundidad en cuanto tenga en mis manos la versión final.
Y es que, al fin y al cabo, poder empuñar Andúril, la llama del oeste, mientras corro contra el viento luchando por la libertad de los pueblos de la Tierra Media y de fondo suena a todo volumen la magistral melodía de Minas Tirith creada por Howard Shore, es algo que, a pesar de todo, siempre acaba pesando en la balanza.