Recomendación videojueguil: Carta a los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos

Queridos Reyes Magos;

Como este año he sido muy bueno, voy a pediros unos pocos de jueguijuegos. Sí, que ya se que la cosa está mu malita, pero vosotros trabajais un día al año y vivís de puta madre, así que os merecéis el calificativo de Magos y no creo que tengáis problemas en traerme lo que os pido.

El problema es que no se muy bien qué pedir. Han salido tantos juegos buenos últimamente… A ver, para Xbox 360, yo quiero… pues el Gears of War 2, claro. Qué cacho juego. Ese Marcus ahí tó molón con su peazo sierra destripando bichos. Lo malo es que me he hartado de leer en foros ‘jarcor’, y lo ponen a parir porque la escopeta es de feria, sólo vale para cazar patos y si son cojos, y además no puedo elegir mi modo y mapa preferido-me-lo-se-de-memoria ni nada.

Buf, pues no se… entonces mejor olvidadlo, me voy a pedir el nuevo Need for Speed, ese que sale la tiparraca buena en el anuncio, hablándote por el auricular mientras conduces. Con lo que lo flipo yo con mis coches tuneros, a toda pastilla, me lo pido para 360 porque tengo los headsets y así escucho a la morenita… buf, pero no. Acabo de mirar en Metacritic y tiene de media un 64. Qué va, esto no me lo pido yo ni de coña.

Vaya tela… voy a probar con la Playstation 3. Aquí sí que lo tengo claro, que me traigan ipso-facto el Metal Gear Solid 4. Anda que no se ha llevado dieces en todas las webs más mejores y profesionales. Tactical Espionaje Achión… sí señor. Pero espera… ¿que necesito cinco gigas de disco duro en la consola para instalar el juego? ¡Pero si en mi humilde disco duro de 20 gigas-que-en-realidad-son-menos sólo tengo 500 megas de sobra! Encima tengo que verme al viejo este fumando una y otra vez mientras instala cada fase, y el pitillo se regenera solo.

Me cago en la leche, hombre ya. Pues no sé, a ver… El Little Big Planet. Ese, el del tío del Saco. Qué chulada de juego. Podré jugar como si de un plataformas se tratase, con esos pedazo de gráficos, y encima tienen tela de arte. Y creándome mis propios niveles, como el de Sevilla con sus penitentes y todo. ¡Buf! Seguro que a mi novia le encanta. Sí, sí. En cuanto coja el juego, fijo que no se despega del mando. Ahí, le volverá loca ese muñequito, y jugar online con gente de todo el planeta, y volver a jugar, y yo mirando… No, no. Tampoco vale.

Pero qué pasa aquí. Vaya mierda caca de carta que estoy escribiendo. Los Reyes se tienen que estar descojonando de mí. Menos mal que aún me queda la Wii. Como la gente dice que han salido pocos juegos buenos este año para Wii, pues aquí tengo que acertar fijo. Venga. Espera que piense. Este… sí, claro. Coño. El Super Mario Galaxy. Si ayer me ví el anuncio por la tele unas diez veces. Juegazo lo mire por donde lo mire.

¿Qué? ¿Que el Super Mario Galaxy es del año pasado? Sí hombre, si lo están anunciando a tutiplén. ¿Cómo van a repetir los mismos anuncios? Pues ya me he cabreado. ¿Sabéis lo que os digo, Melchor y cía.? Que me traigáis lo que os salga de los huevos camellos. Y no me digáis que venís así para ahorrar, que la gasolina está más barata que el año pasao. Este año olvidaos de la copita de vino en el salón. Que luego os quitan puntos del carnet. Hala, que os den.

