Se ha hecho esperar unos cuantos años, pero ya puede decirse que las consolas de la presente generación tienen un Crysis corriendo dentro de sus circuitos. El resultado final de esta segunda entrega es bastante satisfactorio a todos los niveles, con pocos defectos que achacar y un logrado equilibrio entre una campaña interesante y de aceptable duración, y un multijugador que mezcla el característico estilo de poderes del nanotraje con el sistema de niveles y habilidades de los Call of Duty.
El concepto de la vida en un videojuego va prácticamente atado al propio concepto de juego desde los orígenes; si nos paramos a pensar por unos momentos, quizás resulte osado emplear el término «vida» para referirnos a cada una de las oportunidades que nos otorga una partida, pendiendo siempre de un hilo que puede cortar un puñetero enemigo o un agujero colocado con muy mala leche.
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Después de una entrega que no respondió a las expectativas, y con una competencia en el género simbolizada en las entregas de Virtua Tennis para 360 y PS3, las cuales tampoco puede decirse que estuvieran a la altura de su nombre, me sorprende gratamente el nivel que consigue alcanzar este Top Spin 4, hasta el punto de que no sería osado alzar la voz y otorgarle varias bolas de partido en su intento por lograr ser el mejor juego de tenis que uno recuerde.
Mi experiencia jugando a Dragon Age II me ha dejado algo frío, sobre todo porque mientras que aporreaba una y otra vez el botón de ataque en sucesivas confrontaciones, me preguntaba el posible porqué de este cambio de rumbo, la renuncia a un estilo añejo, clásico, que exudaba por todos sus poros aquella vieja esencia vivida en los peligrosos parajes que visitamos al franquear la puerta de Baldur. Una apuesta por la simplificación, que quizás a algunos contente, pero que a la gran mayoría que disfrutó la primera entrega dejará algo perplejos.
Y mira que lo dije, repetí y volví a insistir. Que no me compro otra consola de Nintendo, después de una y mil revisiones, una más a doscientas cincuenta machacantes, con el especial aliciente de que las cosas salen de la pantalla y te dan en el hocico, están tan vivas que se ven en relieve y no hacen falta gafas para verlo. Mentira cochina. Yo sin mis gafas no veo las 3D, ni media D, ni el botón del volumen siquiera…