A falta de pocas semanas para que el estreno de The Expendables (o Los Mercenarios como se llamará aquí) vuelva a recuperar el sabor del cine de acción descerebrada de los ochenta, recupero hoy una conversión de película a videojuego realizada, cómo no, por la británica Ocean, en la que Sylvester Stallone es protagonista absoluto. La tercera entrega de Rambo se situaba en Afghanistán, y las tropas soviéticas habían capturado al pobre del coronel Trautman -era muy típico llamarle Truman por estos lares-, así que la solución estaba clara: mandar a un tal John Rambo a que cumpliese esa sencilla misión.
En el juego de Ocean, el cual tuvo versiones para prácticamente todos los ordenadores de la época, tanto en 8 bits (Spectrum, Amstrad, Commodore 64 y MSX) como Atari ST y Amiga en 16 bits, se dividía en dos partes bien diferenciadas. La primera es la más recordada, mientras que la segunda resultaba fácilmente olvidable. La perspectiva cenital con la que afrontábamos la primera fase nos permitía tener una visión clara de cada pantalla -el juego avanzaba a pantallazos, nada de scroll-, en la que manejábamos a nuestro héroe infiltrado en la base enemiga.
Los enemigos poblaban cada localización, realizando rondas de vigilancia gobernadas por rutinas fijas, que únicamente se veían alteradas si nos cruzábamos en su línea de visión. En ese momento se volvían locos y pasaban a estado berserker, yendo en plan kamikaze a por nosotros, ametralladora en mano. Rambo poseía un medidor de energía extremadamente peculiar, representado por su propia faz, la cual se iba tornando en calavera progresivamente, a cada roce enemigo o proyectil hostil.
En principio sólo disponíamos de un cuchillo de muy poco alcance para acabar con los enemigos, pero repartidos por el extenso mapeado de la fase se encontraban otros ítems, entre ellos un arsenal compuesto por una pistola, minas, y el famoso arco de flechas explosivas que tanto le gusta a nuestro protagonista. El planteamiento del juego mezclaba con sabiduría la acción del combate y la videoaventura, ya que era absolutamente necesario recorrerse el mapeado para encontrar ciertos objetos y lograr avanzar. Un curioso ejemplo: usar la pistola sin haber encontrado el silenciador previamente significaba alertar a los guardias una y otra vez.
Otro ejemplo: para salir del cuartel debíamos encontrar y activar cierto interruptor para poder traspasar la verja metálica que nos llevaba a los exteriores del campo de concentración. También era imprescindible localizar el detector de minas, ya que estos artefactos se ocultaban traicioneramente y nos impedían el paso en nuestro camino por salvar a Trautman. Las gafas de visión infrarroja resultarían útiles conforme avanzábamos en esta extensa fase, ya que nos permitían detectar rayos infrarrojos que activaban la alarma y lanzaban a la patria rusa contra nosotros. Un auténtico homenaje a los primeros Metal Gear, encontrándonos pantallas con camiones enemigos muy similares a los que podíamos ver en ciertas secciones del juego de Konami.
Por desgracia, la segunda parte del juego se desarrollaba en el interior de un tanque, con vista subjetiva y un puntero que movíamos a lo largo de la pantalla, al estilo Operation Wolf pero malamente, con un número desproporcionado de enemigos y un scroll de pantalla brusco y algo cutre.
La parte visual destacaba bastante en la primera fase, puesto que el detalle de Rambo y de las localizaciones que recorríamos era notable, con multitud de detalles. El juego, salvo en las versiones «mayores», era prácticamente monocromo, con mayoría de amarillo en Spectrum / MSX y empacho de naranja en Amstrad CPC. Por cierto, aquí tenemos de nuevo al maestro Jonathan Dunn dejando su impronta con una impresionante melodía que sonaba en la versión de Commodore 64 durante el juego, limitándose las otras versiones 8 bits a una característica fanfarria en el menú principal.
Un juego, en conclusión, cuyo nivel principal se salía de lo habitual en este tipo de conversiones y que merece ser recordado por ello. Antes de que se me olvide, comentaros que este cassette, concretamente en su versión Spectrum, se convirtió en una de las últimas incorporaciones a mi retro-colección, vía mercadillo del Jueves sevillano y tras arduas y efectivas negociaciones de Chicazul y su fiel Makita. A continuación adjunto instantáneas de dicho ejemplar, en buen estado.
Buen articulo 🙂
Recuerdo el juego más antiguo, parecido al Commando, pero a este no lo jugué nunca.
En cierto modo me recuerda al Dustin, que empezabas en una carcel y había enemigos que tenías que evitar ya que no llegabas armas y había tu inventario y tenías que ir a sitios buscando llaves e iterruptores y cosas varias.
Lo de «la cara de Rambo pasa a ser esqueleto» también me recuerda al Terminator, que salía también la cara del «chuache» y se iba volviendo un esqueleto.
La segunda parte del videojuego de Batman no transcurre en el manicomio de Gotham… aquí dan pistas para saber dónde http://bit.ly/cjcHtb qué bueno, qué ganas
La seguinda parte del juego no era la del tanque,era una bastante buena graficamente,en la que debiamos detonar 8 explosivos para destruir la base enemiga, con un mapeado extenso aunque algo mas corto que la primera fase,una vez colocados debiamos encontrar un helicoptero para poder huir, entonces accedemos a la fase del tanque, a mi juicio la mas floja del juego y sacada de la ultima fase de la maquina recreativa de dicha pelicula.
Josepzin, el primer Rambo puede recordarte algo al Commando aunque podiamos incluso pilotar un helicoptero en un par de fases?, el juego se hace corto sabiendo lo que hacer y solo la fase final contral el helicoptero ruso puede hacerte volver al principio del juego, Rambo III es mucho mas juego en todos los sentidos que su precedesora tambien salio un par de años despues dicho sea de paso, es que los juegos mejoraban en tan solo unos pocos meses una barbaridad,saludos a todos.
Por cierto la ultima fase en version Commodore 64 es bastante peor graficamente que la de Amstrad, creo incluso que es superada por la version SPECTRUM, vaya graficos parecen del año 85 o 86, con la de grandes juegos que tenia Commodore sobre todo a nivel grafico ese año 88.
Hola Pedja y Josepzin,
Pues pese a la cantidad desproporcionada de enemigos, me lo terminé…
Es cierto, había 2 versiones del Rambo, la primera que se basaba en la segunda película y la tercera…La primera era difícil de narices, nunca me la terminé…Y por cierto (no sé si JonnyCeuta lo recordará) Rambo era como el helicóptero en tamaño (más o menos), yo siempre pensé que en vez de subir a él, lo llevaba a cuestas…XD…
El Rambo III tenía unos gráficos muchísimos mejores que los del «First Blood Part II».