Una mirada más profunda hacia El Caballero Oscuro

Hoy publico el concienzudo análisis realizado por mi amigo Jacobo Cortés, en el que desgrana una por una todas las perlas que nos dejó la última obra de Christopher Nolan. Os aviso que encontraréis spoilers, por lo que os ruego haber visualizado la película antes de leerla, aunque espero que lo hayáis hecho, ya que os he dejado tiempo suficiente para ello. Ahí va.

La génesis del murciélago: El paso a Caballero Oscuro

A la hora de hablar sobre “El caballero oscuro” no es posible hacerlo sin usar en más de una ocasión y de formas diferentes el término evolución. No solo a una serie de niveles y aspectos que conjugan todo lo que rodea al desarrollo de un film como son, historia, personajes, fotografía, montaje, dirección, música, efectos especiales o hasta cualquier mínimo detalle de atrezzo, diseño o producción. Sino también a una escala evolutiva emocional tanto para los personajes que se pasean por la película, pasando por todos los seres humanos que han intervenido en ella haciéndola posible, y acabando en la repercusión que tiene sobre el espectador cuando termina de visionarla.

EVOLUCION EN SUS PERSONAJES

Visto ya desde todos los ángulos posibles no queda ninguna duda de que esta segunda entrega de esta nueva saga cinematográfica de Batman ha sufrido una evolución lógica con respecto a su antecesora. El vigilante nocturno ya no es el principiante que cometía errores como dejarse gasear y prender fuego por El Espantapájaros. Ciertos detalles lo ponen de relieve como tener ciertas mejoras en su traje que lo hacen más hábil, fuerte y resistente para sus enfrentamientos, en especial en lo que respecta a su máscara con la que ahora puede girar la cabeza, no cualquier puede desenmascararle o gozar de unas lentes de visión especial (un detalle hecho para los fans, ya que en los comics Batman siempre lleva los ojos de la máscara coloreados de blanco).

Aunque como es de costumbre en el excelente cine al que el Sr. Nolan nos tiene acostumbrados, son sus escenas las que hablan por sí solas, como aquellas en las que Bruce se siente responsable de la gente que se disfraza queriendo seguir su ejemplo o muy especialmente aquella en la que se encuentra desolado y culpable por la muerte de Rachel, un momento fantástico que nos devuelve a una escena sacada directamente de “Begins” en la que Bruce de niño se sentía culpable por la muerte de sus padres, dejando claro que ese es el único sentimiento que nunca evoluciona, haciéndose tan solo más difícil de llevar con el paso del tiempo.

Es por esto que vemos una evolución en todos los personajes del film, menos en uno. Alfred es el estandarte de la sabiduría conseguida con el devenir de la edad, es el pilar indestructible sobre el que se sustenta la desequilibrada vida de Bruce, lo único en lo que se puede apoyar. Dejarle las frases más sarcásticas y graciosas del guión sigue demostrando que a Alfred no le hace falta cambiar.

Batman: El Caballero Oscuro

Otro de esos nuevos aspectos del film en cuanto a dar un paso más es el antes mencionado futuro del personaje de Rachel Daws. Es sin dudas uno de los platos fuertes y la más firme apuesta de un guión sólido y con un planteamiento aún más valiente que el de su primera entrega. Al llevar al personaje de Rachel al siguiente nivel para no quedarse atrás con respecto a él resto de participantes en la historia, el único peldaño que le queda ascender en la escala evolutiva de la saga es el de mártir. Señalar que la labor de Maggie Gyllenhaal es muy creíble y acertada, pero más acertada aún ha sido la idea de sustituir para esta nueva faceta del personaje a la inútil Sra. Cruise por la antes citada actriz.

Quizás el personaje cuya evolución es más evidente es el de James Gordon, cuya participación en esta entrega es de mucha mayor relevancia con respecto a la primera si cabe, y guardándose para el solo el protagonismo de una de más mejores sub-tramas de todo el film, que terminan desencadenando en ese siguiente paso tan esperado por los aficionados a los comics, convirtiendo al teniente Gordon al fin en comisario.

