Me bastaron un par de días jugando a Pro Evolution Soccer 2013 para imaginarme una fábula en mi cabeza, basada en un cuento clásico, pero con los personajes ligeramente variados. Se llamaba “Pedro y el Lobo”, sólo que en esta ocasión, el pastor era sustituida por la propia Konami, mientras que el Lobo sería una perfecta metáfora de cómo una de sus sagas estrella se ha ido devaluando en la presente generación, fagocitada por la pujante competencia.