Ante un juego tan peculiar, old-school y puñetero como este Prinny de PSP, cedo la palabra encantado a mi compañero DarkOuterHeaven. Sírvanse…
Qué criaturas, los Prinnies. Si habéis disfrutado de los cojonudos Disgaea, conoceréis a esos adorables espíritus, serviciales en la misma medida que traicioneros y despreciables. Estos antiguos humanos, reencarnados como pingüinos, se han convertido por méritos propios en las mascotas de un estudio peculiar como ellos solos.
Cómo se suele decir, nos han salido más papistas que el Papa, y es que este estudio americano ha conseguido destilar la más profunda y friki esencia del país del sol naciente, trasladándolo a sus videojuegos con muchísimo arte y no menos mala leche, en la práctica totalidad de los aspectos.
El dulce y oscuro objeto de deseo de Etna
El Netherworld, algo así como “el otro mundo” o “el Hades” es el escenario elegido para el martirio de nuestros prinnies. Es una tierra de demonios y no muertos donde no hay espacio para la muerte o el dolor, pese a lo que pudiera parecer. Sin ir más lejos, nuestros cientos de prinnies no tienen por objeto más que reunir los ingredientes necesarios para cocinar el Ultra Postre, que la encantadora demonio Etna (de Disgaea la conoceréis) anhela sobre todas las cosas. O al menos desde hace un rato, pero es lo que conlleva tener un ama caprichosa y mandona.
Con ayuda de una bufanda mágica que evita en cierto modo la explosión de los prinnies (tal y cómo suena) nos embarcamos en la búsqueda del postre definitivo. En nuestro camino, muchos enemigos pero que muy puñeteros y una buena cantidad de jefes finales.
Una tonelada de Prinnies, por favor
Cuando uno se enfrenta a un plataformas y lo primero que ve es que el juego le da la bienvenida con cerca de mil vidas, puede sufrir de cierto resquemor inicial. La cuestión es que está totalmente justificado, créanme. Y es que este Prinny no es un plataformas de la vieja escuela. No señor, es indudablemente peor. Es un homenaje al locuelo Sir Arthur, y una demostración de que no es necesario llevar por título Ghouls & Ghosts para provocar ataques de histeria al jugador.
Un auténtico homenaje porque al igual que en el traga-monedas de Capcom, poseemos un salto cuya dirección no se puede cambiar, salvo con otro salto. También, como en la obra de nuestro caballero de brillantes calzoncillos, cada enemigo y cada obstáculo están colocados con una mala baba concienzuda, casi artística. Así pues disfrutamos de unos niveles construidos a escuadra y cartabón con el simple objeto de poner a prueba nuestra pericia. Esto es Prinny.
Como armas, incalculables dosis de paciencia y las espadas de nuestro prinny. Básicamente, los controles se reducen a dar espadazos, saltar (con su doble salto reglamentario), dar un “culazo” aéreo, hacer un traicionero dash y atacar desde el aire con un efectivo y espectacular efecto. Con esto y con nuestro buen ojo tenemos que apañarnos para ir avanzando, memorizando caminos y rutinas enemigas mientras el número de prinnies de nuestras reservas es diezmado. Y sí, puede ser inmensamente frustrante, pero aún más divertido.
Nippon Ichi 2DS
Justo ahora que tan de moda se está poniendo la parafernalia 3D, quizás es buen momento para volver a unas impecables 2D de las de siempre. Como en muchos otros trabajos del equipo, nos regalan unos gráficos simples y minimalistas a la par que preciosos, con un gusto especial por el detalle. La estética propia de Disgaea inunda de nuevo el Netherworld, no así la mecánica que tanto se distancia de estos magníficos SRPGs. En definitiva, una apuesta alejadísima de los caminos que NIS suele patear, pero acertada en todos los sentidos.
Por si fuera poco, conserva el característico y malévolo sentido del humor de la “saga”, además de hacer gala de una música jovial y particular, como sólo ellos saben hacer. Una joyita portátil del 2008 sólo para pacientes y amantes de los retos. ¿Te atreves?