Tras mi artículo sobre la nueva película de Indiana Jones, hoy publico otro punto de vista, de la mano de mi compañero Jacobo, amante empedernido de la trilogía de Indy; una opinión en la que nos comentará si la cuarta entrega merece estar en el mismo pedestal que el resto de aventuras del profesor Jones.
Crítica
Diecinueve años han pasado ya desde la última, y hasta ahora única, vez que me senté en la butaca de un cine para ver una película de Indiana Jones, recuerdo perfectamente ese día como si fuera ayer. Tras terminar de verla descubrí que no había otra cosa en mi vida que me apasionara tanto como el cine, ese día me convertí en un cinéfilo. Todos los que nos consideramos cinéfilos (que somos las personas que amamos realmente el mundo del cine) tenemos presente que a la hora de hacer critica de una película podemos ser más o menos duros con la misma, sabemos de antemano que alguna de esas películas gustan o no, otras horrorizan, pero solo unas pocas nos marcan para siempre.
Esos escasos films de los que hago referencia se convierten en los únicos culpables de que dediquemos parte de nuestro tiempo al mundillo del cine, ya sea bien por afición, profesión o devoción. Aparte de ser culpables de eso lo son también de haber despertado en nuestro subconsciente una clase de sentimiento tan personal que solo nosotros mismos alcanzamos a comprender. En mi caso en concreto, ese sentimiento despertó cuando yo era muy pequeño, ocurrió en el salón de mi casa y fue maravillándome con las andanzas de un hombre de carne y hueso que parecía sacado de una historieta, capaz de las hazañas más increíbles. Escenas ya míticas de “En busca del arca perdida” e “Indiana Jones y el templo maldito” se quedaron grabadas en mi retina de tanto verlas una y otra vez consiguiendo para entonces algo muy especial, cuanto más las veía, mayores eran mis ganas de repetir la experiencia, mejor me lo pasaba, más interesantes las encontraba , y más aprendía. Maduré y crecí junto a ellas hecho que me ayudaba a entender los chistes, fijarme en los detalles, me sumía en el argumento, y dicho sea de paso dejaba de sentir miedo cuando el poder de Dios, representado en fantasmas que brotaban del arca, fulminaban a Belloq y Co.
Entonces llegó el día del milagro, yo tan solo tenía poco menos de doce años y aunque era consciente de que yo no veía una película como lo hacia el resto de la gente que conocía, era demasiado pequeño para entender cómo funcionaba el negocio del cine. Por lo tanto era obvio que jamás se me pasara por la cabeza que aquel tipo del látigo y el sombrero tuviera una aventura más que contarme… hasta que mi padre me enseño un día la parte del diario donde se anunciaban los estrenos, había un cartel que a pesar de no haber visto en mi vida ese sentimiento albergado en mi subconsciente se encargó de relacionar de forma inmediata. En él en letras bien grandes y en la parte superior rezaba: “Indiana Jones y la última cruzada”; pensé que se trataba de una broma de mi padre, pensé que estaba soñando, pensé de todo menos que fuera real.
Días después, en el estreno, me encontraba sentado en una butaca de mi querido y añorado Cine Avenida. Ese día, mis ojos recibieron el mejor regalo que nadie jamás les había hecho, la reacción no se hizo esperar y una semana después nacía en mi otra de esas experiencias únicas que cada uno puede comprender por sí mismo, y es que esa fue la primera vez en mi vida que sabía lo que era ir al cine por segunda vez a ver la misma película. Desde entonces no ha existido para mi (con permiso de la trilogía de “Regreso al futuro”, mi segunda preferida) tres películas que haya visto tantas veces y de las que haya exprimido más y más de un jugo que en vez de agotarse no pare de manar.
