Contemplar el menú principal de Battlefield 4 y tardar en localizar la opción para empezar la campaña, eclipsada por la atrayente y jugosa oferta del multijugador. Parece una nimiedad, pero seguramente no lo sea: la relevancia del modo para un jugador queda bastante por debajo en un lanzamiento de este calibre, por mucho que, desde las entregas spin-off Bad Company, la compañía DICE se currara una campaña en condiciones para acompañar a esa gran contradicción que encierra el caos organizado de Conquista, el modo estrella de la saga desde sus comienzos.
Análisis Battlefield 4: el líder silencioso
Aún con todo, yo he disfrutado bastante la historia del single player. Vaya por delante que no estamos ante ningún ejercicio de maestría, ni en el guión, que resulta bastante simple y previsible en sus pequeños giros / sorpresas, ni tampoco en el planteamiento de las distintas misiones que componen este modo. Aún así, logra entretener en un ejercicio palomitero que, sin embargo, no llega a colocarse el lema del «más difícil todavía» o «ahora viene una explosión aún mayor que tampoco te vas a creer» que podría exhibir Michael Bay o cualquier Call of Duty.
He introducido la referencia al juego de Activision porque no creo que nadie tenga dudas de que la base de eventos scriptados que se aglutinan en las misiones de la campaña viene heredada de la saga que estableciera en su día Infinity Ward. Curiosamente, me parece más acertado mencionarlo aquí que en el párrafo en el que comente el multijugador, donde son diametralmente opuestos en su filosofía de juego.
Hombre, no estaría de más que las seis horas y pico que nos va a llevar esta travesía solitaria se hubieran aumentado, porque se pasa en un suspiro. Soy consciente de que la gran masa de público que compre Battlefield 4 se tira de cabeza al multi, pero oigan, su dinero es su dinero, y están comprando el juego como un todo al que hay que exigirle a partes iguales. Pero como digo, disfrutaréis bastante, sobre todo en misiones donde Frostbite 3 se trinque sin remordimientos a cierto transporte marítimo, o nos haga sufrir las inclemencias de un tifón. El nivel gráfico aquí es puntero, luciendo en 360 y PS3 como una especie de puente transitable hacia la próxima generación, la cual llega en un par de semanas. La BSO es peculiar, tirando más hacia lo ambiental y alejándose de las fanfarrias bélicas a las que estamos acostumbrados. Me ha gustado. El doblaje cumple, aunque no parece pegar del todo Imanol Arias como el comandante que dirige las operaciones desde la base.
Un último apunte acerca de la campaña: se ha introducido un elemento táctico gracias al cual, nuestro personaje, Daniel Recker -el cual ejercerá la mayor parte del tiempo de líder del escuadrón- marcará objetivos de ataque de sus compañeros. Esto, unido a la identificación de enemigos con los prismáticos, equilibra la confrontación en la cual siempre estaremos en desventaja numérica. No es nada complejo estratégicamente hablando, y la IA de nuestros colegas tampoco les permite cambiar de posición o flanquear al enemigo marcado, pero acaba dándole más vidilla a la acción del juego.
Cuando dejemos a Recker, el primer cabecilla militar que es capaz de dirigir a su escuadrón sin mencionar una puñetera palabra en todo el juego, llegará el momento de sumergirnos en el online. Hay que decir que para 360 y PS3 el juego soporta hasta 24 jugadores simultáneos, lejos de los 64 que veremos en PC o en la próxima generación. Aún así, las partidas conservan el ritmo, la sensación de estar siempre haciendo algo y que ese algo no sea sólo sumar una baja más a nuestro contador. Esa esa la gran marca de identidad de la saga y, como era de esperar, no ha cambiado. Para bien o para mal.
Y me consta: hay gente, y yo me incluyo, a la que muchas veces nos supera el modo Conquista. Los gigantescos mapas obligan a jugar en equipo, a que cada jugador se agrupe y cumpla tareas en pos de un objetivo conjunto, y esto sólo se consigue pateándose los mapas de cabo a rabo, teniendo paciencia esperando la oportunidad, saboteando vehículos enemigos, protegiendo a los colegas o proporcionando fuego de supresión para que otros puedan flanquear y llevarse los mayores méritos. Como decía, en las antípodas del otro gran lanzamiento bélico de estas fechas.
Sin embargo, uno de los grandes aciertos es proponer modos donde se ataca el turrón sin contemplaciones. En concreto, Desactivación forma varias patrullas, con una bomba de por medio y sin reaparición -¿alguien dijo Counter Strike?-. O Erradicación, de nuevo con el objetivo de detonar, sólo que portar la bomba te hace visible para todos. Y por supuesto el clásico Deathmatch, incluyendo patrullas, en las cuales tu equipo debe apuntarse más frags que el resto de patrullas; parece una tontería, pero no lo es para nada: se agradece sobremanera que se abra la puerta al jugador que prefiera algo más directo y rápido, y que acaben funcionando tan bien como los modos masivos.
Levolution, el estilete en forma de destrucción dinámica que luce el motor gráfico del juego, es capaz de que una antena gigante se destruya en cientos de fragmentos, derribar el techo de un edificio y que aplaste a una cuadrilla entera, o hacer que el nivel del agua suba repentinamente, ahogando al que no esté rápido de reflejos. De los diez mapas incluidos, la verdad es que esta técnica se luce de verdad en la mitad; ya que funciona tan bien, se echa de menos que todos los mapas incluyesen tales posibilidades.
Pero no hay que quitar mérito a lo conseguido con este Battlefield 4, convirtiéndose en una opción altamente recomendable para los que quieran apurar sus actuales sistemas de entretenimiento hasta el último segundo, sin importar tus preferencias en cuanto a FPS bélicos: con toda probabilidad, saldrás satisfecho. Y si Recker hablase…
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