Juegos que dan miedo, de alguna u otra forma. Una nueva sección en este PixeBlog que ya acumula más de 20000 visitas: muchas gracias a todos los lectores y espero que pronto pueda decir lo mismo con 30000, 40000 y más. Volviendo a lo del miedo, un videojuego puede generar terror mediante dos motivos: que haya sido programado para eso, o que sea tan malo que cause auténtico pánico jugar. Viernes 13, de Bug Byte y Domark para ordenadores de 8 bits, podría cumplir las dos premisas.
Aprovechando el tirón de la película -filme de culto mítico entre los fans del terror- Domark adquiere los derechos del filme para adaptarlo en forma de videojuego. La compañía Bug Byte es la encargada de programar Friday the 13th, un juego de acción -por llamarlo de alguna manera- donde encarnaremos a cada uno de los inocentes chicos que acamparon en Crystal Lake para pasar un divertido fin de semana, tratando de que el vengativo Jason Voorhes no nos aniquile.
Y es que el mencionado Jason es el protagonista absoluto de la saga Viernes 13, creando todo un estereotipo de asesino en serie, con su máscara de hockey característica y su arma preferida, la sierra mecánica. Enfurecido tras el asesinato de su madre, Jason irá masacrando uno por uno a los integrantes del campamento. Nosotros manejamos en cada partida a un personaje distinto y debemos encontrar a Jason entre las múltiples pantallas que componen el mapa de Crystal Lake, visitando la granja, la iglesia o la mismísima casa de Jason.
Los gráficos del juego son absolutamente mediocres, sobre todo en lo que concierne a los personajes, donde sólamente hay cuatro modelos distintos que se repiten para completar los diez protagonistas. Pixelados en grado sumo, dejan en mejor lugar a los escenarios, que al menos son variados. El desarrollo del juego es demasiado simple y repetitivo, pues la idea es matar en cada partida a Jason, que se disfraza de uno de nuestros colegas y sólo descubre su verdadera apariencia cuando asesina a alguien con su hacha -más grande que él mismo-. En ese momento debemos usar el arma que llevemos equipada en ese momento.
Hay muchas armas repartidas por el mapeado de forma aleatoria. Quizá el camping llevase un suplemento por poder disfrutar de tal arsenal; sea como fuere, sólo podemos llevar una cada vez y estar atento a la aparición del señor Voorhes. Una buena táctica a seguir es atacar a nuestros compañeros, aunque sin hacerles demasiada pupita. Con asestarle un golpe ya sabremos si es Jason o si sale corriendo despavorido pensando que el Ballantines te sentó mal ayer por la noche.
Rápido, que Jason actúa. Una colosal Inteligencia Artificial hará que el asesino mate cada dos o tres minutos a un compañero nuestro, el cual por arte de magia se quedará ‘dormido‘ esperando el mortal hachazo. Tal muestra de lucidez por parte del programador se repite una y otra vez en cada partida, y si es que logramos acabar con Jason, todo comenzará de nuevo aunque encarnando a un personaje distinto. La monotonía se romperá únicamente con la aparición aleatoria y súbita de una imagen gore a toda pantalla, acompañada del característico grito femenino y enlatado.
Recuerdo que uno de mis coleguitas de la generación del Amstrad y el MSX usaba la táctica de esconderse mientras Jason iba cargándose a todo quisqui, hasta que únicamente quedaban el reguero de cadáveres y el propio Jason enlutado de la cabeza a los pies. Desde luego, así no había posibilidad de equivocarse… aunque no era muy ético de cara a tus colegas de camping. Eso sí, te salía barato el botellón y la barbacoa.
Al menos la música era buena, de lo mejor del juego. Un mix de melodías de corte clásico, como ‘La granja del Tio Sam ia ia oh‘, rescatadas y recicladas para poner banda sonora a este rutinario juego del ratón y el gato. Sin duda, uno esperaba algo más de esta conversión cine-videojuego, pero el caso es que el único atisbo de susto lo daba el gastarse el dinero en comprarlo. Ah, y al parecer, con cada copia del juego regalaban dos cápsulas de sangre, eso sí, falsa. ¡Todo un aliciente! Nos veremos en la próxima cita con el terror, hasta entonces, cuidado con los pájaros y los juegos malos.