Gary Oldman de nuevo se luce como nos suele tener acostumbrados en todas sus escenas, desde las más simples que van desde las conversaciones con Batman, Harvey Dent, el alcalde, su mejor o sus superiores, hasta algunas condenadamente memorables como cuando capturan al Joker, el post interrogatorio (luciendo por fin esa gabardina que sabrán reconocer los fans), todo el climax final o esa última conversación con su hijo. Un deleite para cualquier cinéfilo, como siempre, degustar cualquier maravilla llevada a cabo por Oldman, que hace de esta nueva etapa de Gordon un hombre más fuerte, más seguro de sí mismo y más respetado.

EVOLUCION EN SU HISTORIA

Partiendo de la base establecida por el final de la primera entrega queda claro que Gotham es un personaje mas de la historia y que como tal también ha sufrido ciertos cambios, estos se traducen en una mejora de la vida de sus ciudadanos al haberse convertido en un sitio más seguro ahora que sus calles están limpias de maleantes.
Por lo tanto la propia evolución de la ciudad es el resultado lógico a la evolución de sus protagonistas, haciendo de esta forma que toda la trama que se relata en el film de él siguiente paso en el desarrollo de la historia del hombre murciélago.

Las nuevas etapas en las vidas de los protagonistas solo sirven para avanzar en la primera mitad de la película, es en la segunda mitad donde se desarrolla completamente el tema principal que nos hace entender el mensaje del film, y ello es gracias a el protagonismo absoluto de los dos elemento más importantes de esta nueva entrega, Harvey Dent y El Joker, este último ya todo un referente digno de pertenecer a la galería de villanos ilustres como Hannibal Lecter o Darth Vader gracias a la interpretación del malogrado Heath Ledger, que sin que para nada influya el hecho de su temprano fallecimiento coloca su “performance” en la vitrina de mejores interpretaciones de la historia del cine.

Es en el punto en el que todos sus protagonistas están perfectamente encajados entre sí como las piezas de un reloj, cuando la historia comienza a dar lo mejor de sí misma. La trama es una tela de araña maravillosamente hilvanada por todas las intrigas que las rodean, es así como se nos presenta el comienzo donde parece que todo es mucho mejor, la misma fotografía de la película nos lo está diciendo, hay menos oscuridad y mucha más luz, pero es una luz que sigue siendo fría y gris. Todo el buen rollo que se respira en Gotham no deja de ser una cortina de humo, un lugar donde ahora ha dejado de reinar el terror para reinar la falta de confianza en el prójimo.

Los agentes de la ley no terminan de fiarse de Batman, Dent busca la confianza de Gordon para formar una alianza con él y el señor de la noche, pero es el propio Dent quien niega la confianza en la propia unidad policial de Gordon. A su mismo tiempo Batman, apenado por toda la responsabilidad no quiere involucrar más a Gordon lo que lleva a este a sentirse apartado.

Incluso los mismos criminales de la ciudad ya no confían en los jefes de las otras bandas o en su propio contable.
Mientras cualquiera de los habitantes de la ciudad tiene que estar mirando por encima de su hombro nadie vigila a una mente criminal cuyo nivel intelectual es solo superado por su perversidad, un ser perteneciente a un mundo sin reglas o compasión que demuestra que los monstruos si existen, un agente del caos que sabe que con un pequeño empujón todos podemos mostrar nuestra otra cara, El Joker.

Batman: El Caballero Oscuro

UN PLATO FUERTE Y UN PLATO COMBINADO

Sin duda alguna el mayor reclamo publicitario de esta nueva entrega es El Joker, de hecho toda la campaña de publicidad estaba sustentada alrededor del personaje, pero el triste fallecimiento de Heath Ledger llevó a mermar dicha campaña ligeramente. A pesar de ello su muerte no hizo otra cosa que darle un interés adicional al film por parte del resto de la gente familiarizada más con el mundo del cotilleo o el morbo que el del cine.

Yo personalmente tras ver su interpretación y el aporte que da al personaje solo puedo decir que el suyo es el auténtico Joker, el que he leído una y mil veces en los buenos cómics de Batman, el Joker que da miedo, que es como debe de ser. Escenas tan terroríficas como el truco del lápiz delante de los jefes de la mafia, la visita a Gambol haciéndose el muerto (con su falsa explicación de las cicatrices incluida), el interrogatorio al que es sometido, la conversación final con Batman o su salida del hospital mientras todo estalla son buena muestra de ello y un regalo para cualquier cinéfilo que se precie.

