Me cuesta un mundo que un Sandbox me acabe convenciendo para pasar las horas en su particular caja arenosa, a veces tan llena de cosmético y vacía de contenido, con la amenaza de la monotonía pendiendo de un hilo sobre su delicada premisa de abarcar demasiado para acabar apretando cada vez menos. Red Dead Redemption lo ha conseguido.
Desde el principio hasta el final. Bueno, mentira: aquí no hay final posible, porque siempre habrá una depresión oscura entre valles en las que apresar al forajido más buscado, siempre podremos girar una vez más nuestro lazo para apresar y domar al más bravo de los caballos salvajes… y siempre nos esperará un nuevo atardecer al que dirigirse mientras nuestra silueta de jinete se recorta a contraluz. Quién iba a decir que el revestimiento del Lejano Oeste iba a sentarle tan bien al invento de Rockstar.
Lógicamente, y como era de esperar, la historia principal está bastante currada. Sin embargo, quizás tenga demasiados clichés en ella, extraídos directamente de las viejas historias del Oeste; no es que sea malo, ni mucho menos: estamos ante el juego del Oeste definitivo, por así decirlo, capaz de superar en un duelo al caer el sol a cualquiera de los que integran el Top Ten que publiqué hace ya unos cuantos meses.
Y aunque la historia contenga personajes interesantes, siendo el mejor el propio protagonista, con una fuerte personalidad, diálogos cargados de trasfondo y un doblaje memorable, digno de figurar entre los mejores de la historia de los videojuegos, este argumento acaba siendo superado por todo lo que rodea al guión principal: un mundo asombrosamente vivo, cambiante, capaz de reaccionar ante nuestras acciones, de hacernos creer por unos momentos que puede ocurrir cualquier cosa ante nuestros ojos. Un universo en el que tareas tan cotidianas como reunir al ganado o cazar caballos salvajes puede resultar insultantemente divertido.
Recrear un ambiente tan particular como el que intenta emular el juego requería de un gran esfuerzo por parte del motor gráfico. El RAGE que ya disfrutamos en GTA IV parece adaptarse muchísimo mejor a las polvorientas y áridas tierras por las que Marston galopa. Se logra aunar cantidad y calidad, algo realmente difícil de conseguir en estos casos. Si el detalle de cada elemento que podemos ver en pantalla es notable, más abrumador resulta comprobar cómo se han rellenado las vastas extensiones de terreno, exhibiendo una ejemplar soltura a la hora de renderizar la distancia de dibujado. Vale, no es lo mismo una ciudad plagada de rascacielos que un poblado con casas de madera, pero en general, el motor se mueve muchísimo mejor que en GTA IV.
El modo multijugador hereda las buenas ideas planteadas en GTA IV y las extiende hasta permitir que varios jugadores interactúen a la vez sobre el extenso mapeado del juego, en una suerte de cooperativo en la que es posible cabalgar juntos para imponer justicia o liarla parda en el Saloon. Es bueno, muy bueno, pero es que la experiencia monojugador es tan inmersiva que me resulta más estimulante cabalgar en solitario para descubrir todos los secretos que encierra el juego. Qué lejos queda aquellos grafittis que había que encontrar en los primeros GTA tridimensionales. En este Red Dead Redemption, enumerar la práctica totalidad de objetivos secundarios requiere un texto dedicado en exclusiva para ello.
La tan cacareada inmersión es el gran objetivo de Rockstar en cada una de sus obras, y el equipo de San Diego lo ha logrado con todas las de la ley. A veces da la impresión de que estamos en un mundo persistente en el que tenemos que desempeñar un rol, donde los demás personajes nos temerán o nos respetarán según lo que hagamos. Por decir algo negativo del juego, podría quedarme con lo minúsculo de los subtítulos y con que el sistema de cobertura y apuntado, aunque esté muy mejorado respecto a GTA IV, sigue siendo algo peor que el que vemos en los juegos punteros de acción en tercera persona. Por lo demás, Red Dead Redemption es, entre otras muchas cosas, un referente, un espejo en el que todo Sandbox, qué digo, todo juego de acción, debería mirarse. Quítese el sombrero, vaquero.
Pedazo de análisis para el que estoy convencido de que es un pedazo de juego. Prestadme tiempo por favor!!!
Siete caballos que vienen de Bonanzaaaa… ¿os imagináis a Chiquito en la BSO del Red Dead Redemption? xD
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Recuerdo cómo según avanzada en los GTA’s tenía momentos en que me resultaba algo monótono, o aburrido. Al final terminaba dejándolos durante mucho tiempo, tanto que no me llegué a pasar muchos de ellos. Sin embargo, con RDR puedo echar una tarde simplemente cazando, o buscando bronca por ciudades de bandidos. Lo cierto es que la forma de integrar el juego, el ambiente y la historia es genial. Sé que cuando acabe exámenes me pasaré mucho tiempo en el viejo y salvaje Oeste…
Un saludo!