Review OlliOlli PsVita

¿Alguien recuerda aquel lejano Skate or Die de Electronic Arts para Spectrum y otros ordenadores de 8 bits? No es que el género del skate se haya prodigado en exceso a lo largo de la historia del videojuego, pero algún título que otro reseñable podemos encontrar. Bien es verdad que han pasado unos 4 años desde la última entrega de Skate, una saga de la propia EA que acabó estancada, y otros tantos desde las intentonas recientes de Tony Hawk, las cuales acabaron con el monopatín por los suelos.

OlliOlli es un título mucho más modesto que los que acabo de nombrar, y su procedencia es un pequeño estudio británico llamado Roll7, el cual ha pensado que PSVita es una consola cuyas especificaciones técnicas están muy por encima del valor real de su catálogo de juegos; ni cortos ni perezosos, se han encargado de desarrollar un juego bastante entretenido y con mucha mayor complejidad de lo que su artístico y pintoresco caparazón parece señalar.

El pixel art que rezuma OlliOlli se debate entre lo minimalista y el buen gusto, rayando a un nivel que denota su procedencia, pero que acompaña perfectamente a lo que de verdad nos llamará la atención una vez nos subamos encima del monopatín: el reto que encierra el diseño de sus niveles. El tutorial no nos llevará más de cinco minutos, pero nos hará falta mucho más tiempo para dominar el timing que exige el juego, tanto a la hora de saltar mediante uno de los múltiples tricks disponibles, como, especialmente, a la hora de enlazar grinds y aterrizar correctamente sin ostiarnos más de lo debido.

El espíritu arcade que reside en OlliOlli nos llevará a querer superar una y otra vez nuestra mejor marca personal de puntuación y escalar puestos en la tabla de High Scores online, algo que el juego se encarga de recordarnos cada vez que completemos una fase de las denominadas «Spot«. Dichos niveles están pensados para realizar combos de grind (aterrizar con el monopatín sobre un edificio, barandilla o similar mientras nuestras ruedas lanzan chispas causadas por la fricción), algo que nos obliga a pulsar el stick izquierdo en el momento adecuado -justo antes de rozar la superficie- para alcanzar el movimiento perfecto y sumar la máxima puntuación.

El grindeo se alterna con el aterrizaje sobre el asfalto, movimiento que se ejecuta de manera parecida en cuanto al timing, aunque, esta vez, debemos pulsar el botón X en lugar del stick. Combinar ambas interfaces sin liarnos es crucial para no acabar con una luxación de hombro, a lo que hay que añadir la variedad de movimientos que podemos realizar entre aterrizaje y aterrizaje, algo que nos exigirá mover el stick izquierdo y combinarlo con los botones superiores de la consola.

Es más difícil de explicar que de realizar, palabra. Lo verdaderamente complicado es no equivocarse, aterrizar a destiempo o repetir movimientos. Cada nivel suele durar entre unos segundos y algo más de un minuto, lo cual dota a cada partida de OlliOlli en un consumo rápido ideal para los momentos en los que vamos cortitos de tiempo libre.

Y curiosamente, todo lo que he explicado acerca del juego se redondea cuando descubrimos que, además del comentado Spots y de los 50 niveles del modo Carrera, existe una vía adicional que acaba convirtiéndose en su modo de juego estrella. No es más que la cristalización de una idea que, en otras ocasiones, se ha rascado de una u otra manera: un reto diario, una sola oportunidad. Tan contundente como suena: cada día podremos competir en un Spot diferente, con veinticuatro horas por delante para practicar todo lo que queramos, pero sólo un intento para marcar nuestra puntuación. Si en ese intento nos caemos, nuestra marca diaria será cero. Así de cruel.

Con este reto diario, los creadores de Roll7 se aseguran de picarnos para jugar, al menos, una vez al día, e intentar que sea nuestro nombre el que aparezca como la mejor marca de dicho reto. Una genialidad que, me atrevo a pronosticar, será copiada por más de un juego a partir de ahora. Chapó.