Juegos gratis de Angry Birds para el navegador Chrome
Ando enganchado al iPhone, no puedo negarlo. El presente que los Reyes Magos han tenido a bien dejarme este seis de Enero me tiene intentando sacarle todo el jugo posible, descubriendo que, evidentemente, su tecnología punta es lo que más llega a destacar y atraer a los compradores, obviando su elevado precio.
Aparte de su Retina Display, capaz de mostrar una excelsa calidad de imagen y resolución, y alabando la inmediatez y celeridad que exhibe en todas las acciones que llevamos a cabo, desde pulsar un acceso directo hasta pasar fotos deslizando el dedo sobre la pantalla, con una tasa de refresco sólo al alcance de dicho teléfono, el tirón también está en los juegos que se pueden conseguir a través de la AppStore. Y Angry Birds es, sin duda, uno de los que mayores éxitos está cosechando.
La compañía Rovio nunca pudo imaginar el aluvión de descargas que iba a conllevar el lanzamiento de Angry Birds, hace casi un año ya, tanto en la Store del teléfono de Apple como en la posibilidad de ser descargado para teléfonos Android. Según algunas fuentes podrían rondarse los cincuenta millones de descargas en conjunto, algo que, si bien es difícilmente comparable a las ventas de algunos clásicos del videojuego, sí que debería llamarnos, y mucho, la atención, sobre cómo puede estar cambiando los cimientos del sistema de distribución de nuestro hobby favorito.
Angry Birds parte de tres premisas principales. La primera es el humor ácido que impregna el diseño de sus caracteres, unos pajarracos con muy mala leche, cabreados porque una serie de cerdos verdes les ha robado sus huevos. Como quiera que a nadie le gusta que le toquen los huevos propios, no nos queda otra que coger nuestro tirachinas gigante y utilizar a los pájaros como proyectiles para ir derribando las curiosas estructuras bajo las que se cobijan los cobardes cerdos daltónicos.
Si la primera premisa era el humor, la segunda es la inspiración en algunos clásicos irrefutables del videojuego; si bien, la idea es original y llevada a cabo con simple maestría, está claro que todos podemos pensar en Worms como clara referencia para este Angry Birds. El planteamiento no tiene mucho que ver, pero la utilización del ángulo y la fuerza de nuestros disparos para cumplir nuestros objetivos sí que nos sonará… aunque a los más viejos del lugar seguro que se les vayan los recuerdos mucho más atrás, a los comienzos del género del disparo balístico, donde puedo citar por conocido al mítico Gorilla, programa escrito en QBasic y distribuido junto a algunas implementaciones del sistema operativo MS-DOS de Microsoft.
En este caso no se ha tenido en cuenta el elemento de la fuerza del viento, pero sí que se consiguen representar con cierta fidelidad las leyes de la física; si bien es verdad que hay veces que los impactos no generan el efecto que uno esperaría en las superficies y materiales de las estructuras enemigas, exhibiendo una física a veces tan insondable como la defensa del Sevilla -básicamente el único punto negativo que puedo sacarle al juego-, por lo general suelen responder bastante bien para lo que esperamos en un juego de este tipo.
La tercera premisa corre a cargo del árbol de estrategias que podemos recorrer para completar cada nivel. La amplia variedad de tipos de pájaros ayuda a que podamos devanarnos los sesos para planear nuestro siguiente movimiento. Hay que tener en cuenta que muchos de los pájaros cuentan con un «ataque especial» que se lleva a cabo una vez que el proyectil está en el aire, pulsando la pantalla del iPhone. Podremos dividir por tres al proyectil, aumentar su velocidad para que el impacto tenga mayor repercusión o hacer que el pájaro explote a modo de bomba para causar mayores destrozos.
Así pues, la fórmula no parece demasiado sofisticada, pero funciona a las mil maravillas, y tiene ese toque especial que recuerda a los dinosaurios del género, a la época en la que la tecnología estaba al servicio de la diversión y la adicción en el videojuego, y no al contrario como en la actualidad. El éxito es incuestionable, puesto que los setenta y nueve céntimos que cuesta su versión completa son irrisorios para lo que ofrece; además, ya salió una especie de expansión (Seasons) muy navideña, un juego de mesa, e incluso parece que está en preparación su secuela y una serie de animación basada en los personajes.
De nuevo, recalco por encima de todo, la capacidad de influencia que puede llegar a tener un juego descargable para plataformas móviles, algo impensable hasta hace muy poco. Hay cosas que cambian, y otras que no. Ahora disuculpad, debo borrarle esa estúpida risa al dichoso cerdo con casco que no para de mirarme…