Parecía algo impepinable que viéramos llegar la secuela de Dead Space, uno de los juegos mejor valorados por la crítica generalizada en esta generación, y a su vez, un ratio de ventas muy por debajo de lo que cabría esperar en un producto de su calidad. Por suerte, en EA Games volvieron a darle la alternativa a EA Redwood Shores, que entre otras cosas, mutó como un Necromorfo y cambió su nombre a un contundente Visceral Games, dejando el nombre antiguo, más parecido a una película de David Lynch que a una desarrolladora de juegos.