He bajado hace unas horas la demo del FIFA 14, como en una especie de ritual o liturgia que se repite cada año por estas fechas; cualquiera que me conozca sabe de mi pasión por el balompié y, por ende, por los videojuegos que tratan al deporte rey como su epicentro jugable. Y como previa del encontronazo clásico de FIFA y PES, tan desequilibrado en los últimos años, sobreviene la demo de cada uno de estos títulos, intentando acoger adeptos entre los más indecisos, y ofreciendo al fan de turno la posibilidad de mostrar una especie de trailer acerca de las novedades de la presente temporada.
Sobre FIFA 14, entiendo que será última entrega a la que se dedique un importante esfuerzo en la presente generación que agoniza, ya que a finales de Noviembre se estrena la próxima, y ya está programada la correspondiente versión para Xbox One y PS4 del simulador de EA Sports, luciendo nuevo motor gráfico -el cacareado Ignite-. Para esa entrega hay mucha más incertidumbre, puesto que al fin y al cabo es el comienzo de generación y los primeros pasos suelen estar plagados de piedras -que se lo digan al penoso FIFA 06 de Xbox 360-.
Y en la demo para Xbox 360 nos topamos de primeras con un remodelado de menús que, ostias, ya era hora que hicieran. Todo más visual y directo, iconos grandes, multitud de imágenes de futbolistas, con una interfaz que me recuerda a bote pronto a los iconos de Windows 8. Mención especial para el menú de pausa, en el que de un tirón veremos la disposición de nuestro once inicial sobre el campo.
Gráficamente, la verdad, la cosa no ha cambiado apenas. Era de esperar, aunque uno siempre anhela ver algún tipo de salto gráfico que ya no se producirá hasta que vea la luz en la venidera generación. El tema de que las camisetas se arrugan y mueven más, perdonen ustedes pero yo apenas sí lo he notado, y si lo reseño aquí es porque lo he leído en otras páginas. Eso sí, se han añadido un puñado de animaciones que repercuten de manera directa en los cambios jugables.
Y dichos cambios, en lo que es el partido en sí, se hacen patentes nada más escoger a uno de los ocho equipos que presenta esta demo, por cierto, con el carísimo Gareth Bale aún en las filas del Tottenham. Total, que si hacemos un poco de memoria, a muchos seguidores nos molestó que en FIFA 13 se aumentara un punto la velocidad y el ritmo de juego, convirtiéndose por momentos en tremendos correcalles de área a área. EA Sports ha pulsado el botón de deshacer, y el tempo de partido vuelve a ser mucho más cercano a la realidad. El balón pesa un quintal y los jugadores parece que se han hartado de pescaito frito este verano, puesto que la agilidad ha sufrido un considerable bajón respecto a FIFA 13.
Hará falta un buen número de intentos para acostumbrarnos a la situación, y la verdad que parece bastante más atractiva que el año pasado. Las mencionadas nuevas animaciones se han añadido para los movimientos de control de balón, giros y golpeos de esférico. Y son animaciones que, ni de coña, podemos saltar. Por ello, a bote pronto da la impresión de pesadez e inercia, sobre todo si mantenemos en la retina lo que vimos el pasado año. A mí me ha terminado convenciendo, sobre todo a la hora de proteger el balón con L2, que, a la postre, es como una llave maestra que nos permite mantener la posesión, esperar que los jugadores lleguen en apoyos y quebrar las intenciones de los defensas.
El nuevo sistema de animaciones se hace patente en multitud de ocasiones, desde pugnas por el balón en el que un jugador es más potente físicamente mientras que el otro aguanta encogido como puede, dirimiéndose en el último momento quién se lleva la posesión, hasta en los disparos a puerta, grandes beneficiados del sistema a priori. Y es que la forma de disparar dependerá más que nunca de la postura en la que ejecutemos el movimiento. Por desgracia, aún no me convence la potencia que se le imprime, en general, al tirar a puerta; en demasiadas ocasiones, el balón sale con muy poca fuerza.
La IA sí se ve claramente reforzada, tanto en defensa como en ataque. Es difícil ver huecos flagrantes por parte de los centrales, y es admirable ver cómo tus compañeros apoyan con desmarques e internadas que suelen parecer bastante razonables, echando el cable sobremanera para desahogar y canalizar tu juego. Buena pinta.
Como consecuencia y a modo de resumen de todo lo comentado, es posible que gran parte del encuentro se celebre en la parte media del terreno de juego, ya sea manteniendo la posesión intentando encontrar el hueco con desmarques o con filigranas individuales, o en plena lucha por el balón, algo que generará, más que nunca, un buen compendio de rebotes, caídas y demás vicisitudes hasta que alguien se proclame dueño del balón. La tendencia general es que los jugadores, incluso las estrellas mundiales, pagan tributo y les cuesta más controlar balones o girarse a la velocidad de la luz sin que el balón se despegue de su bota. El realismo asciende. Para ver si la diversión sigue ese camino habrá que esperar a probar la versión final en poco más de dos semanas.