Pero quizás, es aquella en la que manda a la cadena de TV el video donde tortura al chaval disfrazado de Batman en donde a un servidor se le eriza todo el cuerpo, una escena tan memorablemente terrorífica como aquella en la que por primera vez un tiburón asomaba su hocico cerca de una playa llena de niños.

Tras toda la pirotecnia interpretativa que es este personaje, tenemos en la sombra a él que es el segundo mejor reclamo de esta entrega, que de no llegar a ser por el personaje antes mencionado hubiera captado mucho más la atención de todo el público como se merece. El personaje de Harvey Dent por un lado, es todo lo que uno querría ser en un mundo real como el nuestro, una persona triunfadora, positiva, hecha a sí misma, y lo que es más importante todo lo anterior siendo honrado y honesto.

El político perfecto de cuento de hadas urbano, esa mente incorruptible que una vez corrompida nos devuelve a la realidad de un bofetón. El personaje de Dent es sin duda ese reclamo tan bien utilizado en la primera entrega para hacernos sentir en un mundo real y que nos metamos de lleno en la película, convirtiéndose en el engranaje maestro de la historia, la pieza clave que hace que el reloj vaya como una seda, hasta que decide pararse y comenzar a hacer girar las agujas en el sentido contrario.

Dos Caras es por otro lado uno de los personajes más queridos del universo del hombre murciélago, esa dualidad que complementa perfectamente el bien y el mal de las mejores maneras. Batman y el Joker son los extremos de esa dualidad, Dos Caras es la balanza, el Yin y el Yan hecho hombre. En el film el personaje es tratado con el mismo cuidado que con el tratan a Harvey Dent, dándole un enfoque tan carismático a uno como desasosegante a el otro.

Aaron Eckhart hace suyo ambos personajes con una sobriedad aplastante que queda demostrada en escenas tan espléndidas como lo son por ejemplo su entrada triunfal en el juicio (con puñetazo al testigo incluido), el interrogatorio a uno de los ayudantes del Joker con su moneda (antes de ser Dos Caras), la conversación por walkie-talkie con Rachel, y sobre todo su conversación con El Joker mientras este lo convierte en Dos Caras o todo el clímax final entre el, Batman y el comisario Gordon. Momentos de auténticos despuntes con los que ayuda tanto como el personaje de Heath Ledger a llevar esta película al siguiente nivel.

Batman: El Caballero Oscuro

UN GUION CON NOMINACION

Tramas como las de “El Caballero Oscuro” no son nada fáciles de plantear, quizás en su primer visionado la película puede parecer demasiado liosa o sobrecargada, pero tan solo es debido a la información masificada que lleva consigo. En un primer vistazo segundas tramas como ¿Quién es el Joker y que espera conseguir?, El trío Bruce, Rachel y Harvey o los ahorros que la mafia trata de salvar con su contable en Hong Kong pueden parecer en algunos momentos innecesarios en otros incompletos, pero todo esto se disipa cuantas más veces se asiste al visionado de la película.

Tal y como sucedía con “Batman Begins” todas estas sub-tramas llevan a una serie de acontecimientos que como dije más arriba se sustenta en intrigas tejidas con suma maestría. Detalles insignificantes como que la acompañante de Bruce pertenezca al ballet ruso, termina perfectamente enlazadas con esas “vacaciones forzosas” que se ve obligado a tomar el Sr. Wayne en la bahía de Hong Kong o chistes tan simpáticos como el de un empleado de industrias Wayne sobornando al personaje de Morgan Freeman para no desvelar quien es realmente Batman se terminan por convertir en parte del clímax del film, donde El Joker disfruta poniendo las cosas del revés y demostrando que todos estamos a un espectro de ser monstruos.

Visto de esta forma es obvio que al tratarse de un film donde El Joker es el verdadero protagonista, es un guión lleno de mentiras que iremos descifrando conforme más veces la veamos, una mentira que se convierte a cada paso que da en una cruda realidad, una joya de guión que roza el esperpento y que necesitara de tiempo para que todos podamos asimilarla y alabarla como se merece. Tan solo conociendo la mente de su creador a través de una obra como “Memento” podamos empezar por entender el sistema narrativo del Sr. Nolan.