Firmado: Pepito

P.D.: Forza Papá Noel

Review Banjo-Kazooie: Baches y Cachivaches

Lo confieso: no soy neutral. Ni quiero serlo. Para eso estás leyendo un Blog. Pues nada, que Rare es una de mis favoritas; de hecho, siempre lo ha sido, desde la primera brizna de hierba que sembró en el terreno del videojuego; por aquel entonces se hacía llamar Ultimate, un nombre acompañado de una coletilla más que explícita: Play the Game. Y tanto que jugamos: Atic Atac, Sabre Wulf, Knight Lore o Underwulde. Tremendo el legado que encierran estos cuatro títulos. Y sólo he mencionado cuatro.

El tiempo fue pasando, el nombre cambió, y a día de hoy, los mismísimos fundadores de la compañía a.k.a. hermanos Stamper, creo que ni siquiera permanecen en plantilla. Sin embargo, siguen manteniendo ese toque tan especial que saben imprimir a sus juegos. Baches y Cachivaches parte de una premisa bastante clara: tomar como referencia el Banjo-Kazooie original; pero al contrario de lo que podía esperarse, dicha referencia sirve para desmarcarse por completo de su fórmula jugable.

Banjo Baches

Me explico: en todo momento, el oso perezoso y su fiel amigo picudo nos van a recordar que esto no es una simple secuela del primer juego, no es lo que todo el mundo esperaba; aquí lo más importante radica en la creatividad en la construcción de vehículos, y en la habilidad para manejarlos según requiera la ocasión. Los fundamentos que Mario 64 asentara con envidiable brillantez saltan por los aires, atropellados por uno de los mecanos con ruedas del último juego de Rare.

De todas formas, no debemos perder el verdadero sentido el juego; si todavía puede aplicarse a un título el género ‘Plataformas‘, éste lo es, con todas las de la ley. Mogollón de ítems a recoger, las susodichas notas, los pajarracos de colores y las míticas piezas de puzzle. Desbloquear niveles sucesivamente, revisitar fases para desbloquear caminos secretos con nuevas técnicas. Todo ello permanece; sin embargo, esta vez será más importante tener reflejos para esquivar los obstáculos, o elegir sabiamente el camino para completar el recorrido en el menor tiempo posible.

De hecho, los ítems más importantes del juego no son las piezas de puzzle, sino los componentes mecánicos. En el taller podremos hacer que nos construyan un vehículo según planos predefinidos, o, mucho mejor, crearnos uno totalmente personalizado.

Banjo Baches
He dicho… ¡jojoy!

Puede que en un nivel necesitemos transportar a un par de amigos y llevarlos a la meta, mientras nos defendemos de las irritantes bolas con ojos que nos atacan. La solución será crear un vehículo que corra, que tenga asientos de pasajeros y, a ser posible, algún arma tan inverosímil como el lanza-cocos. Además, añadirle un cajón para guardar los cocos. Y cuidado de que tenga estabilidad y no se atasque cual Toyota de Carlos Sainz.

La representación de la función se realiza sobre un motor gráfico muy solvente, rezumando una extraordinaria viveza en cada color de su paleta, con una utilización de texturas de notable calidad y con un aspecto bastante retro para los personajes principales, que exhiben picos poligonales adrede. Y queda de lujo, así como su banda sonora, auténtico homenaje a las sintonías originales de la saga.

Y esto es Baches y Cachivaches. Bueno, esto y toda la parafernalia ‘made in Rare‘: un diseño exquisito en todos y cada uno de los niveles, repletos de detalles descacharrantes, la peña de amigos de Banjo y un monitor llamado Señor de los Juegos, primo lejano de Mr. Pong. Juego hay para rato, porque si conseguimos hallar todas las piezas de puzzle y batir todos los tiempos de cada nivel, nos quedarán más de diez modos multijugador distintos, algunos más brillantes que otros, pero que están ahí para entretenernos otro ratito más.

