Dicen que cuando una fórmula funciona, es mejor dejarla tal y como está. También he escuchado por otros lares que si no te renuevas, mueres automáticamente. Incluso he llegado a escuchar que el árbitro del Atleti – Real Madrid se lesionó porque le castigó Dios por ser mal árbitro. No se quién tendrá aquí la razón, pero sé quién no la tiene, y va vestido de negro. El caso es que Viva Piñata: Trouble in Paradise no corrige apenas nada respecto al original, pero sí que aumenta. Simple y directo.
Concretamente, el aumento se nota en la interfaz, en la diversidad de escenarios, en los modos de juego, en el aprovechamiento del juego cooperativo y, cómo no, en el número de piñatas disponibles. No está mal, ¿no? La cosa queda así: el doctor Pester vuelve a la carga en pos de arruinar nuestros sueños de futuro jardinero. La crisis aprieta y no está el horno para bollos, así que habrá que pensar más que nunca para encajar las piezas de este dulce y colorido puzzle.
Porque al fin y al cabo, Viva Piñata: Trouble in Paradise va de pensar. De pensar cómo demonios podemos lograr que tal o cual piñata se quede en nuestro jardín, sin que baje demasiado nuestra población de gusañatas -así llamo yo a mis piñatas gusano, qué pasa- a la vez que viajamos al árido desierto a la búsqueda del especímen más exótico que complete nuestro jardín, o entrenamos a nuestras mascotas para que sean la atracción del pueblo en la feria de este año. Es curioso volver a comprobar cómo un título que desde fuera parece el más infantil del mundo, logra montarnos un reto de mil pares de narices, una y otra vez, como si se tratara del mejor y más serio juego de estrategia.
Pero viniendo de unos maestros como Rare, la verdad, no sorprende. Y es de agradecer que la evolución de su particular Paraíso sea bastante notoria. Por ejemplo, la interfaz aprovecha todos los accesos directos que nos puede proporcionar el pad de Xbox 360. Cruceta y botones principales nos llevarán a las herramientas básicas; una segunda pulsación será el camino más rápido para opciones avanzadas, como la tienda de semillas o el inventario de piñatas y objetos disponibles. Sobresaliente en forma de bofetada en la cara para todo aquel que dejó por imposible el diseñar un interfaz para controlar un juego de estrategia en condiciones para consola.
Por su parte, el modo cooperativo está correctamente implementado; si optamos por compartir el sofá -ojo al logro que nos dan si jugamos una hora de este modo- con otra persona, podrá ayudarnos en las tareas del jardín, con la posibilidad de acceder prácticamente a todas las opciones del juego.
Al principio nos resultará algo caótico, pero basta acostumbrarse y sobre todo, sincronizarse para facilitarnos la vida. De igual modo, también resulta acertado el permitir jugar online con otra persona, con la consiguiente ventaja de disponer de dos vistas independientes. El anfitrión podrá permitir control total al invitado, o restringir su poder para que simplemente funcione como mero espectador.
Por si el modo «campaña» -en el que la dificultad avanza progresivamente y tenemos ciertos objetivos siempre en el punto de mira- se nos llega a atragantar, siempre podremos optar por el modo Jardín Libre, en el que tendremos libertad absoluta para hacer y deshacer a nuestro antojo.
Viva Tecnología
El motor gráfico no ha sufrido apenas modificaciones, pero es que ya era extremadamente solvente hace dos años. Ciertos detalles como la inclusión de sombras proyectadas por la iluminación filtrada a través de las nubes y el genial diseño de las nuevas piñatas redondean aún más un aspecto simpático, vivo y detallado. Por poner alguna pega, la animación de los personajes humanos -si es que el semillero de la máscara de hierro lo es- se hace ortopédica en algunas ocasiones.
Por su parte, el audio lo conforman un conjunto de melodías que alternan tonos fiesteros con otros más sosegados, a los que se suman los verdaderos protagonistas del juego: las piñatas. Por encima de la comentada banda sonora, escucharemos como rugen, se lamentan, o emiten llamadas de amor o de alegría. Intachable.
Conclusiones
El mundo de Viva Piñata ha vuelto a su origen, tras el dubitativo paso por los minijuegos del pasado año. Trouble in Paradise logra corroborar muchas teorías: que uno no debe fiarse nunca de las apariencias, que una buena interfaz es esencial para conectar con el jugador o que el modo cooperativo es la gran estrella de esta generación. ¿Demasiado similar al primer Viva Piñata? Es posible. Aún así, sigue siendo un juegazo a todos los niveles.
Pues tras leer el análisis tengo ganas de probar este juego. El primero sólo lo probé en demo y no me parecio gran cosa, será cosa de que era una demo. Pero este segundo lo intentaré alquilar para ver de que va eso de tener un jardín lleno de piñatas.
A mí el nombre de este juego me gusta mucho. Por aquello del carnaval y el domingo de piñata. Asímismo, por un juego que disputábamos hace montón de años, con mi hermano. Unos dados, un cubilete, una cama bien estiradita y hala, a tirar los dados e intentar colarlos todos juntos. A ver estos artístas del diseño, si le dan a la cocoroca y lo sacan adelante.