Ahora los tiempos han cambiado, todo ha cambiado aunque sea un poco, yo tengo treinta años y estoy recién casado (Indy ha tenido el detalle de esperar a que yo lo hiciera para hacerlo también el mismo año y mes que yo), y la información es algo que ha crecido en masa con la aparición de internet, por lo que en los tiempos que corren no hay cabida para la sorpresa a la hora de vivir un acontecimiento como este ya que la publicidad, las fotos, y los trailers están al alcance de cualquiera de nosotros, pero el mundo no ha evolucionado solo, nosotros lo hemos hecho con él, al igual que Indy y sus creadores. Ésta quizás sea la principal razón por la que a tanta gente le haya costado aceptar ciertas “nuevas” reglas impuestas por el film, puede ser que hayamos olvidado que en la saga siempre han existido ciertos momentos imposibles que son precisamente los que la dotan del encanto que la convierte en única y de paso la diferencia claramente del resto de productos que conforman el llamado género de aventuras.
Si partimos por lo tanto de la premisa de aceptar que, así se hace y es una película de Indiana Jones podremos disfrutar sin ningún problema de lo que se ha querido dar a conocer, erróneamente, como la película del año. Sería más acertado llamarla el estreno de la historia del cine. Spielberg ha tenido la amabilidad de aprovechar esta ocasión que le brindaba el paso de los años, para enriquecer aún más al personaje y a el mundo que le rodea, una expansión del universo del Dr. Jones que si bien a regocijado a una parte de la comunidad fan, no ha acabado por llenar al resto.
Éste es obviamente uno de los motivos por el que cierto sector del público no se ha visto satisfecho, esperaban quizás un film que les fuera más familiar con respecto a las entregas anteriores, lo que se llama vulgarmente más de lo mismo, pero Spielberg no es amigo de lo convencional y no desaprovecharía la oportunidad de entregarnos algo que también fuera completamente nuevo y fresco a pesar de contar con la cantidad justa de melancolía para los fans (en los cuales me incluyo), demostrando así que el tiempo pasa y no se olvida de pasar factura. Ello queda patente en una de esas magnificas filigranas en forma de frase, de las que siempre hace gala la filmografía del director, y que le espeta a Indy su colega de universidad Charles Dean Stanford:
Comenzamos a tener una edad en la que la vida nos deja de dar cosas para comenzar a quitárnoslas.
Siendo obvio que el paso inexorable del tiempo es un protagonista más de la historia que lleva a los personajes, tanto nuevos como antiguos, a cobrar un cariz que enriquezca la trama y ritmo de la película, demostrando de camino algo que siempre ha estado patente en la saga y es que son los personajes quienes llevan el peso de la acción. A todos nos encanta saber el, porque, donde o como de los McGuffins, pero siempre descubrimos al final que han sido los personajes los que nos enamoran y enganchan a repetir la experiencia de volver a cada uno de los films un sinfín de veces.
Los aspectos técnicos de esta cuarta entrega se mantienen fieles a las dos cosas primordiales a la que debían de hacerlo, ser un película de Steven Spielberg, y sobre todo ser una entrega que aumente honorablemente una saga ya mítica por meritos propios.
Banda sonora
¿Qué sería de una entrega de Indiana Jones sin la fanfarria, ya eterna para la historia del cine, como es el “Raiders March” creado por John Williams? Era por lo tanto más que evidente que el tema principal de Indy no podía faltar, pero todos los aficionados a las bandas sonoras somos exigentes con lo que llega a nuestros oídos, es por ello que ponemos el listón muy alto. Bien es sabido que el maestro Williams cuenta ya con una edad en la que pedirle peras al olmo sería algo ilógico, pero este hecho ya se consumó cuando esperábamos la segunda trilogía de “Star Wars” dejándonos eso si con un palmo de narices al disfrutar de temas tan magistrales como “Duel of the Fates” o “Anakin vs. Obi-Wan”. Cierto es que sus composiciones hace diez o quince años formaban un todo perfecto y mucho más sólido que convertía esos trabajos en piezas memorables, y quizás ahora sus partituras no gozan de dicha consistencia.