Banjo Baches

Entonces, ¿es perfecto? Hace ya unas semanas desde que se lanzó el juego, y bueno, hay que reconocer que ha salido en el peor momento del año. Y además, parece que su género pierde fuerzas a marchas forzadas. Sin embargo, el juego merece destacar más de lo que lo ha hecho, a pesar de su gran déficit: el control de los vehículos. No digo que sea malo, pero se podía haber afinado mucho más; hay ocasiones que se me antoja demasiado difícil de manejar, y dichas ocasiones aparecen con demasiada frecuencia. Una lástima, porque es el único pero que se le puede poner al juego. Bueno, ese, y que no te guste conducir.

Conclusiones

Rare vuelve por sus fueros con uno de sus personajes fetiche. Hacía tiempo que no sabíamos muy bien si la compañía seguía estando en forma o había perdido su magia. Baches y Cachivaches es una respuesta alta y clara. No se conforman con repetir un esquema que les cubrió de éxitos hace dos generaciones, sino que le dan una vuelta de tuerca enorme, pasando el absoluto protagonismo a pilotar vehículos.

Y el éxito, esta vez, no es pleno. Algo tan esencial como el control y el manejo se hace demasiado pesado en ocasiones, pudiéndose haber simplificado mucho más, facilitando las cosas. El resto del juego es magnífico, cien por cien Rare. Si lo más parecido que tuviste de pequeño a un Mecano fue el cassette de Descanso Dominical, esta es tu oportunidad. Nunca es tarde para cumplir tu sueño de la infancia, ¡jojoy!

Banjo Kazoie: Baches nota 85

Una ganga Retro en tiempos de crisis: MSX & Spectrum games

Pues sí que está la cosa mala estas navidades, ¿no? Bueno, sea como sea, el caso es que el otro día visité el Baratillo, típico rastro de Cádiz donde podrás encontrar artículos descatalogados, antiguallas, mucha morralla y auténticas joyitas atemporales. Entre todo este material tan peculiar, encontré estas cuatro cassettes que os adjunto a continuación…

Juegos MSX / Spectrum

Chiller: un extraño juego distribuido en su día por Mastertronic; esta versión es la única MSX del pack, y pertenece a la línea budget económica que tan buenos ratos nos diera hace años, si es que sabíamos elegir bien el juego. Se supone que este juego iba a dar miedo, pero tan poco era para tanto… total, era baratito.

Dustin: seguramente es lo más llamativo de este curioso pack. Primero, porque estamos ante una de las pocas videoaventuras que publicó Dinamic en su día; mucho antes de que Michael Schofield planeara al milímetro la salida de su prisión, aquí encarnábamos a un preso que debía conseguir objetos para ir esquivando a guardias y encontrando el camino correcto.

Pero lo que más destaca es que está plastificado, flamante, nuevo, con ese precio tan redondo de 499 pesetas aún intacto; después de tantos años escondido en cualquier cajón, en algún almacén olvidado, y pasando por manos ajenas que no se atrevieron a desempaquetarlo. Aún sigue así en mi estantería, ocupando un lugar de postín.

Kane: Pues otro juego budget de Mastertronic, ambientado en el Oeste. Cuatro fases bien diferenciadas que nos hacían pasar un buen rato, ya fuera cazando pájaros o trotando a lomos de nuestro fiel caballo, mostrando unos gráficos bastante coloridos y simpaticotes.

Pack Titanic + Psycho Pigs UXB: un par de juegos de los que ya he hablado en alguna ocasión, tanto del juego de Topo Soft como de la conversión del arcade Butasan, el de los cerditos jugando a ser Bombermans. Eso de «Serie Leyenda» no era más que una de las muchas reediciones que las distribuidoras realizaban con juegos que no habían vendido demasiado en su día.

Y bueno, pues estas cuatro cintas, por el impresionante precio de 2 euros. Eso sí, como al introducirlo en la pletina de tu Spectrum 128k no funcione, me parece que no vas a encontrar al que te lo vendió para cambiarlo por otro… Pero, ¿y el valor coleccionista que tiene? 😀

Review Prince of Persia – Xbox 360

Por un momento, párate a pensar en lo difícil que debió ser para Ubisoft replantear el desarrollo de una saga con tantos capítulos a sus espaldas como Prince of Persia. Desde que Jordan Mechner capturase a su hermano corriendo y saltando para realizar las animaciones del juego original, las distintas encarnaciones del príncipe han montado en una especie de montaña rusa, subiendo y bajando de calidad de forma alternativa.

