De uno de esos días en los que enciendes la réplica de máquina recreativa y te da por bichear la lista interminable de juegos para seleccionar uno que te llame la atención por su captura de pantalla y que, además, no te suene para nada aunque, ciertamente, exista algún elemento que lo debería hacer más popular de lo que parece ser. En mi caso, todas estas premisas se cumplen a rajatabla con Racing Hero, un arcade de motociclismo.
Racing Hero fue lanzado por SEGA en el año 1989. La placa recreativa era una SEGA X Board, la cual era un modelo mucho más evolucionado que aquellas que alojaron a Hang-On, Super Hang-On y Out Run. La mención de estos tres videojuegos, especializados en la velocidad, no es ni mucho menos casual, y podremos llegar a esta conclusión nada más echar una monedita de cinco duros a Racing Hero. La mecánica, la técnica y el espíritu de juego de este olvidado arcade bebe en un elevadísimo porcentaje de los tres clásicos previamente comentados. Es cierto que el maestro Yu Suzuki no se encuentra tras el desarrollo de Racing Hero, pero algo de su magia se deja entrever por ahí.
Racing Hero no pertenece -al menos de manera oficial- a la saga de Hang-On, pero podría encajar a la perfección en dicha serie. La estética del motorista que el jugador maneja es semejante a la del juego de Suzuki. Aún más, es válido decir que, en líneas generales, el aspecto visual del juego sería una especie de versión 2.0 de aquellos arcades. Una vez más, la técnica de scaling de SEGA funciona a las mil maravillas para transmitir velocidad, aunque señalaré tres diferencias.
La primera de ellas radica en que todos los elementos del escenario parecen tener más solidez. Sus dimensiones van más allá del aspecto plano que mostraban en Hang-On y Out Run. Sin embargo, y quizás como consecuencia de ello, llega la segunda diferencia respecto a aquellos arcades: todo se mueve un pelín más lento. Puede estar tranquila la rubia del Testarrossa, puesto que su trono de mejor sensación de velocidad en un arcade permanece intacto. Como última diferencia, la cámara se sitúa tras el piloto y en una posición más cercana y elevada. Por hacer un símil más actual, es parecida a la perspectiva que tenemos en Gears of War.
Los guiños hacia Out Run son más que evidentes. Desde el mismo punto de salida ya podemos comprobar que compartimos asfalto con varios Ferraris. De hecho, el primer nivel es un claro homenaje al circuito inicial de Out Run, palmeras incluidas. Lo curioso es que, geográficamente, dicha fase se ubica en Australia -a tenor de los carteles que anuncian la existencia de Koalas-. Si llegamos al final de dicho circuito, podremos escoger entre dos ramificaciones, aunque, a diferencia de Out Run, la acción se detiene para que escojamos con tranquilidad el siguiente destino a recorrer.
Tras Australia podremos visitar lugares tan variopintos como Japón, Brasil, Gran Bretaña o Italia. Merece la pena detenerse en el país italiano, puesto que el conocimiento geográfico de los desarrolladores de SEGA andaba algo perdido; así, mientras recorremos dicho circuito, veremos a lo lejos la Sagrada Familia de Barcelona, en lugar de contemplar a la Torre de Pisa, por ejemplo.
La mecánica de juego suavizaba un poco el sistema de control de Out Run, ya que aquí sólo existen dos botones: acelerar y frenar. Al obviar el cambio de marchas, el jugador debe centrarse en esquivar las insidiosas emboscadas del circuito. Los famosos camiones de Out Run repiten aparición en Racing Hero, y esta vez están mucho más sincronizados, alineándose a lo largo de la calzada y dejándoos el sitio justo para pasar. La exigencia del juego es muy alta, y un impacto a gran velocidad dará con nuestros huesos en el asfalto, haciendo que perdamos prácticamente toda posibilidad de alcanzar el checkpoint de turno.
En definitiva, Racing Hero tiene suficientes alicientes como para descubrirlo unos cuantos años más tarde. Como es lógico, el hecho de que no existiera ninguna conversión doméstica del juego ayudó bastante a que el título cayera en el olvido. Para la próxima, prometo volver a rebuscar en la biblioteca de los arcades olvidados y mostrar otro ejemplar de este calibre.