De todos modos despuntan con suma maestría, al igual que ya pasó con la saga galáctica, algún que otro tema como: “The call of the crystal”, “Irina´s Theme” o “Jungle chase”. Otros en cambio como: “The snake pit” y “Adventures of Mutt” son tan solo divertidos y dinámicos a pesar de beber con suma agonía de temas ya inspirados en “Harry Potter” o “Hook”. Ello no le resta para nada categoría al conjunto, haciéndonos el visionado muy llevadero, no nos distrae de la acción sino que nos embulle más en ella, algo que sumado a todo lo anteriormente descrito mantiene dignamente al maestro Williams en lo más alto del escalafón de la música cinematográfica a sus setenta y seis primaveras ya cumplidas. ¡Y que sean muchas más, John!
Fotografía
En cuanto a la fotografía, como bien sabrán los fans, el encargado de las tres primeras entregas fue el excelente Douglas Slocombe, maestro de maestros. Slocombe se jubiló precisamente cuando acabó su labor en “Indiana Jones y la última cruzada”, aun hoy este magnífico artesano de la luz vive a sus noventa y cinco años, pero Spielberg sabía que si traerse de vuelta para esta cuarta aventura a Sean Connery era muy difícil, traerse a Slocombe a su avanzada edad era imposible. Por lo tanto y como no podía ser de otra forma el director volvió a contar para la ocasión con su director de fotografía habitual, Janusz Kaminsky. Spielberg habló claramente con él y sin rodeos para que dejara momentáneamente de lado su particular fanatismo por la saturación de blancos y el uso de colores fríos (sello habitual de Kaminsky), para que pasara a imitar directamente el estilo que Slocombe usó en las tres anteriores.
El director de fotografía se adaptó cómodamente al muestrario de colores vivos y clásicos del viejo maestro, pero decir que el éxito ha sido total sería exagerar. Si es cierto que ciertas escenas como las acontecidas en, el campus o el interior de la universidad, la casa de Indy, el Area 51, ciertos interiores en pirámides y catacumbas, etc. Respetan el espíritu de la saga al cien por cien, en cambio otras como la persecución en la jungla, el campamento base de los rusos, el ataque de las hormigas o el estallido de la bomba al comienzo del film, muestran claramente el estilo de saturación de la luz con el que tanto disfruta Kaminsky, y es que no podía pasar de otro modo, la gente que goza de un talento como el suyo siempre sienten la tentación de dejar su huella.
Interpretaciones
De la interpretación hay bien poco que decir, y no es porque no despunte calidad, pero lo bueno si breve dos veces bueno, y en el caso de la interpretación se cumple el proverbio. El personaje de John Hurt es tremendamente divertido, aparece más de lo que se espera en un principio y sin duda sorprende de una forma sin igual, a la vez que transporta a la acción de una manera única.
Shia LaBeouf conforma con Mutt la mezcla perfecta de Marion e Indy, el carácter y la personalidad que imprime a su personaje es abrumadora, de esta manera nos encontramos ante un papel que aunque pueda parecer fácil de interpretar, era uno sobre los que pesaba una mayor presión, si nos parece fácil es porque LaBeouf ha realizado un trabajo impecable. Cate Blanchett está sencillamente espectacular, si nos encontráramos por la calle con Irina Spalko creeríamos que es real, su interpretación es poderosa y sumamente realista. Como ejemplo claro la escena en la que nada más comenzar el film consigue abrir la caja de Rosswell, la mirada de posesa y loca que nos regala es sencillamente aterradora.
Ray Winstone compone a ese sinvergüenza encantador que a todos nos hace gracia y cae bien, deudor en alguna de sus actitudes de Han Solo, algo que por supuesto no es casualidad. A parte de eso quizás su interpretación no llegue mucho más allá, pero es efectista y no desentona con el ritmo de la película. Jim Broadbent a pesar de no haber contado con mucho metraje para lucirse cuenta con la escena en casa de Indy, en la que por sí sola deja de relieve su habilidad y galantería a la hora de hacerse con un papel. De Karen y Harrison solo se puede decir que nos han demostrado que Indy y Marion no solo seguían vivos en nuestros corazones, sino que también lo siguen en la pantalla. Sus interpretaciones por lo tanto se convierten en uno de los mejores regalos de esta película.
