Juegos de lucha especiales #3: Metal & Lace, lucha hentai

El nombre completo atendía a Metal & Lace: The Battle of the RoboBabes. Aunque ahora parezca algo más que cotidiano, encontrar un videojuego erótico, concretamente de carácter hentai allá por 1993 era bastante complicado, -mas difícil aún que estuviera medianamente currado- lo cual, con toda seguridad, hacía que el posible interés sobre el mismo aumentara considerablemente.

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Juegos de lucha ‘especiales’ #2: Ranma 1/2 Hard Battle

Ranma Cover

Inmerso en una corriente de fiebre manga-animé, una de tantas en las que pude estar en la adolescencia, se convertía en todo un acontecimiento asistir al trasvase a videojuego; en muchas ocasiones, daba igual si el título final era mejor o peor -salvo desastrosas excepciones insalvables-, porque lo que importaba era ver al Goku de turno repartiendo leches a diestro y siniestro en tu televisor y controlado por tí.

En el caso que hoy nos ocupa, Ranma 1/2 Hard Battle llegaría en 1994 en forma de versión PAL para nuestros sistemas Super Nintendo, aunque saliera un año antes en Japón, resultando a la postre el único juego protagonizado por el chico-chica de la trenza que viera la luz en nuestro país. Gracias a la conjunción astral que formaban los videoclubs, el alquiler, la importación y los adaptadores de formato, podíamos jugar a la versión japonesa antes que a la conversión europea, que en muchas ocasiones ni siquiera llegaba y si lo hacía, siempre llegaba con algún tipo de recorte.

Ranma 1/2 Hard Battle presentaba una amplia representación de personajes, directamente extraídos del anime de Rumiko Takahashi, por cierto, emitido en nuestro país vía Antena 3. Desde las dos formas posibles de Ranma hasta su eterno enemigo Ryoga, pasando por la plantilla de ‘aspirantes’: Shampoo, Akane o Ukyo, y personajes bastante carismáticos como el padre de Ranma o el tétrico Gosunkugi.

Ranma

¿Alguien ha visto a un panda corriendo?

El juego en sí tampoco pasaría a la historia si sólo nos fijáramos en su base jugable: un ‘one-vs-one‘ donde cada personaje dispone de dos o tres golpes especiales, y lo derrotaremos si vencemos al mejor de tres combates. Evidentemente, el quid de la cuestión se encuentra en poder ejecutar las técnicas más conocidas de los inefables personajes: aplastar al contrincante con Genma Saotome en forma de panda, horadar la tierra con el dedo según aprendió el despistado Ryoga o utilizar los trucos sucios de Mousse.

En contra del juego, que el desplazamiento de los luchadores era demasiado lento. Algunos ataques especiales se ejecutaban de forma diferente al estándar «Street Fighter II«: consistía en mantener pulsado un botón a modo de recarga, y soltarlo en el momento culminante. Además, el modo historia venía personalizado para cada combatiente, mostrando escenas introductorias tan absurdas como el irónico humor que destilaban los mangas.

Además, a nivel técnico presentaba escenarios bastante originales y coloridos, aunque quizá la animación de algunos personajes era demasiado cutre. A nivel musical era extraordinario, y curiosamente, el doblaje japonés se cambió al ser distribuido en Europa, perdiendo bastante. La perpetración PAL no quedó aquí, puesto que muchos de los nombres de los personajes fueron inexplicablemente cambiados, en una suerte de Lost in Translation sin pies ni cabeza. Ya no jugabas con Akane, sino con Adeline. Mousse era Mathias, Ukyo se cambió por una tal Frederic… un despropósito. Recomiendo pillar la versión japo para probarla en emulador.

Ranma 2

Juegos de lucha ‘especiales’ #1: ClayFighter

Clayfighter

Comienzo hoy una serie de artículos sobre los ‘Fighting games’ que, por una u otra razón, se han salido de los cauces normales de su género en la historia del videojuego. El juego del que hoy os hablo es ClayFighter, y el motivo por el que lo considero ‘especial’ reside en el curioso material del que están hechos sus personajes: plastilina.

El videojuego de Interplay utilizaba la técnica denominada Claymation, que consistía en fotografiar uno por uno todos los movimientos de los muñecos de plastilina, para posteriormente digitalizarlos y conformar las divertidas animaciones de este título. Básicamente, esta técnica la hemos podido ver, por ejemplo, en los descacharrantes episodios de la serie Pingu, con su inolvidable música de cabecera incluída, o en el inolvidable The Neverhood.

Y hablando de música, la otra gran peculiaridad de ClayFighter residía en su banda sonora. Recuerdo quedarme gratamente sorprendido cuando introduje el cartucho en la Super Nintendo y comenzó a sonar una pegadiza canción ¡cantada! que comenzaba «Clay fighters, clay clay fighteeers» y duraba algo más de un minuto. Todo un hito por aquella época, en la que no estábamos acostumbrados a escuchar algo así en un cartucho de consola.

Clayfighter

Personajes muy flexibles

Los personajes poseían bastante personalidad y estaban ampliamente diferenciados, aunque, como todo el juego, orientados a causarnos más de una sonrisa. Desde un espagueti con ojos saltones a Helga, una vikinga de armas tomar con casco y todo, pasando por el misterioso y ermitaño Bad Mr. Frosty, el muñeco de nieve, o el terrorífico Ickybud Clay, básicamente, un fantasma con una calabaza de Halloween por cabeza que toma su nombre de retorcer a Ichabod Crane, el famoso jinete sin cabeza de Sleepy Hollow. También había sitio para Elvis de plastilina, luchadores de Pressing Catch y payasos diabólicos. Una plantilla digna de ver.

Seguramente, el apartado jugable era lo más flojo de ClayFighter, ya que, aunque los personajes gozaban de varios movimientos especiales al más puro estilo Street Fighter II, la variedad de golpes y movimientos no era demasiado elevada, y tampoco era sencillo enlazar combos. Aún así, resultaba un título sencillo de jugar desde el primer momento.

Clayfighter

ClayFighter recibió varias secuelas: C2 Judgement Clay también para Super Nintendo, parodiando a la segunda peli de Terminator, y ClayFighter 63 1/3 para Nintendo 64, y jugando con la original idea de ponerle el numerito dichoso a cada juego que saliera para dicha consola. El original era muy superior a sus continuaciones, que recibieron críticas bastante mordaces en su día.