Review Gran Turismo 5

GT5

Cinco entregas de Gran Turismo, y cinco años para perfeccionar el quinto ejemplar de la saga, y por encima de todo, alimentar hasta la gula desproporcionada el hype que ha arrastrado el simulador de Polyphony Digital. Y expongo rápido mi opinión: me ha decepcionado.

Lo que entra por los ojos lo hace de manera espectacular, y en eso tenemos poco que discutir. Al menos en un porcentaje del veinte por ciento. Me explico: todos sabréis ya lo de los doscientos coches «Premium» frente a los mil -coche arriba, coche abajo- que ofrece el juego. La diferencia entre un Premium y uno del montón es vasta, desde el modelado ultradetallado del coche, pasando por la recreación de los interiores y por las sensaciones que transmite cada vehículo al ser manejado.

Desde luego, el tema de los Premium es ver la botella medio llena o medio vacía, y en este caso creo que uno debe decantarse por la visión positiva: doscientos vehículos es una cantidad más que aceptable, mientras que el resto puede hacer de «relleno» en un momento dado. Además, la variedad y calidad de los circuitos compensa con creces este apartado, sobresaliendo los entornos urbanos, capaces de desbancar a PGR4, para mí, el título que mejor recreaba este tipo de circuitos hasta la llegada de este GT5. Picadilly Circus es brutal, y aún más lo es el recorrido madrileño.

El conjunto es muy notable en movimiento, los sesenta frames por segundo otorgan esa sensación de velocidad que tanto se agradece en un título de conducción, y que veamos una bajada de frames será algo bastante ocasional, aunque el tearing sí que sea más frecuente de lo que uno desearía, llegando a molestar en alguna ocasión.

Esta amplia variedad de coches y circuitos se ponen a nuestra disposición desde el clásico modo carrera, donde a través de dos tipos de categorías tendremos que ir sumando puntos de experiencia para aumentar de nivel y desbloquear competiciones y vehículos, descartando en este caso la importancia de los «carnets», antaño bloqueantes para ir avanzando.

Como soplo de aire fresco encontramos las pruebas especiales, como los circuitos con Karts o la Nascar, que a la postre pasan por ser de lo más entretenido del Blu-Ray, además del modo B-Spec, en el que sólo nos encargaremos de dirigir a un piloto desde la barrera, preparando el vehículo e impartiendo órdenes a nuestro pupilo. Lástima que no pasa de ser una nota curiosa, debido al irregular desempeño de la Inteligencia artificial de los pilotos.

Y este tema es todo un caballo de batalla que logra estropear las sensaciones transmitidas en una carrera contra otros vehículos controlados por la CPU. Aunque ahora cometen más fallos -no demasiados, ya que son unos cobardes de cuidado-, permanece la impresión de que estamos en una carrera de Scalextric en la que nos hemos colado por casualidad, y en la que los pilotos rivales pasan de nosotros.

Este error no es nuevo, ni mucho menos. La saga GT lo lleva arrastrando desde hace mucho tiempo, y dado el tiempo de preparación que han tenido para esta entrega, uno se llega a sorprender del poco cuidado que se ha tenido en este aspecto. Lógicamente, este fallo desaparecerá cuando nos lancemos al online, pero por desgracia, la manera de implementar dicho modo también queda anclada en el pasado, haciendo que la simple acción de querer correr en determinado circuito con unos cuantos amigos sea una verdadera odisea.

Si nos metemos en el farragoso terreno de las comparaciones, la verdad que el online de GT5 sale muy escaldado si ponemos a su lado el modo Autolog del reciente Need for Speed Hot Pursuit, en el que el propio juego se encarga de picarnos una y otra vez para superar determinado tiempo o rival. Y algo tan básico y necesario como saber si el tiempo que hemos marcado en tal o cual circuito está entre los mejores del mundo o simplemente somos los putos amos en el grupo de nuestros amigos, se convierte en algo perfectamente calificable como Expediente X en GT5. Incomprensible.

Por lo demás, GT5 sigue despuntando de forma idéntica a sus antecesores: el mero hecho de adquirir nuestro vehículo preferido, lanzarlo a la pista y dejarse llevar por la emulación de las sensaciones que transmite su homónimo real. Y por otro lado, sufre un pinchazo cuando pretende emular el contacto con otros vehículos: la tan cacareada simulación de daños ha quedado muy light, tanto en forma como en fondo.

Un ejemplo: estrellarse a más de doscientos por hora contra una barrera apenas causará que nuestra matrícula caiga -ojo, a partir de cierto nivel de experiencia, sino ni siquiera eso-, mientras que el daño mecánico -si habéis instalado el pertinente parche- provocado será algo demasiado aleatorio, desde acabar indemne hasta anular la dirección por completo.

Pero para mí la prueba de fuego era intentar coger una curva cerrada a más velocidad de la recomendada y apoyándome en un coche rival para no salirme de la calzada. Y sí, aún puedo seguir haciéndolo sin que el rival se cosque y sin que mi vehículo sufra ningún daño. Y eso, en un simulador que busca el realismo en la conducción, sigue sin ser una buena noticia, al igual que no lo era en las entregas anteriores. Quizá en GT6 caiga la breva.

Publicado por

Pedja

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