Si repasamos reviews de años pasados del juego de fútbol de Konami, comprobaremos que existe un patrón que se repite una y otra vez, da igual el año, da igual la publicación: el hecho de proclamarlo como «el primer Pro Evolution Soccer que debería haber visto la luz en la next-gen«. Y aquí estamos, en el ocaso de la presente generación, un instante de tiempo en el que ya no nos vale usar la gastada coletilla que acabo de reseñar. Y contra todo pronóstico, seguramente podamos afirmarla una vez más. Porque si hay algo que caracterice a un patrón es, precisamente, su exasperante frecuencia de repetición.
Review Pro Evolution Soccer 2014: reiniciando la máquina de hacer fútbol
Trataré de justificar el porqué debería ser PES 2014 el juego que tendríamos que haber visto en el lejano otoño de 2007, en lugar de aquel horrible PES 2008 con el que tuvimos que aguantarnos. Por fin se cambia el motor gráfico, y se nota a leguas. Es cierto que encontraremos ralentizaciones en las escenas introductorias, celebraciones y demás, y que algunos rostros de futbolistas parecen la versión con resaca de los reales, pero se ha conseguido que las animaciones, transiciones entre movimientos y el aspecto visual en general sean dignos de lo que esperábamos ver corriendo en una Xbox 360 o en una Playstation 3. Lástima que haya sido un par de meses antes de que el término next-gen se les quede anticuado.
PES 2014 conserva la base jugable del pasado año, en la que ya se asentaron algunos fundamentos como el de la defensa » a distancia» en la que marcamos al hombre y debemos pulsar dos veces el botón de presión en el momento adecuado para meter la pierna, o la posibilidad de dirigir el pase de forma manual, guiados por una flecha que aparece dejando pulsado uno de los gatillos. Cimientos que construyen un fútbol de ritmo lento y pausado, que apenas recuerda al vertiginoso ir y venir de las entregas de antaño. El tempo del partido sigue siendo bastante realista, uno de los mayores aciertos del juego.
Como pinceladas que añadir al cuadro resultante, se han añadido detalles a la forma de defender que he mencionado en el párrafo anterior. Por ejemplo, podemos cargar con el hombro en una pugna en carrera con el delantero para intentar ganar la posición, o estirar la pierna en pos de cortar un centro o desviarlo para que no llegue en buenas condiciones al rematador. Son detalles que suman y se dejan notar, pero no tanto como los nuevos controles orientados o la finta y salida de balón con el stick derecho, el cual se realiza de forma mucho más intuitiva que antaño y sin necesidad de aprender complejas combinaciones de movimientos.
Y aunque hasta aquí pueda parecer que la plantilla se ha reforzado de manera acertada en todas sus líneas, no queda más remedio que señalar los puntos negativos del juego, puesto que su importancia es tan elevada como para ensombrecer el luminoso camino que parecíamos recorrer hasta el momento. Por ejemplo, la aplicación del reglamento a la hora de señalar faltas no está bien ajustada, algo que cobra importancia dado el mayor número de acciones cuerpo a cuerpo que se producen en el transcurso del juego.
Más sangrante resulta la deficiencia en las acciones de los jugadores manejados por la IA del juego. En lo que concierne a cerrar huecos en defensa, coberturas, apoyos y sobre todo desdoblamientos por banda y desmarques, da la impresión de que se ha dado un paso atrás respecto al pasado año, en los que nuestros compañeros de equipo no caían en la anarquía y la desidia que ahora parecen exhibir. El juego esperará continuamente a que nosotros activemos estos movimientos, haciendo que nuestro trabajo táctico previo al partido quede prácticamente invalidado.
Por otro lado, se echa mucho de menos que se introduzcan nuevos modos de juego, o en su defecto, que se potencien los ya existentes, puesto que la Master League o el modo online permanecen prácticamente inalterados. Además, el usuario de Xbox 360 que juega ahora por Internet ha que esperar prácticamente un mes para poder descargar correctamente el paquete de datos; sin dicha descarga no se podía acceder al modo online, a la postre piedra angular de todo buen juego deportivo que se precie. Por suerte, en estos momentos se puede jugar sin ningún tipo de problemas ni retraso en las comunicaciones del partido multijugador.
El retraso en el tema online no es más que una fotografía de lo que ha significado este PES 2014: un reboot de una saga que pedía a gritos este nuevo comienzo, y que, aunque ha empezado fuerte y con buenas sensaciones, no ha tenido tiempo de estar refinado en todos sus aspectos, tanto a nivel jugable como en el plano visual. Y uno no deja de imaginar, si hubiéramos tenido esta entrega en 2007, lo que hubiera conseguido Konami en 2013. Pero como reza el dicho, más vale tarde que nunca: el año que viene, en Xbox One y PS4, el duelo futbolístico promete. Y mucho.