En cuanto a sus frases realizar un breve apunte con respecto a su antecesora, en la que todo el rato era como ver un buen partido de tenis, las frases iban y venían de entre unos personajes y otros de una forma fantástica otorgándole un ritmo emocionante al tiempo que tranquilo por sus mas que acertadas pausas. En “El Caballero Oscuro” no se ha dejado de lado esa técnica del todo ya que en su momento quedo demostrado cuan acertada era. Momentos como cuando finalmente el Joker le pregunte a Batman si sabe de qué son sus cicatrices y este contesta. -No! Pero si se de qué son estas!- Al tiempo que le lanza unas cuchillas a la cara.

Cuando Alfred le dice a Bruce que hoy no dirá -Se lo dije- o en especial en la conversación final donde Dos Caras dice que no se trata de lo que se quiere, sino de lo que es justo, haciendo referencia a su conversación en el hospital con el Joker sobre que el caos es justo. De todos modos no dejan de ser pequeñas muestras de un estilo narrativo que hace acto de presencia de manera testimonial, pero que deja paso a uno nuevo en el que la contundencia de las palabras andan a sus anchas por un mundo cada vez más dominado por el terror que estas mismas palabras infligen.

Todas ellas por supuesto proferidas por el Joker, como su explicación de lo que es el caos y de cómo se puede corromper el alma de cualquier hombre, como cuenta mentiras sobre sus cicatrices o como tortura él a Batman en su propio interrogatorio haciéndole entender que no puede hacer nada con toda su fuerza por que terminara por doblegarse a romper su única regla. Aunque en especial me quedo con el final, cuando Gordon definitivamente explica lo que Batman representa y en lo que se va a tener que convertir, un caballero oscuro.

Batman: El Caballero Oscuro

ASPECTOS TECNICOS

Quizás a primera vista “El Caballero oscuro” no presente unos cambios técnicos muy sobresalientes a pesar de que técnicamente la mejora ha sido bastante sustancial, pero como suele ocurrir en películas como esta donde el reclamo se encuentra en otros aspectos que no tienen nada que ver con esto, lo técnico suele quedar algo olvidado. En general la fotografía como ya comentaba antes es más luminosa, pero de una manera fría y artificial, con respecto a la de Begins que daba el aspecto de sucia y envejecida, de esta forma nos llega el mensaje de que todo es una gran mascarada.

Los efectos especiales quizás sean más sencillos y tengan menos protagonismo que en “Batman Begins” incluso, pero hacen la aparición justa y necesaria en aquellas escenas donde el Batmovil se convierte en Batpod, la explosión del hospital o el radar de visión que usa Batman para una de las secuencias finales.

En cuanto a la labor de vestuario y maquillaje es bastante notoria, con respecto a lo primero el tono de sobriedad de la gente vistiendo nos da otro más de esos aportes que hacen a la historia verosímil y así sorprendernos más si cabe con las mejoras del traje de Batman, el traje chamuscado de Dos Caras y el sobrecogedor vestuario del Joker.

Del maquillaje decir que el villano de la función se lleva la mejor parte por lo realista a la vez que simplista de esas pinturas que durante todo el metraje aparecen de forma diferente, se va deshaciendo, se la vuelve a poner y cada una de las veces nunca es igual, convirtiéndose en uno de esos pequeños detalles que elevan la categoría de las películas por encima del resto. En cuanto al de Dos Caras está entre la línea de lo terrorífico y lo desagradable, aunque al parecer no todo es maquillaje ya que hay algo de ordenador, decir que el resultado es encomiable.

Su banda sonora puede resultar en una primera oída muy parecida a la de la primera entrega, pero nada más lejos de la realidad, este es otros de los aspectos en los que la escala evolutiva ha jugado un factor importante. El tema del Joker es la banda sonora perfecta de una mente enferma y cruel, sus continuos tintineos son las manecillas del reloj que es su cerebro, nunca deja de planear, es el tic-tac de una bomba a punto de estallar y finalmente esas descargas de sonido son la bomba que cuando estalla se calma para volver a hacerlo más tarde, la onda expansiva de los actos del Joker no conoce límites.

Solo por este aporte y las mejoras que ha sufrido en cuanto a ritmos el resto de la composición (haciendo de Dos Caras un mártir y de Batman alguien ahora mucho más heroico) esta banda sonora ya puede sentirse igual de orgullosa que la ya mítica fanfarria de Danny Elfman para el clásico “Batman”.

