Un futuro distópico servía de telón de fondo para The Last Mission, uno de los primeros títulos lanzados por una recién fundada Opera Soft. Su argumento nos ubicaba en plena rebelión de las máquinas, que se habían levantado contra el ser humano para hacerse con el poder supremo. Se ve que las máquinas estudiaron a fondo la forma de proceder de Skynet, la inteligencia artificial que nos acongojó en Terminator de James Cameron.
Así, la colonia humana superviviente se refugió en el planeta Nova, desde el que lograron enviar al planeta Tierra a un robot que se convertiría en la postrera esperanza de nuestra raza. Este artefacto, denominado OR-CABE-3, debe infiltrarse en la Gran Central construida por las máquinas para robar sus planos más secretos y regresar a Nova. Sería su última misión, y también la más importante y decisiva de todas.
El jugador controlaba a OR-CABE-3 de una manera singular, ya que este aparato podía dividirse en dos partes. El tren inferior era una oruga que le permitía desplazarse rápidamente por el terreno, mientras que la parte de arriba, armada con un láser de largo alcance, se desacoplaba y se movía por los aires con soltura. En cada una de las pantallas que conformaban el mapeado de The Last Mission existían unos cuantos enemigos a los que había que eliminar y que, para más inri, se regeneraban. La cabeza superior del robot sería la gran protagonista, ya que tenía que ir limpiando el escenario para que pudiera avanzar la otra parte.
The Last Mission se desarrollaba a gran velocidad a pesar de que carecía de scroll de pantalla. El movimiento de los sprites era bastante rápido, dotando de mucho dinamismo a la acción. Como no podía ser de otro modo, era complicado hasta el tuétano, y muy poca gente logró salir a la superficie y regresar a casa con éxito. Resulta curioso que en su día no me gustara demasiado este juego al encontrarlo difícil en grado sumo. Casi treinta años después, me ha enganchado muchísimo más que cuando lo probé por vez primera.
El desarrollo del título corrió a cargo de Pedro Ruiz, mientras que los gráficos estaban firmados por Carlos Díaz de Castro. Todas las versiones aprovechaban de forma satisfactoria el sistema para el que estaban destinadas, algo que sería marca de la casa en los primeros compases de Opera.
Las fotos que acompañan al artículo han sido posibles gracias a que hace unos días localicé una copia de The Last Mission para Spectrum en una tienda de segunda mano. La verdad es que no podría haber sido más épico: si agudizáis la vista, veréis que la casete está deformada. De hecho, la carcasa original presentaba signos de haber sido alcanzada por el fuego. Sin embargo, como se puede comprobar, el código del juego permaneció intacto. Finalmente, el robot pudo cumplir su última misión a pesar de los múltiples peligros que le acecharon.
Recuerdo que lo jugué por primera vez en PC. Vaya titulazo, siempre me gustó mucho por su jugabilidad y la acción que desprende.
Gran juego.
La música del menú es buenísima. Un temazo heavy metal oscuro y épico.
A ver si algún alma caritativa lo versiona en guitarra…