Así, Las Arenas del tiempo definió la tridimensionalidad del modelo a seguir, consolidando un engine gráfico que, literalmente, relucía a través de su excelente iluminación y sus ejemplares animaciones. Sin embargo, las dos siguientes entregas fueron perdiendo el encanto, quizá derramando aquellas arenas, grano a grano. Hacía falta un golpe de timón, un puñetazo en la mesa. O una vuelta a los orígenes.

Prince of Persia

El cuento de un falso príncipe, Elika y la burra Farah

El nuevo príncipe consigue reunir todo aquello. Para empezar, el que lleva el timón ni siquiera es de sangre noble… más bien es un héroe adolescente y chulesco, con un excelente doblaje que contribuye a darle tal personalidad -impagable por momentos como en el que nos cuenta la historia de su burra Farah y el oro que cargaba-.

El golpe en la mesa lo trae el impresionante aspecto gráfico; yo nunca he sido partidario del cel-shading, pero con los entornos recreados en el juego tengo que dar la razón al que inventara esta técnica. Vaya forma de reinventar un motor tan potente como el de Assassin’s Creed.

Y el regreso al pasado lo aportan dos sólidos pilares; por un lado su mecánica jugable, puesto que, aunque en apariencia estemos ante un juego de caminos abiertos, de caja de arena extraída directamente del desierto persa, en realidad la esencia está en el puro y duro brincar y deslizarse entre plataforma y plataforma. Por supuesto, podremos decidir nuestro camino en situaciones puntuales e ir desbloqueando lugares, accesibles mediante nuevas habilidades.

Pop

El cincuenta por ciento restante es mucho más abstracto, difícil de calibrar y explicar a través de un simple Review. Hace falta jugarlo para darse cuenta de que la magia de los clásicos, si me permiten la expresión, rezuma por todos los poros de la aventura. Quizás sólo sea el cuidar cada detalle, el buen hacer en cada peldaño de una escalera oscura al principio y luminosa al final, cuando logremos triunfar sobre Ahriman y su séquito de tinieblas.

Y es que el juego cuenta en su haber con varias decisiones de diseño que se antojan arriesgadas, pero que acaban por elevar el valor final de este nuevo Príncipe. La más polémica: el no poder morir; y es que, aunque hayan mandado al paro al que diseña la pantalla de Game Over, debo decir que el juego no resulta más sencillo porque Elika nos salve una y otra vez del abismo. Simplemente, acelera lo que sería el proceso habitual de cargar la última partida guardada. Más que eso, la relación entre los protagonistas es genial, digna de las mejores películas de animación.

Principe de Persia

Igual de arriesgado que tener una bella princesa a modo de Checkpoint, resulta el control del príncipe: esto no es el típico plataformas en el que nos vale con pulsar rápidamente los botones para saltar más y mejor. La clave reside en presionar el botón en el momento justo, ya sea para comenzar el salto, prolongarlo mediante el apoyo de algún elemento del escenario, o enlazar un nuevo salto en otra dirección. Pensad en un gigantesco Dragon’s Lair y tendréis un concepto cercano al peculiar manejo del juego, chocante al principio, pero una delicia cuando lo dominemos.

Sí, hay cosas que no me parecen bien. No demasiadas, pero las hay: los combates me han aburrido en alguna ocasión -en otras son imaginativos, cuando la espada no causa daño- y la duración del título no se ve alargada con ningún modo extra, igual habría molado poder manejar a Elika de forma cooperativa. Puntos oscuros que, a la postre, se ven absorbidos por la luz que desprende el soberbio diseño de este nuevo comienzo.