Joker

Finalmente de la dirección de Christopher Nolan solo puedo decir que es un monstruo del mismo calibre intelectual que el Joker, pero que usa este intelecto para deleitarnos con obras de arte como la incomparable “The Prestige (El truco final)”. Un señor que hace películas tan colosales como esta y no usa director de segunda unidad demuestran que no solo es la mezcla perfecta de Spielberg y Hitchcock, sino también algo que ya tenía como pura certeza desde el visionado que le di a el film antes mencionado, Christopher Nolan es el futuro del cine en dos aspectos.

Futuro como evolución de lo que es el cine en si como en su momento lo fue Steven Spielberg y futuro como salvavidas para los que buscamos buen cine y no un espectáculo que nos entretenga por unas horas y del que luego no guardemos ningún momento memorable.

Autor: Jacobo Cortés

Batman: El Caballero Oscuro

Batman: El Caballero Oscuro

Ayer asistí al estreno de la segunda película que Christopher Nolan dirige con el caballero oscuro de Gotham como protagonista. Lo cierto es que esta entrega ha venido precedida de una gran cantidad de hype, expectación inusitada que no tuvo la primera, pero que tras confirmar el buen hacer del director de Memento con Batman Begins -apoyado siempre en la sombría visión de la historia de Batman escrita por Frank Miller-, creció hasta límites insospechados, ayudado sobremanera por las escenas que se habían dejado ver hasta el momento.

Y en especial, escenas donde el malogrado Heath Ledger se transformaba, literalmente, en el Joker. Su trabajo, según leo en varias fuentes, ya ha conseguido que se demande un oscar póstumo por su interpretación. Pero antes de llegar al Joker quiero introducir un resumen de la película en sí. La mejor síntesis la puede encerrar una afirmación que parece obvia, es cien por cien Nolan. No es poco, puesto que estamos hablando de uno de los directores con más talento de los últimos tiempos, capaz de manejar a su antojo la trama, los personajes y el tempo de la acción.

Esto nos lleva a un filme donde el arquetipo de película de superhéroe se esfuma por completo, al darnos de bruces con grandes trozos de metraje en los que la densidad de argumento y de diálogo se agranda por momentos, siempre con un enorme trasfondo moral. Resulta plausible cómo se le dota de profundidad y personalidad a cada uno de los personajes, destacando, en la primera parte de la película, el inteligente y sarcástico fiscal Harvey Dent, mientras que, aumentando de forma gradual hasta llegar a una histriónica dominación, el mencionado Joker de Ledger.

Joker

Naturalmente, tenemos escenas de acción. No vamos a descubrir en ese sentido a Nolan, puesto que la misma Batman Begins posee varios ejemplos de cómo poner los efectos especiales al servicio de la acción, o el dominio de la fotografía y los planos de cámara que ya vimos en su obra maestra, Memento. En esta ocasión, el director dispone de un presupuesto desorbitado que se deja ver en las asombrosas implementaciones de los vehículos que maneja Bruce Wayne.

La película es, por tanto, un continuo cambio de ritmo. Por momentos lenta, incluso anticlimática, con muchos instantes de juego psicológico, y con ritmo trepidante cuando lo necesita. Y por encima de todo, y es donde se deja ver el talento del creador de El Caballero Oscuro, el intercambio de escenas simultáneas decisivas para la suerte del argumento, donde se desgranan hito a hito los acontecimientos.

Sobre las interpretaciones; decir que todo resulta más fácil cuando a tu servicio se encuentran actores con amplia experiencia y contrastada efectividad, como Freeman y Caine, que sin embargo sólo ocupan papeles secundarios. El triángulo capital que forman Bale, Ledger y Aaron EckhartDent– lleva el peso de la película, apoyados por el genial Oldman en el papel del comisario Gordon (sí, comisario, un aplauso) y la siempre agradable puesta en escena de Maggie Gyllenhaal.

