Review Payday 2 Xbox 360

Overkill Games y Starbreeze Studios se han encargado de remozar los atracos organizados del primer Payday, intentando hacerlo más interesante y duradero que el primer título, y porqué no, otorgarle un aspecto más profesional, tal cual lucen los trajeados mangantes protagonistas del juego. Y es que, compañeros, las personas con mejor apariencia pueden ser los mayores ladrones del actual en el que nos encontramos, ¿verdad?

De primeras, hay que decir que Payday 2 llega a las tiendas con un precio más reducido de lo que suele ser habitual, algo de agradecer con la que nos está cayendo encima. Sin embargo, siendo justos en la valoración que merece el juego, debo destacar que la modalidad para un jugador de este programa se antoja poco menos que testimonial, sirviendo única y exclusivamente para practicar nuestras dotes de birlibirloque antes de lanzarnos a navegar por Crime.net, el punto de encuentro multijugador del juego.

Qué buena idea, ¿verdad? Tenemos una especie de red social en la que la gente crea partys a las que unirse, ubicándose en un mapa que nos señalará el punto caliente donde se producirá el futuro golpe capaz de retirarnos del negocio para toda nuestra vida. No es tan distinto de ciertas páginas que están tan de moda, en las que alguien crea un partido de fútbol o de padel en una pista, y el resto de gente puede unirse para disputarlo con unos cuantos amigachos más.

El caso es que el multijugador funciona de forma bastante engrasada, siendo a la postre la única fuente de alimentación capaz de hacernos acumular horas y horas de juego. El sistema de niveles de experiencia, desbloqueo de armas, mejoras y accesorios y el tuning de apariencia de nuestro personaje son el pan de cada día en Payday 2, algo que hemos visto muchas veces a lo largo de la presente generación que poco a poco agoniza.

Especializarse en una de las cuatro clases que ofrece el juego será crucial para que nuestras partidas sean un homenaje a las películas de robos organizados y no una burda imitación del Lute, el que caminaba o reventaba. Es posible optar por ser una máquina de guerra (Sicarios), un especialista en abrir cajas fuertes y detonaciones (Técnicos), un caco experto en sigilo (Fantasmas) o un sesudo ladrón capaz de comerle el coco al policía más pintado para que se ponga de nuestro lado (Mente maestra).

Una vez metidos en faena, me gusta bastante la idea de dividir el atraco en dos fases claramente diferenciadas; obviamente, la importante es el golpe en sí, pero previamente a dicha fase podremos echar un vistazo por el potencial lugar del crimen, silbando nuestra canción preferida mientras que los transeúntes y las fuerzas de seguridad nos confunden con un ejecutivo aburrido con ganas de dar un poco el coñazo. El pistoletazo de salida lo daremos nosotros mismos, en el momento que decidamos colocarnos la máscara, a la postre, la verdadera seña de identidad de esta pequeña saga.

A partir de ese instante, debemos actuar en equipo para ir cumpliendo pequeños objetivos que deriven en la escapada final, donde un conductor nos esperará para salir pitando en cuanto lleguemos con la pasta. Si actuamos con orden y cuidado, prorrogaremos lo máximo posible que se desencadene el tiroteo, pero bastará que un civil se alarme más de la cuenta o que formemos el taco haciendo más ruido de la cuenta para que necesitemos gastar muchas balas en pos de deshacernos del agobiante respawn de policías que nos asediará.

Si probamos el modo en solitario, o una partida online en la que no completemos aforo, sufriremos a los compañeros controlados por la IA, la cual suele ser bastante imprudente a la hora de afrontar el golpe, lanzándose a pecho descubierto contra la ley y el orden. En el caso de la IA enemiga, la cosa mejora bastante, siendo capaces de ponernos en aprietos en muchas ocasiones, aunque bien es verdad que elevaría bastante el nivel global del juego si se hubiera refinado más. Por suerte, el buen hacer en el diseño de los niveles y ciertos elementos que son modificados de forma aleatoria en cada partida -cámaras, comportamiento civil o ubicación del conductor encargado de la huida- hacen que la rejugabilidad gane muchos enteros.

En cuanto al apartado técnico, reseñar que el motor Diesel utilizado se antoja bastante obsoleto para los tiempos que corren, aunque en favor de Payday 2 hay que reseñar que, superado el trance inicial en el que caerán los más acérrimos amantes del efectismo gráfico, el conjunto visual cumple perfectamente su cometido, cayendo en un segundo plano a favor de la jugabilidad; consecuencia de las características de la mecánica jugable, al no ser un shooter al uso.

Payday 2 acaba siendo una experiencia multijugador bastante distinta de lo que estamos acostumbrados a ver en los FPS, partiendo de la conocida base de especialización de clases, progresión de niveles y desbloqueo de armas. Consigue mejorar a su antecesor de forma amplia y ofrecer buenas dosis de frescura para los tiempos que corren.