Se ha hecho esperar unos cuantos años, pero ya puede decirse que las consolas de la presente generación tienen un Crysis corriendo dentro de sus circuitos. El resultado final de esta segunda entrega es bastante satisfactorio a todos los niveles, con pocos defectos que achacar y un logrado equilibrio entre una campaña interesante y de aceptable duración, y un multijugador que mezcla el característico estilo de poderes del nanotraje con el sistema de niveles y habilidades de los Call of Duty.
Crysis 2, no obstante, tiene su mayor banco de pruebas en el rendimiento gráfico, debido al brutal precedente de la primera entrega, aquella bestia visual capaz de devorar memoria RAM y chipsets gráficos a ritmo descomunal. El juego estrena la siguiente versión del CryEngine, capaz de exhibir una gran cantidad de elementos en pantalla, un detalle muy notable, una admirable línea de visión y, por encima de todo, la iluminación dinámica de la que hace gala, seguramente la mejor que podamos ver actualmente en la presente generación.
La prueba, sin embargo, se hace a ratos demasiado dura para la potencia de 360, y la tasa de imágenes por segundo se resiente en más ocasiones de las que uno desearía. No se llega a hacer injugable nunca, pero sí que se nota mucho, siendo un toro con el que un usuario de consolas no está acostumbrado a lidiar. Aún así, en este sentido, Crytek saca buena nota aunque lejos del sobresaliente.
Por su parte, la BSO corre a cargo de Hans Zimmer, un maestro cuya trayectoria en el mundo del cine deja poco lugar a dudas -de hecho, aún resuena en mi cabeza la genial melodía de Origen-. Como era de esperar, escucharemos melodías que encajan como un guante en la acción del juego, e incluso quizás seamos capaces de rememorar y relacionar un corte con alguna de sus películas cuando estemos jugando.
La historia que nos cuenta la campaña la protagoniza Alcatraz, el enésimo héroe en plan «último bastión de la humanidad» ante la amenaza del contagio de un extraño virus y la invasión alienígena. Un argumento trillado que, sin embargo, es narrado con acierto y sin caer en la monotonía en ningún momento. Si habéis jugado a Crysis, os chocará al principio toparos con una gran cantidad de eventos «scriptados», al más puro estilo Call of Duty, pero la verdad que se mezclan perfectamente con las confrontaciones con los soldados «made in Crytek«, en los que tendremos carta blanca a la hora de preparar y lanzar nuestro ataque.
Una vez más, el nanotraje posibilita que dichos ataques tengan una variedad fuera del alcance de cualquier otro FPS del mercado, pudiendo optar por el sigilo que nos otorga la invisibilidad, el ataque frontal combinado con el aumento de fuerza y protección del traje, o la preparación de ataques tácticos, de forma que apuntemos a nuestros objetivos antes de pasar a la acción, siendo posible la personalización dinámica de armas dependiendo de la situación que vayamos a encarar.
En este sentido, la IA de la CPU no es todo lo perfecta que uno desearía, aunque tampoco es tan mala como la han pintado en algunas críticas de sitios especializados. Los soldados suelen reaccionar de manera lógica a nuestros ataques, siendo lo más sangrante la puntería «extrasensorial» de algunos enemigos, capaces de acertarnos desde lugares recónditos o detectarnos a través de muros de granito.
Por su parte, el multijugador lo firman los antiguos Free Radical, recordados por los TimeSplitter y por el injustamente -a mi parecer- vapuleado Haze, que ya contaba con un apartado multiplayer bastante decente. En Crysis 2 se toma claramente la inspiración de los niveles y el desbloqueo de habilidades de los últimos CoD, a la vez que se gestiona con mucho acierto los poderes del nanotraje; es verdad que los niveles «novatos» están demasiado vendidos en las primeras partidas, pero si el match está igualado merecerá mucho la pena.
En resumen, Crysis 2 supera una dura prueba, estar a la altura de un nombre que ha dado mucho que hablar en el terreno del PC, logra borrar de un plumazo aquella frase que decía que Crysis nunca podría correr en una consola, a pesar de que la estabilidad y fluidez del framerate se resienta en más de una ocasión. Una compra obligada para el buen catador de FPS.
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