Resulta curioso que el gran protagonista de esta película no sea Batman. Al menos, no para mí. La dualidad Wayne / Batman y sus crecientes dudas en pos de abandonar su puesto de héroe en la sombra a favor de otro más popular (el fiscal Dent) queda poco a poco eclipsada por la impresionante actuación del Joker. Sus artimañas, la forma de intimidar a sus víctimas, los histriónicos diálogos y sus inolvidables gestos. Un enorme legado caótico que acaba invadiendo por completo la película llegando a hacerse el amo y señor de la corriente de locura que invade Gotham.

Con ciertas connotaciones morales que atisban un halo de esperanza para la ciudad en medio del caos reinante, la película finaliza de forma magistral, resumiendo en pocos segundos el destino próximo de Batman y de la propia ciudad. Aún saboreando la inteligente composición de Nolan y el amplio abanico de pensamientos que subyacen por debajo de la capa exterior del filme, me atrevería a decir que podemos estar ante la mejor película de superhéroes que haya podido verse, por encima de mi favorita hasta el momento –El Protegido– y sabiendo que habrá un amplio público para el que no sea la típica película que esperaban. Pero… ¿por qué estar tan serio?

Batman: El Caballero Oscuro

Indy y el Reino de la Calavera de Cristal: Segunda crítica

Tras mi artículo sobre la nueva película de Indiana Jones, hoy publico otro punto de vista, de la mano de mi compañero Jacobo, amante empedernido de la trilogía de Indy; una opinión en la que nos comentará si la cuarta entrega merece estar en el mismo pedestal que el resto de aventuras del profesor Jones.

La película

Crítica

Diecinueve años han pasado ya desde la última, y hasta ahora única, vez que me senté en la butaca de un cine para ver una película de Indiana Jones, recuerdo perfectamente ese día como si fuera ayer. Tras terminar de verla descubrí que no había otra cosa en mi vida que me apasionara tanto como el cine, ese día me convertí en un cinéfilo. Todos los que nos consideramos cinéfilos (que somos las personas que amamos realmente el mundo del cine) tenemos presente que a la hora de hacer critica de una película podemos ser más o menos duros con la misma, sabemos de antemano que alguna de esas películas gustan o no, otras horrorizan, pero solo unas pocas nos marcan para siempre.

Esos escasos films de los que hago referencia se convierten en los únicos culpables de que dediquemos parte de nuestro tiempo al mundillo del cine, ya sea bien por afición, profesión o devoción. Aparte de ser culpables de eso lo son también de haber despertado en nuestro subconsciente una clase de sentimiento tan personal que solo nosotros mismos alcanzamos a comprender. En mi caso en concreto, ese sentimiento despertó cuando yo era muy pequeño, ocurrió en el salón de mi casa y fue maravillándome con las andanzas de un hombre de carne y hueso que parecía sacado de una historieta, capaz de las hazañas más increíbles. Escenas ya míticas de “En busca del arca perdida” e “Indiana Jones y el templo maldito” se quedaron grabadas en mi retina de tanto verlas una y otra vez consiguiendo para entonces algo muy especial, cuanto más las veía, mayores eran mis ganas de repetir la experiencia, mejor me lo pasaba, más interesantes las encontraba , y más aprendía. Maduré y crecí junto a ellas hecho que me ayudaba a entender los chistes, fijarme en los detalles, me sumía en el argumento, y dicho sea de paso dejaba de sentir miedo cuando el poder de Dios, representado en fantasmas que brotaban del arca, fulminaban a Belloq y Co.

Entonces llegó el día del milagro, yo tan solo tenía poco menos de doce años y aunque era consciente de que yo no veía una película como lo hacia el resto de la gente que conocía, era demasiado pequeño para entender cómo funcionaba el negocio del cine. Por lo tanto era obvio que jamás se me pasara por la cabeza que aquel tipo del látigo y el sombrero tuviera una aventura más que contarme… hasta que mi padre me enseño un día la parte del diario donde se anunciaban los estrenos, había un cartel que a pesar de no haber visto en mi vida ese sentimiento albergado en mi subconsciente se encargó de relacionar de forma inmediata. En él en letras bien grandes y en la parte superior rezaba: “Indiana Jones y la última cruzada”; pensé que se trataba de una broma de mi padre, pensé que estaba soñando, pensé de todo menos que fuera real.

