Acabamos de acudir al evento que Sony España ha preparado en Sevilla, dentro del tour de presentaciones etiquetado como #Level4, cuyo máximo objetivo es llevar a cabo el primer encuentro entre Playstation 4 y los medios de prensa digital y bloggers de cada ciudad. El evento sevillano se ha desarrollado en el Hotel Eme, un peculiar recinto enmarcado en un enclave tremendamente castizo, cerca de la Catedral de Sevilla, en pleno centro de la ciudad.
Alberto Gago y Mónica Revilla fueron los compañeros de Sony que jugaron el papel de cicerones, guiándonos a través de las distintas salas habilitadas por el evento. En mi caso, realmente era la primera toma de contacto con la próxima iteración de la máquina de juegos de la compañía de Kaz Hirai. Hay que decir que esperaba ver mucha más variedad de juegos, pero aún no estaban disponibles para probar muchos de los títulos que se esperan para el día de lanzamiento, siendo la ausencia más significativa la de Killzone Shadow Fall, del que sólo pudimos ver unas cuantas carátulas vacías.
Pero el alma de la fiesta sí que estaba presente, como no podía ser de otra manera. La consola tiene un tamaño bastante más reducido que el de mi Playstation 3 -es de las primeras-, pero lo verdaderamente importante es el mando. El DualShock 4, esta vez sí, pega un buen salto de calidad respecto al estándar que nos hemos encontrado en los sistemas previos de Sony. Por un lado, el tema de integrar la detección de movimiento y la luz del Move en el propio mando parece funcionar bastante bien; su utilidad práctica y real en los juegos, eso ya será otro cantar que, a estas alturas, aún no se puede calibrar.
Por otro lado, el tema de la superficie táctil en la cara superior del mando también parece bastante cómodo de manejar, siendo de manera simultánea un botón adicional. Aquí se aplica de igual manera lo del tema de la utilidad práctica. Pero lo que sin duda más me ha gustado es el diseño de los sticks analógicos. Y es que por fin presentan bordes que ayudan a que el pulgar no se resbale una y otra vez, que es lo que me pasaba siempre con los anteriores DualShock haciendo que me costara un mundo controlar géneros como FPS… ¡Y creo que no era el único!
En cuanto a los juegos que pude probar, pues tuvimos entre diez y quince minutos para jugar a cada uno, aunque es verdad que los grupos de juego eran de tres o cuatro personas, disponiendo de una consola para cada persona. El primero fue Knack. El juego de acción y plataformas en el que Mark Cerny-diseñador de Playstation 4– es a su vez el director creativo, mostró sus cartas a través de un compendio de niveles en los que el bicho que controlamos va ganando piezas y haciéndose más grande. Tendría que jugar bastante más para hacerme una mejor idea de su argumento, pero a priori no parece que el protagonista tenga el suficiente carisma que se requiere en este tipo de juegos, algo aplicable también a la propuesta jugable. Su nivel visual tampoco parece sobresalir, aunque sus texturas sean de bastante calidad y se quiera asemejar a las películas de animación actuales.
El siguiente juego que probamos fue un indie, Hohokum, un ejercicio relajante, prácticamente experimental, pero que, ni mucho menos, no llegó a entusiasmar a los presentes, aunque sí que fue del gusto de Sandra, la única componente femenina del grupo, todo hay que decirlo. No sé, quizás el hecho de no tener un objetivo claro y la excesiva simpleza de sus formas hicieron que no calara demasiado hondo…
Tras una demostración de la potencia de la combinación cámara + Dualshock -que sigue recordándome a un EyeToy hipervitaminado-, pasamos a darle caña al Drive Club, siendo el que más me gustó de los que vimos en la presentación. El manejo del coche queda a camino entre la simulación y el arcade, una indefinición que es capaz de reportar pingües beneficios jugables, como ocurrió en la saga Project Gotham Racing. En este caso echamos unos Time Attacks competitivos entre nosotros, quedando por delante del compañero Rafa. A favor, escenarios bastante recargados con múltiples detalles; en contra, la tasa de frames se quedaba en el tope de 30, echándose en falta que pudiese doblarse esta cantidad, algo crucial para los juegos de carreras.
El final una trayecto lo marcaba un third party, Assassins Creed IV Black Flag. Como suele ser norma en los comienzos de generación, estamos ante un título que sale simultáneamente para Playstation 3 y Playstation 4. Y esta fórmula suele derivar en un producto que apenas marque las diferencias entre una generación y otra. Hay que reconocer que la representación del oleaje en la batalla naval resulta espectacular, pero en líneas generales volvemos al mismo tema de antes: no marca diferencias de suficiente peso con su antecesora. Bien es verdad que el juego era una versión preliminar, algo que generó algún que otro bloqueo del personaje.
Finalmente, el evento se cerró con un completo piquislabis que se nos antojó superior. Agradecer a los compañeros de Sony que lleven este tipo de presentaciones a ciudades más allá de Madrid y Barcelona. En cuanto a la consola de Sony, todo indica que transcurrirá un buen tiempo hasta que veamos juegos que extraigan toda su capacidad, aunque algo esencial como el Dualshock 4 parece que será una garantía para todo tipo de géneros. Ya queda menos.