Bizarre Creations nos presenta a través de SEGA un shooter a la vieja usanza, con el sabor del arcade de antaño, donde la palabra High Score revelaba la mejor manera de fardar ante nuestros colegas por haberla alcanzado. The Club termina siendo uno de los videojuegos que más sentido logra otorgar a la característica «Tablas de puntuaciones» que suele verse en la contraportada de las carátulas.
¿Cuánto sabes de tí sino has participado nunca en una lucha?
Como rezaba una película de culto como es El club de la lucha, aquí podemos aplicar la misma filosofía. Y es que El Club reúne a una serie de mercenarios a los que les encanta la acción, para disfrute de la sociedad que maneja los hilos en dicho Club. Ocho personajes de procedencias y naturaleza absolutamente inconexa participarán en esta espiral de destrucción, con un sólo objetivo. Combatir, cuanto más mejor, y si puede ser con estilo, pues genial.
La historia, realmente no importa. Al más puro estilo de las máquinas arcade, la presentación de los personajes es breve pero intensa, porque es la acción pura y dura lo verdaderamente importante. Con una vista en tercera persona al estilo de otros shooters como Max Payne o Strangehold, manejaremos al personaje seleccionado a través de distintas pruebas. El primer tipo de prueba consiste en encontrar la salida del nivel; esta modalidad puede ser contrarreloj o sin tiempo límite; por otro lado, existen pruebas donde sólo podremos movernos por una zona limitada, teniendo como principal meta sobrevivir al constante asedio enemigo hasta que acabe el tiempo.
El denominador común en cada una de las pruebas y escenarios será eliminar todo rastro de vida, lo más rápido posible y con la mayor precisión que nos permita nuestra habilidad. Y dicha habilidad se va a medir en forma de combos. Cada vez que aniquilemos un objetivo, la barra de combo se incrementará en una unidad. Si dejamos pasar el tiempo, esta barra irá decreciendo hasta que llegue a cero, momento en el que perderemos el combo. Ahora entendéis porqué debemos ser rápidos y precisos.
Además de los mercenarios enemigos, podremos cumplir objetivos secundarios en forma de calaveras escondidas, que engrosarán el marcador de combo; otros extras serán disparar a la cabeza del sufrido enemigo, destruirlos con la última bala del cargador o realizar un movimiento ‘con estilo‘ justo antes de disparar, como saltar por un balcón o romper una puerta.
Si hasta ahora no os habéis convencido de la naturaleza arcade, lo haréis cuando os diga que los enemigos siempre aparecen en los mismos sitios. Esto quiere decir que, tanto el viejo método del ensayo-error como la memorización de patrones enemigos resurgen de sus cenizas para premiar al jugador y auparlo a lo más alto del Hall of Fame.
Tecnológicamente hablando
El conjunto visual de The Club, absolutamente idéntico en Xbox 360 y Playstation 3, nos presenta una jugosa variedad de escenarios, que van desde los canales de Venecia hasta una lúgubre prisión, pasando por almacenes y fábricas abandonadas. Aunque parezcan un poco dispares, lo cierto es que comparten un ‘look‘ bañado en óxido y decadencia, absolutamente inhóspitos -quizás hubiera dado juego el esquivar a personas inocentes-. Respecto a los modelos de los personajes, decir que el avatar del jugador está bastante detallado, mientras que los enemigos bajan de calidad. La naturaleza frenética del juego y la perspectiva escogida camuflan bastante los aspectos gráficos más flojos del juego, a lo que también contribuye el efecto de desenfoque utilizado a discrección.
Respecto al audio, hay que decir que la banda sonora queda absolutamente eclipsada por los contundentes efectos de sonido; así, Bizarre ha logrado implementar un amplio abanico de disparos de bala e impactos sobre todo tipo de superficies que aumentan sobremanera la intensidad de la acción. Ah, y aunque el diálogo sea escaso, el doblaje al castellano siempre debe ser valorado, como en este caso.
Conclusiones jugables
The Club no tiene nada que ver con el tipo de shooters que solemos ver desfilar por las consolas de nueva generación. Aquí no hay que pensar -de hecho no hay tiempo para ello– sino actuar con precisión. El objetivo final es obtener una elevada puntuación y lograr que nuestro nombre aparezca bien grande entre los mejores y si puede ser, quedando por encima de todos nuestros colegas.
Aunque la plantilla de personajes a elegir presentan diferencias jugables -un personaje fuerte aguantará muchos más impactos que uno débil, pero correrá menos y podrá perder menos tiempo para no perder el combo- lo cierto es que los modos de juego pueden quedarse cortos, sobre todo teniendo en cuenta que el Multijugador se encuentra limitado por un máximo de ocho jugadores simultáneos, a la vez que puede echarse en falta un modo Cooperativo o incluso Competitivo para varias personas.
A pesar de todo esto, The Club consigue alcanzar, de largo, su gran objetivo: recuperar el espíritu arcade del Insert Coin y el High Score, eliminar todo lo superfluo para elevar la acción por encima de todo y de todos. Y es que a la hora de pensar una simple y demoledora conclusión para el juego, se me ocurre algo que pocos juegos pueden conseguir: cuando tienes algo de tiempo libre y no sabes a qué jugar, introducir el disco de The Club para batir una de tus puntuaciones máximas no suele defraudar. Ahora, te puede dejar extremadamente alterado si no lo consigues. Por experiencia propia.