Last Crusade

Días después, en el estreno, me encontraba sentado en una butaca de mi querido y añorado Cine Avenida. Ese día, mis ojos recibieron el mejor regalo que nadie jamás les había hecho, la reacción no se hizo esperar y una semana después nacía en mi otra de esas experiencias únicas que cada uno puede comprender por sí mismo, y es que esa fue la primera vez en mi vida que sabía lo que era ir al cine por segunda vez a ver la misma película. Desde entonces no ha existido para mi (con permiso de la trilogía de “Regreso al futuro”, mi segunda preferida) tres películas que haya visto tantas veces y de las que haya exprimido más y más de un jugo que en vez de agotarse no pare de manar.

Ahora los tiempos han cambiado, todo ha cambiado aunque sea un poco, yo tengo treinta años y estoy recién casado (Indy ha tenido el detalle de esperar a que yo lo hiciera para hacerlo también el mismo año y mes que yo), y la información es algo que ha crecido en masa con la aparición de internet, por lo que en los tiempos que corren no hay cabida para la sorpresa a la hora de vivir un acontecimiento como este ya que la publicidad, las fotos, y los trailers están al alcance de cualquiera de nosotros, pero el mundo no ha evolucionado solo, nosotros lo hemos hecho con él, al igual que Indy y sus creadores. Ésta quizás sea la principal razón por la que a tanta gente le haya costado aceptar ciertas “nuevas” reglas impuestas por el film, puede ser que hayamos olvidado que en la saga siempre han existido ciertos momentos imposibles que son precisamente los que la dotan del encanto que la convierte en única y de paso la diferencia claramente del resto de productos que conforman el llamado género de aventuras.

Si partimos por lo tanto de la premisa de aceptar que, así se hace y es una película de Indiana Jones podremos disfrutar sin ningún problema de lo que se ha querido dar a conocer, erróneamente, como la película del año. Sería más acertado llamarla el estreno de la historia del cine. Spielberg ha tenido la amabilidad de aprovechar esta ocasión que le brindaba el paso de los años, para enriquecer aún más al personaje y a el mundo que le rodea, una expansión del universo del Dr. Jones que si bien a regocijado a una parte de la comunidad fan, no ha acabado por llenar al resto.

Éste es obviamente uno de los motivos por el que cierto sector del público no se ha visto satisfecho, esperaban quizás un film que les fuera más familiar con respecto a las entregas anteriores, lo que se llama vulgarmente más de lo mismo, pero Spielberg no es amigo de lo convencional y no desaprovecharía la oportunidad de entregarnos algo que también fuera completamente nuevo y fresco a pesar de contar con la cantidad justa de melancolía para los fans (en los cuales me incluyo), demostrando así que el tiempo pasa y no se olvida de pasar factura. Ello queda patente en una de esas magnificas filigranas en forma de frase, de las que siempre hace gala la filmografía del director, y que le espeta a Indy su colega de universidad Charles Dean Stanford:

Comenzamos a tener una edad en la que la vida nos deja de dar cosas para comenzar a quitárnoslas.

Siendo obvio que el paso inexorable del tiempo es un protagonista más de la historia que lleva a los personajes, tanto nuevos como antiguos, a cobrar un cariz que enriquezca la trama y ritmo de la película, demostrando de camino algo que siempre ha estado patente en la saga y es que son los personajes quienes llevan el peso de la acción. A todos nos encanta saber el, porque, donde o como de los McGuffins, pero siempre descubrimos al final que han sido los personajes los que nos enamoran y enganchan a repetir la experiencia de volver a cada uno de los films un sinfín de veces.
Los aspectos técnicos de esta cuarta entrega se mantienen fieles a las dos cosas primordiales a la que debían de hacerlo, ser un película de Steven Spielberg, y sobre todo ser una entrega que aumente honorablemente una saga ya mítica por meritos propios.

Indy y Mutt

Banda sonora

¿Qué sería de una entrega de Indiana Jones sin la fanfarria, ya eterna para la historia del cine, como es el “Raiders March” creado por John Williams? Era por lo tanto más que evidente que el tema principal de Indy no podía faltar, pero todos los aficionados a las bandas sonoras somos exigentes con lo que llega a nuestros oídos, es por ello que ponemos el listón muy alto. Bien es sabido que el maestro Williams cuenta ya con una edad en la que pedirle peras al olmo sería algo ilógico, pero este hecho ya se consumó cuando esperábamos la segunda trilogía de “Star Wars” dejándonos eso si con un palmo de narices al disfrutar de temas tan magistrales como “Duel of the Fates” o “Anakin vs. Obi-Wan”. Cierto es que sus composiciones hace diez o quince años formaban un todo perfecto y mucho más sólido que convertía esos trabajos en piezas memorables, y quizás ahora sus partituras no gozan de dicha consistencia.

