El señor Michael Thomasson ha visto como su impresionante récord mundial de tenerla más larga -en cuanto a colección de videojuegos- ha sido vilmente superado por cierto personaje gaditano que habita por los barrios macarenos de Sevilla. Raudo y veloz, preso de una terrible envidia, el nuevo recordman se dispuso a recontar su vasto conjunto de programas de entretenimiento, descubriendo con estupor que su némesis neoyorkino le superaba únicamente por dos míseros juegos de diferencia.
Mister Thomasson es un coleccionista empedernido que pasó una auténtica travesía en el desierto a lo largo de los 31 años que lleva recolectando cartuchos, cintas, cedés, dividís y demás soportes físicos; de hecho, tuvo que vender su colección para financiar su boda, algo que le obligó a visitar a posteriori los mercadillos de segunda mano más oscuros del mundo, como el del Charco de la Pava sevillano. Tiene el sótano atestado de juegos, consolas y dedos de polvo dignos de engalanar el castillo de Drácula. Una colección valorada en más de setecientos mil dólares; un logro aparentemente inalcanzable que estaba a punto de verse alterado por la intervención de cierta italiana…
Sabrina: «Sono emozionato perché ho la migliore collezione Caletaman«
Cuál fue su sorpresa al ser notificado a día de hoy de que su marca personal había sido batida; la tabla de High Score reconocía en su Top a un nuevo líder. Su máxima puntuación quedaba fijada en 10.608 juegos, por los 10.607 con los que contaba Thomasson. Decíamos al principio del artículo que al recolector de la Caleta le faltaba un solo juego para igualar el récord, así que, ni corto ni perezoso, se acercó al Cash Converters más cercano y vio la luz, concretamente dos grandes puntos que le señalaban el camino a seguir para alzarse con la victoria. Con un par, pensó: voy a comprar el juego de Sabrina Salerno, la causante de incontables esguinces de muñeca adolescentes y creadora de espasmos catatónicos al intentar seguir el bamboleo de sus principales armas al moverse.
Y valga dicha definición de arma, puesto que en el juego perpetrado por Iber Software, el personaje de Sabrina utilizaba sus pechos como armas de cuerpo a cuerpo, defenestrando cacos y malhechores a diestro y siniestro, derecha, izquierda, pim, pam. La gran sorpresa es que el juego de Sabrina contaba doble, pero no por lo que ustedes están pensando, que también, sino porque el pack incluía tanto el juego como una cinta de audio con sus mejores éxitos, siendo el Boys Boys Boys el gran hit musical de la década. De cualquier década, de hecho.
Los señores de Guiness and cía fueron invitados a verificar personalmente la colección; aunque no influyó para nada en la decisión final, se les agració con viandas ricas del sur, tales como pescaito frito de Cai, finas tiras de jamón de Jabugo y un leve refrigerio de Rebujito importado de la caseta de Feria oficial del Betis Balompié.
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