Siempre resulta un placer hablar de los grupos de programación españoles de la era de los ocho bits, los cuales casi siempre se ocultaban tras la distribuidora de turno, en este caso Zigurat. La gente de Arcadia Software desarrollaron en su día tres arcades -como no podía ser de otra manera- en los que avanzar y destruir era nuestra máxima aspiración; sin embargo, si bien hay que decir que en Arkos y Curro Jiménez el desarrollo del juego podía llegar a hacerse monótono, con su tercer producto sí que dieron en la tecla; El Poder Oscuro debería permanecer escondido en el lugar de los buenos recuerdos de los que jugamos en aquella época.
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Los packs de Dinamic
Aprovechando el afán coleccionista que me arrebata en los últimos tiempos, he podido conseguir recientemente material retro que añadir a las estanterías de exposición que tengo por casa. Dos de dichas adquisiciones vienen de la casa de los hermanos Ruiz, salieron en su día de aquella famosa mansión en la que tantas joyitas lúdicas llegaron a gestarse. Y no llegan solas, sino todo lo contrario.
Retrovisión: Stardust, Topo Soft (1987)
Aunque el género del matamarcianos sea de los más añejos que podamos recordar, y desde luego, no fueran pocos los programas de entretenimiento que podían encasillarse en dicho género durante los años ochenta, el software español de los ocho bits no se prodigó en demasía en tal género.
Si tiramos de registro de memoria, ustedes seguramente contestarían que Phantis fue un buen juego, que Meganova cumplió más o menos, que Megaphoenix significó un bonito homenaje a cierto clásico o que Silent Shadow acabó siendo un quiero y no puedo; yo les añado un programa que recuerdo con cariño, puesto que fue de los primeros que pude disfrutar en mi MSX. Polvo estelar.
Retrovisión: Oh Mummy! ¡Una momia que habla!
Toca de nuevo afinar en la puntería que dispara el arco de la nostalgia. Los ocho bits, nuestra habitual diana marcada con cuatro colores bien representados, de los cuales en esta ocasión nos quedaremos con la tonalidad del Amstrad CPC, aunque seguro que podemos marcar un par de colores más. Si es cuestión de afinar, como digo, rotularemos nuestra flecha con el nombre de Oh Mummy!, exclamación que cualquiera podría gritar al ver el producto de Gem Software, o, concretando mucho más, al escuchar un par de veces su hipnótica melodía. No era demasiado larga. Más bien intensa. Duraba diez segundos, pero ¿a que era fácil de aprender?
Retrovisión: Dustin, Dinamic (1986)
Que un preso se llame Kid Saguf desde luego es para sospechar de él, mucho más que de un tal Michael Scofield con todo el plano de la prisión tatuado en su cuerpo. El caso es que el tipo este, Saguf, parece un enclenque sin mucho cerebro, lo cual le vale para que pase desapercibido y los guardias ni le echen cuenta. Hasta que se lía a mamporros con el primero, claro.