Corría el año 1987, yo estudiaba en el colegio San Felipe, Cádiz, cursaba séptimo de la extinta Educación General Básica, y justo en la misma calle del colegio -Sacramento para ser exactos- existía una tasca típicamente llamada Bar Jamón, donde se alojaba, como correspondía en la época, una máquina recreativa donde los chavales vaciaban sus bolsillos mientras los padres departían tranquilamente bebiendo cerveza y comiendo tapas de tortilla y carne con tomate.