Retrovisión: Super Soccer

Uno de los títulos más madrugadores en relación al lanzamiento de Super Nintendo en nuestro país fue Super Soccer; programado por la gente de Human Entertainment, se convirtió rápidamente en una de las opciones favoritas a la hora de decidir qué juego insertar en la consola cuando nos reuníamos con varios colegas.

Varias cosas destacaban de primera mano en este soccer game, aunque su intensivo uso del Modo 7 es lo que entraba por los ojos nada más comenzar el partido. Así, la perspectiva de juego se colocaba en uno de los fondos del estadio, desplazándose la cámara de forma virtuosa gracias a la potencia de dicha técnica en el Cerebro de la Bestia.

Este scaling se utilizaría hasta la saciedad durante la vida lúdica del sistema, siendo este Super Soccer una de las demostraciones más fehacientes de que esta técnica podía resultar tan efectiva como versátil, aplicándose a juegos deportivos, de carreras y velocidad, o incluso para juegos de acción -esas fases aéreas del Super Probotector-, shoot’em-ups -otra obra maestra de Konami, Axelay– o de rol -inolvidables viajes a lomos del dragón en Secret of Mana-.

Aunque los gráficos van un poco en la línea ‘deformed’, con jugadores algo rechonchos y cabezones, el aspecto visual que lograba el conjunto resultaba bastante convincente, impulsado sobremanera por la suavidad del scroll que aportaba lo mencionado en el párrafo anterior. Por su parte, el audio era notable y despegaba el juego hacia el puro espectáculo : cada selección nacional contaba con su propia melodía, bastante pegadiza en líneas generales, mientras que los efectos de sonido al golpear el balón o hacer tacklings a ras de césped sonaban de forma alta y clara, recordándome bastante a los que utilizaba la serie Campeones, bastante de moda por aquella época.

Trepidante arcade

La filosofía jugable de Super Soccer se alejaba bastante de cualquier rastro de simulación, dando paso, como os he mencionado antes, al espectáculo puro y duro; de hecho, podíamos ver muchos detalles directamente importados de las recreativas más clásicas de fútbol: mucho juego físico, faltas señaladas de higos a brevas -la tarrascada por el suelo nunca era falta, y la carga con el hombro de vez en cuando-, el enigmático árbitro que sólo aparecía para mostrarte tarjeta y, además, como sorpresa, en la fase final del juego… ¿el equipo Nintendo o el equipo de Stark, Bussaca, Ovrevo y el resto de personas non gratas para el fútbol? ¡Quién sabe!

En cualquier caso, hay que decir que era posible hilvanar jugadas con suma facilidad, dando pases al pie a diestro y siniestro, realizando cambios de juego bombeados y poniendo centros con efecto desde la banda para rematar. No faltaba el portero típico con melena al viento -curioso que todos los porteros eran clavados unos a otros, tan peludos como el recordado Ed Warner, compañero de Mark Lenders– y un punto bastante hilarante: cuando intentabas rematar de cabeza, todos los jugadores en disposición de rematar saltaban a la vez, en perfecta sincronización. Tal ejercicio de ritmo acompasado sólo podía ser igualado por el salto combinado de los delanteros de Match Day II, otro clasicazo del género.

Otros detalles como la celebración del gol con el jugador en el centro de la pantalla y su nombre -ficticio, claro está: lo de las licencias no tenía lugar en este tipo de arcade- y el lanzamiento de penaltis, donde los gráficos cambiaban a una perspectiva más cercana y con jugadores más estilizados completaban uno de los mitos de nuestra juventud futbolera. ¿Lo peor? Sin duda, que no estuviera España entre las selecciones participantes. Aquella vez no llegamos a cuartos de final… algo que sí se arreglaría en Super Soccer II, secuela prácticamente calcada, en la que se introdujeron un par de movimientos nuevos, el equipo español y un superequipo llamado Human con un delantero que disparaba bolas de fuego. Una locura que nunca llegó a nuestro país, si obviamos los diskettes introducidos en los copiones de la época en plan piratón…