Cabría calificar de auténtico milagro el que, en los tiempos que corren, podamos darnos de bruces con un beat-em’up, un «yo contra el barrio» a la vieja usanza arcade, con la perspectiva y el manejo más clásico que podamos recordar, y manteniendo unos niveles de calidad más que notables.
Los encargados de realizar esta obra son los estudios de Ubisoft Montreal, y los personajes principales que van a protagonizarla son Scott Pilgrim y sus amigos, tan en boga últimamente gracias a su inminente película. Scott es un chico que quiere conquistar a su amor platónico, Ramona Flowers, y ambos han sido extraídos de una novela gráfica publicada por la editora americana independiente Oni Press y creada por Brian Lee O’Malley.
Tomando como trasfondo el particular argumento de la novela, la historia nos cuenta que Scott debe recorrer los niveles del juego para derrotar a los malvados y perversos ex-novios de Ramona, los cuales servirán de jefes finales rematando cada fase. Mientras, podremos jugar en local hasta cuatro jugadores de manera simultánea, utilizando los botones del pad para lanzar un puñetazo, propinar una patada, cubrirnos o saltar.
Para picarnos a terminar el juego, iremos aprendiendo progresivamente nuevos movimientos, combinaciones de botones con los que ir liquidando a los enemigos. El desarrollo del juego, como he comentado, responde al esquema más clásico que puedas imaginar, aunque en mi opinión, lo más parecido son las recreativas de Konami, en especial la de Los Simpsons, la cual se manejaba de manera muy parecida y se interactuaba con elementos del escenario de igual manera.
El apartado técnico exhibe un bello pixelado, con grandes masificaciones de personajes simultáneos en pantalla sin mostrar ralentizaciones -las cuales nos perseguían antaño- y con una paleta de colores recortada a propósito para conformar un estilo único. Por su parte, la música, a cargo del grupo Amanaguchi, se convierte en un brutal homenaje a los soniquetes de antaño, con instrumentos que nos recordarán a lo que escuchábamos en NES y Commodore 64, y con un efecto muy peculiar que hace que, conforme avancemos en las fases, se añada instrumental más elaborado. De categoría.
El único pero que le pongo al juego reside en la forma de «extender» el juego: las fases duran más de lo que sería habitual en un juego arcade de finales de los ochenta, ya que los enemigos son mucho más duros y necesitan una buena cantidad de ‘yoyas’ para sucumbir. Este detalle no se nota en demasía si jugamos a cuatro simultáneos, pero sí puede que haga pesado el juego en solitario. Una pequeña tara en un juego que, por lo demás, se convierte en un homenaje prácticamente redondo a uno de los géneros más clásicos que se recuerden en el mundillo.
Suena bien (aunque tira para atrás lod e jugar solo T__T).
Pero, para comprobar si realmente es largo o no esos jefes, comparando a un Streets of rage, ¿Cómo serían?
Y si tomamos como referencia la misión 4º, la del metro, que el jefe final eran 3 y cada uno con sus 3 o 4 barras de vida ¿Serían así o más cortos?