Historia
La historia mantiene un ritmo y grado de interés, por parte del espectador, que sin duda no supera a las tres primeras entregas, pero que se basta y se sobra con mantenerlo y no encontrarse por debajo. Es inevitable que esto días la gente trate de asignarle un puesto de preferencia o calidad entre las cuatro entregas, pero no por ser inevitable no deja de ser un tremendo error, para hacer algo así deberán de haber pasado diez años y deberemos de haberla visto ciento de veces más al igual que hemos hecho con las otras tres durante todos estos años. Si tuviéramos que señalar en concreto un par de puntos serían, por un lado el tema de los villanos.
Es obvio que los rusos, aún estando a la altura de una película de Indiana Jones, no son tan carismáticos como siempre lo han sido y serán los nazis. Por otro lado el McGuffin presentado (la calavera de cristal en principio, y lo que se resuelve al final como el poder del conocimiento total) no nos puede parecer tan misterioso como el arca de la alianza o tan romántico como el santo grial. Todo esto forma claramente parte de la evolución expuesta al principio de esta crítica, algo de lo que no se podía huir.
En su momento fue avisado, las tres primeras aventuras encontraban su inspiración en el cine del mismo género de los años treinta al estar ambientadas en esa misma época, por lo que el siguiente movimiento lógico era dar el salto a los bien entrados años cincuenta, dándonos de cara con el McArthysmo y su caza de brujas, la guerra fría y el cine que invadió aquellos años. Temas como el espacio, los extraterrestres, el pánico nuclear y una avalancha de interés por la ciencia ficción. Indiana Jones da por lo tanto el salto de la fe a la ciencia, un movimiento más que acertado del que George Lucas ha sido el máximo responsable y por el que será justamente reconocido con el tiempo.
En otro orden de cosas resaltar que elementos típicos de la saga como, las escenas de acción orquestadas con delicadeza y cariño, sus frases legendarias, momentos memorables que son capaces de arrancar las lágrimas (sobre todo de aquellos que hemos crecido con esto), humor al más puro estilo Indiana Jones, situaciones imposibles y mucho más conforman lo que no solo podía, sino no debería ser otra cosa que un film de Indiana Jones.
Visto de esta forma podemos empeñarnos en seguir durante años criticando escenas como la del frigorífico o las lianas y no disfrutar así de esta maravilla de película o podemos aceptar la verdad, que son igual de ilógicas, divertidas y necesarias como la de la balsa hinchable en “El templo maldito”, arrastrarse debajo del camión de “En busca del arca perdida” o caer por un acantilado subido a un tanque y agarrarse a una raíz justo a tiempo como en “La última cruzada”.
Conclusiones
Tan solo me queda dedicar un par de líneas a darle las gracias a Mr. Spielberg, por haber sabido aprovechar al máximo su madurez como, no solo director de cine, sino también creador de imágenes únicas y perdurables. Lleva haciéndolo más de treinta años y nunca deja de sorprenderme, pero si cabe algo aún más admirable es que se haya tragado su orgullo, solo para volver a un estilo de contar historias que ya había dejado atrás, y no solo contento con eso encima utilizar todos estos años de experiencia adquiridos entre la tercera y cuarta entrega para mejorarlo, depurarlo y de paso habérselo pasado igual de bien que nosotros.
Un señor que a pesar de ser un cineasta al que nunca nadie podrá igualar y que se ha ganado un panteón junto a gente como Wilder, Hitchcock o Ford, no deja de ser humilde y tratar a todo su equipo por igual. Un crío de casi sesenta y dos años que ha abandonado todos sus proyectos serios, no solo para regalarnos un cuarto milagro llamado “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”, sino también un final que jamás ninguna otra saga o personaje de ficción podrá llegar a soñar, un final que deja claro que las aventuras del Dr. Jones solo pertenecen a nuestros sueños, de la misma forma que su sombrero solo le pertenece a él.
Jacobo Cortés González