Tras ser arrasado por el hype que acompaña a cada uno de los pequeños momentos que se viven cuando adquieres y abres un sistema de videojuegos nuevo y del paquete, paso a escribiros algunas de mis primeras impresiones con Xbox One; no pretenderé ser demasiado técnico ni minimalista; como digo siempre, para análisis exhaustivos ya hay cientos de páginas webs. En este caso, me centraré en sensaciones cercanas y directas, tanto con el hardware como con el software adquirido. Welcome to a new generation.
Impresiones Xbox One
En mi caso, el pack que adquirí es el que tenía reservado desde finales del mes de septiembre, el cual incluía la consola con su disco duro de 500 Gb, el mando, el cable HDMI -ojito a esto, que os veo a más de uno comprando el cable por separado; por una vez, el sistema provee de este crucial componente: algo que debería ser obligatorio-, los cascos, la segunda generación de Kinect, el adaptador de corriente molón y tochaco y un par de tarjetitas con código QR para canjear tanto FIFA 14 como un logro muy especial: Day One.
Es cierto: el hype previamente mencionado, mezclado y agitado en una coctelera con las primeras fechas de salida de una nueva consola derivan en un combinado altamente explosivo. Corremos un elevado peligro, el cual consiste en encontrarte con una máquina que exhiba taras, defectos de montaje o errores de los que suelen venir incluidos en la hornada más madrugadora. Las luces rojas de la muerte centellean sin cesar en la oscuridad, advirtiéndonos de que hay que echarle valor al asunto -y quinientos pavos- para arriesgarnos.
Por ello, es de agradecer que Microsoft otorgue una especie de premio -con la parafernalia del «Day One«- a todo aquel que cruce el umbral del peligro, aunque se podían haber estirado algo más. Por ejemplo, que la propia consola incluyera ese distintivo sería un buen detalle. Al final, todo queda en un logro exclusivo para el jugador que lo canjee, y en el logo de Día Uno impreso en el control pad. El tema de «Day One» se ha extendido a algunos juegos de lanzamiento, como Ryse, Dead Rising 3 o Forza Motorsport 5, incluyendo tales ediciones algunos extras en forma de contenido descargable.
Unboxing Xbox One
Extraer todo el contenido de la caja de la consola me llevó su tiempo; vuelvo a repetir que estamos hablando de una experiencia cercana a los quinientos euros, así que había que tomárselo con calma.
– «Mira, este plástico que cubre el adaptador de corriente vale 20 euros, ni se te ocurra romperlo con las ansias»
– «Eh, cuidadito con el cacharro este que anuda los cables, que eso son 5 euros, igual por eBay le saco algo…»
– «Esnife usted el aroma a tecnología nueva. Son 3 euros la calada».
Estos y otros variados pensamientos son los que a uno le surcan por la cabeza mientras monta todo el tinglado. En temas de diseño y material, todo se ve muy cuidado. Se juega mucho con la dualidad mate/brillo, siempre sobre tonalidades negras. También se aplica a la propia consola, la cual sigue teniendo resemblanzas genealógicas con un vídeo VHS, pero en el cara a cara no me parece tan burda o tocha como se podía apreciar en fotos. Acabará calando su aspecto; por su parte, el propio adaptador AC también está dividido en dos partes, una con brillo y otra sin él: tiene estilo. Los cascos tienen un diseño mucho más atractivo que los que traía la Xbox 360, y el control pad toma como base la versión silver del mando de Xbox 360.
Así, el pad es algo más compacto en cuestión de tamaño, se mantienen los sticks con buenos agarres para que el dedo no deslice con el uso, y se agrega el tema de la vibración en los gatillos, algo que puede dar mucho de sí (aunque no he podido probar Forza 5, muchas opiniones confirman que se le saca buen partido a la hora de simular el manejo del coche). Me encanta el toque de diseño en los botones con letras de color sobre fondo negro: pijadilla sí, pero con gusto, algo que suele residir en los detalles. Y hablando de detalles, palo gordo para Microsoft, ejecutado justo en el momento que descubro que el mando vuelve a funcionar con pilas, vendiéndose el clásico «carga y juega» con batería por separado. Mal aquí.
