1.- La presentación del juego de Konami ha cambiado, la remodelación de la interfaz es agradable y le da un toque distinto al juego -quedan chulas esas poses de los jugadores al escoger equipo-. Lástima que esto ya lo comenté en la versión del año pasado…
2.- La cantidad de opciones tácticas y estratégicas de Pro Evolution Soccer 2011 es grande, casi abrumadora. El tema es que parece que lo hubieran implementado para manejarlo con ratón… Extraño.
3.- El ritmo de juego es pausado. Que digo pausado, es lento de narices. No voy a decir que esto sea un hándicap, de hecho prefiero este tempo de juego porque lo acerca a la realidad. Lo malo viene en el punto 4.
4.- Los jugadores desarrollan los movimientos de forma demasiado ralentizada, mientras que las animaciones siguen sin enlazarse bien. El resultado resulta extraño a la vista. Brusquedad es la palabra.
5.- La física del balón me parece notable, sigue siendo uno de los puntos fuertes del juego. Los disparos a puerta, su representación, me sigue pareciendo mucho mejor que en su rival.
6.- Está curiosa la implementación de los pases, que son más complicados de dirigir al jugador, alejándose un poco del pase automático.
7.- El tema de los regates. Asignar a cada una de las direcciones del stick analógico un regate automáticamente no me parece una mala solución, no del todo. El hecho de que se puedan «programar» y que salgan encadenados posteriormente, creo que lo acerca muchísimo a la vertiente arcade.
8.- Pero lo malo no es que 7.– lo acerque al arcade. Lo malo es que la deficiente concatenación de movimientos, antaño ejemplar y ahora regular, afea este efecto sobremanera.
9.- Por lo demás, visualmente no está nada mal, siguiendo la línea ascendente del año pasado. Queda chulo el efecto de desenfoque en las repeticiones, y la representación facial está muy conseguida, con gran cantidad de rostros de futbolistas adaptados.
10.- La Liga Master Online y el rendimiento multijugador online en general son los bastiones que pueden sostener a este PES 2011, que una vez más tiene pinta de querer y no poder, de sí pero no, de ser capaz únicamente de luchar por quedar bien en la liga, pero con el título de campeón cada vez más lejano.