Inmerso en una corriente de fiebre manga-animé, una de tantas en las que pude estar en la adolescencia, se convertía en todo un acontecimiento asistir al trasvase a videojuego; en muchas ocasiones, daba igual si el título final era mejor o peor -salvo desastrosas excepciones insalvables-, porque lo que importaba era ver al Goku de turno repartiendo leches a diestro y siniestro en tu televisor y controlado por tí.
En el caso que hoy nos ocupa, Ranma 1/2 Hard Battle llegaría en 1994 en forma de versión PAL para nuestros sistemas Super Nintendo, aunque saliera un año antes en Japón, resultando a la postre el único juego protagonizado por el chico-chica de la trenza que viera la luz en nuestro país. Gracias a la conjunción astral que formaban los videoclubs, el alquiler, la importación y los adaptadores de formato, podíamos jugar a la versión japonesa antes que a la conversión europea, que en muchas ocasiones ni siquiera llegaba y si lo hacía, siempre llegaba con algún tipo de recorte.
Ranma 1/2 Hard Battle presentaba una amplia representación de personajes, directamente extraídos del anime de Rumiko Takahashi, por cierto, emitido en nuestro país vía Antena 3. Desde las dos formas posibles de Ranma hasta su eterno enemigo Ryoga, pasando por la plantilla de ‘aspirantes’: Shampoo, Akane o Ukyo, y personajes bastante carismáticos como el padre de Ranma o el tétrico Gosunkugi.
¿Alguien ha visto a un panda corriendo?
El juego en sí tampoco pasaría a la historia si sólo nos fijáramos en su base jugable: un ‘one-vs-one‘ donde cada personaje dispone de dos o tres golpes especiales, y lo derrotaremos si vencemos al mejor de tres combates. Evidentemente, el quid de la cuestión se encuentra en poder ejecutar las técnicas más conocidas de los inefables personajes: aplastar al contrincante con Genma Saotome en forma de panda, horadar la tierra con el dedo según aprendió el despistado Ryoga o utilizar los trucos sucios de Mousse.
En contra del juego, que el desplazamiento de los luchadores era demasiado lento. Algunos ataques especiales se ejecutaban de forma diferente al estándar «Street Fighter II«: consistía en mantener pulsado un botón a modo de recarga, y soltarlo en el momento culminante. Además, el modo historia venía personalizado para cada combatiente, mostrando escenas introductorias tan absurdas como el irónico humor que destilaban los mangas.
Además, a nivel técnico presentaba escenarios bastante originales y coloridos, aunque quizá la animación de algunos personajes era demasiado cutre. A nivel musical era extraordinario, y curiosamente, el doblaje japonés se cambió al ser distribuido en Europa, perdiendo bastante. La perpetración PAL no quedó aquí, puesto que muchos de los nombres de los personajes fueron inexplicablemente cambiados, en una suerte de Lost in Translation sin pies ni cabeza. Ya no jugabas con Akane, sino con Adeline. Mousse era Mathias, Ukyo se cambió por una tal Frederic… un despropósito. Recomiendo pillar la versión japo para probarla en emulador.