Cómo manejar Xbox One y otras aventuras
Conectando el cable HDMI al amplificador, y el Kinect 2.0 a la consola -no hará falta conectarlo por separado a la corriente, como así ocurriera con las primeras versiones del dispositivo y de Xbox 360-, ya está el tema calentito para comenzar. Enciendes y… actualización al canto. Buena nos ha caído con el temita de las descargas: de hecho, no se recomienda operar a full con la consola sin bajar este update inicial, que ocupa medio gigabyte de nada. Es un truco magnífico para ganar tiempo: el hardware está listo hace meses, el firmware ha sufrido retoques hasta el mismo día de su lanzamiento.
Una vez que la descarga nos ha soliviantado unos 5 – 10 minutos, lograremos entrar en materia con la consola. Tras comprobar que el sistema es bastante silencioso, resoplamos aliviados. Bastará trastear un poco para comprobar que el protagonista es, sin lugar a dudas, Kinect. Como si de la segunda forma de Freezer se tratase, el detector de movimientos de Microsoft ha ganado en potencia y sabiduría. Aún no ha alcanzado la perfección, pero ha efectuado gigantescos pasos en la senda de la victoria.
La diferencia con el primer Kinect es tan brutal que es difícil no pensar en lo peregrino que fue aquel lanzamiento. Kinect 2.0 tiene una resolución de captura de vídeo magnífica, y su amplitud de miras se traduce en pantalla, siendo capaz de identificar de un plumazo a dos personas sentadas en el sofá, etiquetándolas instantáneamente con su nombre de usuario. Y todo sin necesidad de inclinarse ni hacer reverencias.
Por su parte, la captura de voz funciona bien, sorprendentemente bien. Para poner un ejemplo claro y conciso, y que ustedes comprendan la magnitud del tema, Kinect One es capaz de llevarme a la pantalla de canjear código llamando a la consola por su nombre, con un tono bajito -detesto gritar salvo cuando marca Cristiano Ronaldo– y entonación andaluza. O sea, que esto funciona: «Xbox, Ir a Tienda, Juegos, Canjear un código». Pero es que esto TAMBIÉN: «Equisbó, Ir a Tienda, Juego, Canjeá un código». Flawless victory.
Y llegamos al menú de inicio, vemos la interfaz, y nos bloqueamos un poco. La remodelación es enorme. Se presentan de modo atractivo, pero nos cuesta un mundo encontrarlas. ¿Es realmente poco intuitiva dicha interfaz? Pues hombre, si tuviera que mojarme ahora, diría que algunas opciones parecen estar demasiado escondidas. Hay que ser justos también al decir que estamos manejando algo nuevo que, cuanto menos, tiene derecho a unos días de adaptación, pero creo que se han complicado la vida cuando tampoco había excesiva necesidad.
O sea, entiendo que quieras dar la sensación de algo fresco, renovado, como si de un anuncio de ambientadores se tratase. Un nuevo aroma llega a su salón. Pero puse a descargar FIFA 14 y tardé un mundo en encontrar la opción de ver mis descargas actuales; de hecho, no recuerdo como llegué allí. Eso sí, si te aprendes el camino, es realmente cómodo navegar hablándole al señor Kinect.
Quizá la feature más llamativa de la interfaz sea la posibilidad de pasar a segundo plano el videojuego o la aplicación actual mediante el botón de inicio, algo que nos lleva al menú, manteniéndose tal aplicación visualizada en una ventana, en la parte central de la interfaz.
Pero… ¿tiene Xbox One juegos?
Bueno, pues Xbox One sí que tiene juegos; el que no tiene soy yo. Algo he podido probar, de todos modos: FIFA 14, Killer Instinct, Dead Rising 3, Battlefield 4 y Need for Speed Rivals; de estos dos últimos publicaré análisis más adelante.
FIFA 14, es, en apariencia, el hermano guapo de las versiones que EA Sports lanzó para la generación anterior. Luce más fluido y más rápido, se recrea en las tomas de cámara donde se aprecia el subidón en los estadios y su animado público… manteniendo la base jugable sin cambios aparentes. Sin embargo, unos cuantos partidos después, descubres movimientos nuevos que hacen único a cada partido, o goles que nacen de jugadas nunca vistas en un título de la saga. Por suerte, queda muy lejos aquel pésimo estreno de generación que fue el FIFA Rumbo al Mundial 06 de Xbox 360.
