Mientras aún resuenan los ecos que dejaron aquellos tambores en lo profundo que resultaron del crisol de críticas que se llevó el todopoderoso Destiny, nos llega un refresco de colorines con sabor a indie, capaz de otorgar un contrapunto perfecto a la vorágine del FPS de Bungie. Su nombre es Heavy Bullets, está desarrollado por Terri Vellman y publicado por Devolver Digital, y se decanta por el añejo género del roguelike -ya sabéis: mucha exploración, aleatoriedad en todas las direcciones y el temible concepto de la muerte permanente-, aunque con un curioso matiz: exploraremos los recónditos laberintos del título en primera persona.
Como si se hubiera aplicado una mano de pintura de un bote con un letrero que muestra las letras LSD en color rotulador fluorescente, Heavy Bullets muestra formas poligonales sencillas y colores estrambóticos en los que el rosa se proclama como la reina de la noche. Los ocho niveles que nos propone superar de una tacada se generan mediante algoritmos procedimentales, lo cual propiciará la refrescante sensación de aventurarnos a través de un juego nuevo en cada intentona. El tema de la permadeath no nos da tregua, así que no queda más remedio que hacer uso del sistema de transacciones que ofrece el juego; por cada bicho que destruyamos, recolectaremos unas cuantas monedas que se añaden a nuestra cuenta. Así, tenemos la posibilidad de utilizar unas máquinas expendedoras -más molonas que las de Bioshock– en las que adquirir items.
Tales items incluyen típicas ventajas como rellenar nuestra salud o recargar la munición, pero también ofrecen temas más complejos como el seguro de vida, el cual nos «pagará» dinero si perdemos la vida para no perder todo lo que llevemos, o la llamada última voluntad, que nos retribuirá la cantidad completa de monedas que llevemos en los bolsillos si nos pegan más bocaos de la cuenta los comecocos de afilados dientes que nos acosan a través del laberíntico mapeado que debemos recorrer.
Acerca de los items que nos devuelven dinero, su utilización será clave, porque, como ya habréis imaginado, el vislumbrar el cartel de «You Died!» será el pan de cada día para los jugadores de este Heavy Bullets, y más vale curarse en salud tratando de salvaguardar algo de dinero para la siguiente reaparición. Así, la dificultad es otro de los elementos heredados del género en el que se encaja, y por ello debemos ser hábiles recolectando objetos para abrir puertas que nos impiden el avance y, sobre todo, tener soltura con el revólver con el que contamos. Aquí radica otra de las peculiaridades del título, y vaya por delante que me ha parecido lo suficientemente innovadora para que, en un futuro cercano, pegue el salto desde el campo de experimentación de lo indie al FPS más comercial que podamos imaginar. El asunto se centra en el tambor de seis balas del que dispone nuestro revólver, más concretamente en su recarga, la cual no se hace de manera automática, sino bala por bala, exigiendo una pulsación de tecla por cada munición individual: presión y suspense a raudales añadidos a un acto que suele ser rutinario en los juegos del género. ¡Brillante!
Cierto es que Heavy Bullets, a pesar de incorporar de serie la naturaleza cambiante de sus autogenerados niveles, carece de alicientes adicionales que podrían haber aumentado el interés en llegar hasta el final del juego. Quizás algún tipo de evolución en el personaje o una mayor cantidad de retos por nivel. Aún con todo, el programa de Vellman merece la pena que sea probado, y la recomendación es instantánea para amantes del género que comenzara el añejo Rogue en 1980, o para aquellos que quieran flipar en colores sin riesgos para la pureza de su torrente sanguíneo.