Para qué engañarnos; FIFA cambia con cada entrega, y nunca lo hace al gusto de todos. Hay jugadores de la saga que sacan brillo a sus botas preferidas cuando EA Sports aumenta la velocidad de juego, como hizo en la entrega del pasado año Otros, sin embargo, se pasan una temporada en blanco al comprobar el absoluto e indómito correcalles en el que se convertía cada encuentro de FIFA 15. Me incluyo en el segundo grupo, así que, a priori, estoy de enhorabuena; y es que todo el que haya probado la entrega en curso habrá corroborado el decrecimiento en el tempo de los partidos. Y eso que los jugadores top siguen levantando briznas de hierbas con sus supersónicas galopadas. Ahora que tengo vuestra atención, os explicaré el truco.
La revelación es bastante simple, y el quid de la cuestión reside en el balón. Así, el esférico se mueve con mucha más parsimonia que en entregas previas, dando la sensación de que su peso ha sido aumentado. Así, por mucho que nuestros queridos delanteros sigan corriendo hasta el límite, resultará muy complicado burlar a los defensas como el año pasado, cuando les sacábamos los colores aplicando un esfuerzo relativamente corto. La prueba más patente radica en el pase corto, jugada capital dentro del fútbol moderno, ese en el que brillan los bajitos del centro del campo.
Hay que olvidarse del efecto pinball que se producía antes encadenando breves pulsaciones del botón de pase. Ahora se requiere más tiempo de pulsación para imprimir al golpeo de la potencia suficiente, contribuyendo a que todo se desarrolle con un punto menos de frenetismo. Curiosamente, se ha habilitado una especie de pase dirigido o«driven pass» –pulsando uno de los gatillos- que viaja veloz y a ras de césped hacia su objetivo para sortear defensas, pero cuya efectividad sólo estará al alcance de los futbolistas de elevada habilidad, algo que se extiende tanto al emisor como al receptor del pase.
Existen un par de cambios más que inciden de manera directa en la jugabilidad, algo que, a la postre, resulta ser el caballo de batalla de cada entrega, más allá de la inclusión de equipos femeninos -lo cual, por supuesto, se agradece y recibe con los brazos abiertos- o de nuevas opciones dentro del reconocido modo Ultimate Team. Así, dentro de estas modificaciones deberíamos citar la drástica reducción de puntería que lucen los jugadores a la hora de ejecutar el manido pase aéreo en profundidad -una auténtica pesadilla para los torpes y lentos defensas del pasado FIFA 15- y el aumento del componente de caos en distintas zonas del campo. Ese puntito de aleatoriedad parece acercar por momentos el realismo del fútbol de los domingos, ese en el que los controles de balón pueden errarse sea cual sea el jugador que recibe el esférico, en el que Cristiano Ronaldo puede atentar contra la vida de una paloma despistada que sobrevuela el quinto anfiteatro del Bernabéu, o en el que los postes dejan de tener imán.
La cartera de fichajes jugables culmina con la caña que se han pegado los sistemas defensivos de FIFA durante el verano. La verdad es que ha mejorado mucho la inteligencia artificial que mueve los hilos invisibles por donde se engarzan nuestros jugadores de retaguardia. Los huecos de antaño se ven con mucha menos frecuencia, y además, el juego nos echa un cable al dotar de una mayor importancia a la utilización del botón de segada o tackling. Dicho movimiento se ha vuelto bastante responsivo, haciendo que el defensa de turno ejecute una animación distinta dependiendo del contexto en el que se encuentre. Para muestra un botón: si al pulsar la acción de tackling, el balón se dirige hacia nuestros dominios, el jugador usará su cuerpo con la intención de interceptar el balón, en lugar de intentar rebanarle la pierna al contrario. Sin duda, otra buena decisión de diseño por parte del equipo desarrollador.
¿Y en qué lugar queda FIFA 16 con todo lo nuevo comentado? Pues quizás dependa de la naturaleza del jugador que se acerque -y no serán pocos, ya que el juego vuelve a perfilarse como uno de los juegos de vídeo más vendidos del 2015-, pero en general parece que estamos ante un año de buena cosecha. Haciendo un poco de balance, resulta difícil de descifrar la dirección hacia la que se dirige la saga, ya que los volantazos que va pegando parecen contradecirse temporada a temporada.
Sea como fuere, las conclusiones son positivas en líneas generales. El simulador sigue manteniendo un excelente nivel técnico, algo que se ve reforzado con un buen puñado de animaciones que hacen hincapié en las diversas formas que tiene el jugador de contactar con el balón -incluyendo los mencionados controles de esférico que no salen como uno esperaba-; la selección sonora se mantiene por encima de la media y los comentaristas Lama y González agregan nuevas frases a su biblioteca de comentarios, relacionadas con los resultados deportivos del pasado año. Además, sus modos Carrera y Ultimate Team en mejor forma que nunca y el aliciente ya mencionado de los equipos de fútbol femenino, FIFA 16 se antoja una apuesta segura para los que salieron desencantados con la entrega del pasado año.