Acerca de Killer Instinct, yo lo calificaría como un auténtico tapado que le ha comido la oreja a más de uno que no se lo esperaba. Es lo que tiene que sus creadores, Double Helix, contasen en su historial con algún título indigno como G.I. Joe The Rise of Cobra; en esta ocasión parece que han sacado la parte de talento que quizá les quedaba de aquellos que estuvieron hace años en Shiny. Veinte euros por un juego de lucha cuidado y equilibrado, algo facilitado por los seis luchadores de que dispone. El mejor acierto: poner el juego gratis, aunque sea sólo sea con un personaje. Un modo brillante de facilitar su llegada al público.
Dead Rising 3 promete ser divertido, por mucho que su propuesta sea tremendamente familiar. Es más de lo mismo, pero sobre un entorno mayor, con más vehículos, más toque sandbox y, sobre todo, más zombies. Es en el ingente número de zombies que vemos en pantalla simultáneamente -a veces llega a impresionar la masa de come-cerebros que tenemos ante nosotros- en lo que puede justificarse su salida para One, ya que, por el resto de elementos visuales, podría llegar a confundirse con un juego de la anterior generación. Eso sí, me ha ocurrido más de una vez que los gritos de ciertos zombis activan el menú de tutorial. Y es que parece que Capcom no ha tenido en cuenta que Kinect escucha mejor que tu vecina del quinto, la que se entera cuando llegas por las noches.
Un poco de pros y otro poco de contras
A modo de resumen de lo que me ha parecido la consola en sus primeras impresiones, ahí va lo mejor y lo peor que me he encontrado. Si no quieres leer el montón de párrafos del artículo, echa un vistazo a esto y te harás una idea ipso-facto.
Lo mejor de Xbox One
- El diseño, en concreto la dualidad brillo/mate, le da un toque de distinción que no esperaba.
- El mando retoma todo lo bueno de la versión Silver de su antecesor y añade posibilidades con sus gatillos vibradores, por mucho que suene mal esto último.
- Silencio. Algunos valorarán esto de forma estruendosa.
- Kinect 2.0, aparte de tener raíces andaluzas, presenta posibilidades difíciles de imaginar. Espero que algún desarrollador sí que sea capaz de imaginarlas y, sobre todo de aprovecharlas. Con el primer Kinect no llegó a ocurrir.
- Killer Instinct, una sorpresa agradable con mucho sabor retro.
Lo peor de Xbox One
- Un mando con pilas. A estas alturas, me parece poco menos que una broma.
- La interfaz. Dar la sensación de renovación no tiene porque significar enredar al jugador.
- El precio del cuarto de kilo de aroma a Xbox One nueva sigue estando por las nubes.
- Messi mirándome fijamente desde el exterior de la caja.
- La parafernalia Day One podría ser más generosa con el fiel comprador.
- Juegos de lanzamiento. Aún sin haber probado varios de ellos, todo parece indicar que ha sido bastante flojo el arranque.
- Que algunos juegos no tengan en cuenta el excelente oído de Kinect.
«El que no tiene juegos soy yo…» ome si dijeras que tienes falta de espacio al menos colaría XD
Magnífico como siempre, y lo que mas me ha gustado, super objetivo el artículo 🙂
Te ha faltado, eso si,, el mayor de los contras de todos, que en la caja venga el enano cojo retardado de Messi afea bastante el conjunto y la presentación.
Interesante analisis del manejo de la consola y detalles que me parecen curiosos por lo menos.
«Messi mirándome fijamente desde el exterior de la caja.» jojojo deberías sentirte afortunado
Muy bien! Esto es un periodista serio, que sabe escuchar a sus lectores. BRAVO!!!!
Tuve el honor de asistir en primera fila al proceso de desembalaje:
Un par de horas dando vueltas alrededor de la caja, foto.
Quita el cartón con la foto de Messi y lo revolea, foto.
Saca una pieza, la huele, la mira desde todos los ángulos posibles, foto.
Va conectando cables poco a poco, foto.
Enciende la consola, foto.
Abre la puerta al de mensajería que trae un par de juegos, foto.
Inicia actualizaciones, foto.
Diseña avatar con gafas de sol rechulonas, foto.
Empieza a jugar.
Foto.
Toda una experiencia que recomiendo al menos una vez en la vida.
Qué bonitos son estos momentos, recuerdo todos mis unboxings 😀