Durante la era dorada de los salones recreativos, Konami realizó no pocas contribuciones en el campo de los beat’em-ups, rivalizando duramente en dicho ámbito con Capcom. Ejemplos hay a puñados. Llegabas en navidades de 1989 a tu salón favorito y podías elegir entre pegar tortas con las tortugas ninja en Teenage Mutant Ninja Turtles (Konami) o con el alcalde de Metro City en Final Fight (Capcom). O dos años más tarde, cuando la duda era escoger a la familia más famosa de Springfield en The Simpsons (Konami) o sumergirte en el mundo fantástico de espada y brujería de King of Dragons (Capcom). Una batalla encarnizada de cuyo resultado salía un ganador muy destacado: el propio jugador.