Hace algún tiempo, en un sistema muy lejano -no en mi caso, puesto que lo tengo a pocos metros de mí, colocado en el museo del videojuego que tengo montado en el salón-, el Amstrad CPC podía convertirse en unos minutos en una máquina tragaperras auténticamente profesional. Efectivamente, aunque ahora se encuentran bastante desfasados, nos bastará con remontarnos al año 1987 para poder visualizar en nuestra tienda favorita una cinta de cassette rotulada con el título “Fruit Machine Simulator”.