Hace algún tiempo vi una entrevista a Toby Gard, el creador de la franquicia Tomb Raider; escuché con asombro una parte de la entrevista en el que Gard decía que la mayoría de los seguidores de la saga se confesaban unos auténticos exploradores de lo macabro, rebuscando las mil y una formas de hacer que Lara Croft muriese dentro del propio juego. La física implementada y los variopintos movimientos de la protagonista formaban un cóctel explosivo que derivó en miles de sádicos puppeteers. Pero aún más curioso resulta comprobar la auténtica plétora de animaciones de muerte que luce Lara en el último Tomb Raider. Homenaje mortal.
Review Tomb Raider Definitive Edition
Y es que Lara se ve envuelta en una histérica persecución en la que pocos instantes le otorgarán un respiro de tranquilidad. La parca y su guadaña acechan sin descanso, y en más de una ocasión se riza el rizo de forma hilarante: si aparece un avión, fijo que se estrella cerca de Lara; si cruza un puente, ya lo pueden haber hecho los ingenieros más afamados del mundo que tiene todas las papeletas de partirse. En ocasiones parece que estamos protagonizando una entrega de Destino Final, sólo que nuestra joven exploradora es bastante más lista que los protas de la peli, y que la propia parca.
Evidentemente, todos estos sucesos scriptados elevan el ritmo de juego hasta el infinito, manteniendo al jugador en tensión constantemente. Y es que Lara comienza su aventura de forma accidentada y dubitativa, pero una vez que cometa su primer asesinato en defensa propia y se lamente amargamente por ello, descubriremos un parentesco lejano con la familia de los Bauer, manejando el arco y un buen puñado de armas de fuego de forma aterradoramente certera. Y conste que a Lara no le hacen falta 24 horas para cargarse a media isla; con las 12 horas que dura la campaña tiene más que suficiente.
Abstrayéndonos de estas vicisitudes, Tomb Raider fue y es un grandísimo juego, seguramente de los tres mejores del pasado año; tiene auténticos momentazos, conformando una gran combinación entre acción en tercera persona -por fin bien llevada en la saga, ya que siempre ha sido un punto bastante flojo en los anteriores títulos-, la habilidad a través de sus ‘plataformas‘ y la exploración. Todo aderezado con una envoltura muy cinematográfica en la que la evidente influencia de Uncharted está fantásticamente aprovechada.
Y si tuviera que quedarme con alguno de los ingredientes de este particular cóctel, volvería a mencionar la exploración, en especial las salas secretas: un auténtico homenaje a los primeros títulos de la saga en el que tendremos que darle al coco a base de bien, resolviendo puzzles para activar correctamente los mecanismos que nos lleven a hacernos con el tesoro escondido de marras. Se echaba de menos esta mecánica.
En lo que respecta a Definitive Edition –realizada por los canadienses United Front Games para Xbox One-, se han mejorado un buen número de elementos visuales de un conjunto que ya, de por sí, era sobresaliente. Ojo, sobresaliente si utilizamos la barra de medir de la generación previa. En la actual, la evaluación debe ser mucho más severa; el principal añadido se basa en el TressFX, que hace mover el cabello de Lara de forma tremendamente realista, aunque hay veces que no funciona del todo bien, como cuando cae en la trampa del principio y queda colgada boca abajo: la coleta reacciona de forma veraz, pero el flequillo se queda impertérrito en su sitio.
En general, son los efectos de partículas lo que juega a favor de Definitive Edition, dentro de la comparación con el título de la pasada generación. Mi opinión, sin entrar en un análisis técnico profundo ni nada por el estilo, es que sólo notaremos la mejoría los primeros minutos, desvaneciéndose tal sensación conforme avancemos en nuestras horas de juego. Bien es verdad que el rediseño de las facciones de Lara lo notaremos hasta la conclusión de la aventura, aunque a mí me caía más simpática antes del lifting.
El tema de los frames por segundo ha levantado algo de polémica, ya que en Xbox One corre a 30 FPS, mientras que en PS4 parece ser que alcanza los 60, pero con más altibajos. En este sentido, yo lo tengo claro: en un título de estas características, prefiero que la tasa de imágenes sea estable como una roca, ya que la fluctuación en dicha tasa puede llegar a hacerse molesta. Evidentemente, lo ideal siempre va a ser el poder contar con la mejor versión técnicamente hablando, pero hay que reconocer que el tema de los 60 FPS se aprovecha y disfruta en títulos cuyo género esté relacionado con la velocidad, y éste no es el caso; de ahí mi preferencia por una tasa de refresco menor y más sólida.
Es cierto que Tomb Raider Definitive Edition podía haber aprovechado, en términos de contenido, para extender aún más la aventura principal (se limita a recoger los DLC lanzados el pasado año para el modo multijugador, el cual no tuvo demasiada aceptación), pero también es verdad que sigue siendo una excelente opción para Xbox One o PlayStation 4… siempre que no poseas ya el título para la pasada generación. En ese caso, se hace más complicado justificar su adquisición, y quizás aquí podamos recomendar el tema de idear algún tipo de promoción para abaratar juegos que ya hayamos comprado previamente en versiones previas. Sea como fuere, la conclusión sigue siendo la misma que la del pasado año por estas fechas: Tomb Raider es un imprescindible.
Te puedo asegurar, amigo Jesús, que la tasa de imágenes de Tomb Raider en PS4 es de lo más estable. Esos altibajos aparecen solamente cuando estamos en el meollo de grandes explosiones y demás efectos, del mismo modo que en Xbox One también existen bajones por debajo de los 30 fps. Es que me da rabia que se saquen tanto a relucir cuando no tiene más rascaduras que la de ONE; y justo cuando en la máquina de Sony se tiene una virtud y una ventaja con respecto a este juego (y otros tantos), los medios tratan de darle la vuelta como sea xD