Pop

Retrovisión: E-Motion (The Assembly Line, US Gold)

Imaginemos que en estos momentos, el calendario señalase el año 1990. Hojeamos una revista de videojuegos y vemos una llamativa publicidad a toda página, en la cual se anuncia un juego como el primer representante lúdico de la New Age, un adelantado a la temida llegada del siglo XXI. Para coronar la insólita estampa, un enorme careto de Einstein con el pelo erizado, prácticamente a lo afro, ensimismado con el movimiento de esféricas partículas.

Emotion

Este ejercicio de ‘Imaginarium’, lejos de tener que ver con una tienda de juguetes para niños chicos, se relaciona directamente con E-Motion, uno de los juegos de habilidad / puzzle más originales y acertados de la época. E-Motion fue desarrollado por The Assembly Line y distribuido por U.S. Gold para una buena cantidad de ordenadores personales, como Spectrum y Amstrad.

La mejor parada en este caso, como no podía ser de otra manera, era la versión Amiga. El programa lucía de manera excepcional en el ordenador de Commodore, realzando su nivel gráfico gracias a los fondos degradados en modo HAM, el cual permitía exhibir hasta 4096 colores en pantalla sobre imágenes estáticas y digitalizaciones. Vamos, que el bigote de Einstein tenía tanto volumen y detalle que parecía sobresalir de la pantalla.

El juego llegó a ser conocido también con el ecléctico nombre de The Game of Harmony allá por territorios norteamericanos, y creo recordar que la última versión que fue lanzada se hizo para Game Boy. La mecánica del juego responde al paradigma de todo buen puzzle: las reglas del juego son escasas y sencillas, mientras que el diseño de niveles va ‘in crescendo’ hasta plantearnos retos de dificultad prácticamente demencial.

Emotion amiga

Como digo, la teoría base es simple: existen tres tipos de átomos en pantalla, cada tipo identificado por un color. Las esferas desaparecen si chocan con otra de su mismo color, y para que se muevan, debemos desplazarnos con nuestro átomo por la pantalla para desencadenar el movimiento de las bolas restantes.

¿Fácil? Para nada: tomando por supuesto que sus programadores han colocado concienzudamente obstáculos y unido esferas para dificultar las cosas, las leyes de la física entrarán en juego activamente: nos ayudarán a veces, mientras que en otras nos la jugarán, haciendo que átomos de distinto calibre impacten. ¿El resultado de este impacto? La aparición de otra pequeña esfera en pantalla.

Si nos damos prisa, podremos absorberla y desaparecerá del mapa, ganando energía… pero si transcurren unos segundos, el pequeño engendro crecerá, pasando a formar parte de la familia de átomos. Y los átomos grandes explotan al pasar el tiempo, si no hemos conseguido emparejarlos, menguando nuestra sufrida barra de energía. Traduciendo rápidamente: como nos volvamos locos, en un pis pas tendremos la pantalla completamente saturada de bolas, mandando a la porra -entre otros destinos- la partida.

Emotion Spectrum

Heredando el manejo de nuestra esfera desde el mítico Asteroids de Atari, la inercia se convierte en la auténtica protagonista del juego; además, otro elemento del legado asteroide será el tener en cuenta que los límites de la pantalla se encuentran conectados: si salimos por la derecha, ¡Chás! apareceremos a tu lado por la izquierda. Un sistema de control que debía alertar, como requisito indispensable, de cantidades ingentes de paciencia.

En fin, que no se si realmente E-Motion es el primer juego que trasladó el nuevo siglo a los ordenadores personales, o si realmente es el programa que el mismísimo Einstein elegiría para pasar los ratos muertos, pero aún a día de hoy, su propuesta sigue manteniéndose tan original y adictiva como cuando jugué en mi Inves 286 hace dieciocho años. Aunque claro, parafraseando al bigotudo, todo es relativo.