De todos modos despuntan con suma maestría, al igual que ya pasó con la saga galáctica, algún que otro tema como: “The call of the crystal”, “Irina´s Theme” o “Jungle chase”. Otros en cambio como: “The snake pit” y “Adventures of Mutt” son tan solo divertidos y dinámicos a pesar de beber con suma agonía de temas ya inspirados en “Harry Potter” o “Hook”. Ello no le resta para nada categoría al conjunto, haciéndonos el visionado muy llevadero, no nos distrae de la acción sino que nos embulle más en ella, algo que sumado a todo lo anteriormente descrito mantiene dignamente al maestro Williams en lo más alto del escalafón de la música cinematográfica a sus setenta y seis primaveras ya cumplidas. ¡Y que sean muchas más, John!

Indy y Spallko

Fotografía

En cuanto a la fotografía, como bien sabrán los fans, el encargado de las tres primeras entregas fue el excelente Douglas Slocombe, maestro de maestros. Slocombe se jubiló precisamente cuando acabó su labor en “Indiana Jones y la última cruzada”, aun hoy este magnífico artesano de la luz vive a sus noventa y cinco años, pero Spielberg sabía que si traerse de vuelta para esta cuarta aventura a Sean Connery era muy difícil, traerse a Slocombe a su avanzada edad era imposible. Por lo tanto y como no podía ser de otra forma el director volvió a contar para la ocasión con su director de fotografía habitual, Janusz Kaminsky. Spielberg habló claramente con él y sin rodeos para que dejara momentáneamente de lado su particular fanatismo por la saturación de blancos y el uso de colores fríos (sello habitual de Kaminsky), para que pasara a imitar directamente el estilo que Slocombe usó en las tres anteriores.

El director de fotografía se adaptó cómodamente al muestrario de colores vivos y clásicos del viejo maestro, pero decir que el éxito ha sido total sería exagerar. Si es cierto que ciertas escenas como las acontecidas en, el campus o el interior de la universidad, la casa de Indy, el Area 51, ciertos interiores en pirámides y catacumbas, etc. Respetan el espíritu de la saga al cien por cien, en cambio otras como la persecución en la jungla, el campamento base de los rusos, el ataque de las hormigas o el estallido de la bomba al comienzo del film, muestran claramente el estilo de saturación de la luz con el que tanto disfruta Kaminsky, y es que no podía pasar de otro modo, la gente que goza de un talento como el suyo siempre sienten la tentación de dejar su huella.

Indy

Interpretaciones

De la interpretación hay bien poco que decir, y no es porque no despunte calidad, pero lo bueno si breve dos veces bueno, y en el caso de la interpretación se cumple el proverbio. El personaje de John Hurt es tremendamente divertido, aparece más de lo que se espera en un principio y sin duda sorprende de una forma sin igual, a la vez que transporta a la acción de una manera única.

Shia LaBeouf conforma con Mutt la mezcla perfecta de Marion e Indy, el carácter y la personalidad que imprime a su personaje es abrumadora, de esta manera nos encontramos ante un papel que aunque pueda parecer fácil de interpretar, era uno sobre los que pesaba una mayor presión, si nos parece fácil es porque LaBeouf ha realizado un trabajo impecable. Cate Blanchett está sencillamente espectacular, si nos encontráramos por la calle con Irina Spalko creeríamos que es real, su interpretación es poderosa y sumamente realista. Como ejemplo claro la escena en la que nada más comenzar el film consigue abrir la caja de Rosswell, la mirada de posesa y loca que nos regala es sencillamente aterradora.

Ray Winstone compone a ese sinvergüenza encantador que a todos nos hace gracia y cae bien, deudor en alguna de sus actitudes de Han Solo, algo que por supuesto no es casualidad. A parte de eso quizás su interpretación no llegue mucho más allá, pero es efectista y no desentona con el ritmo de la película. Jim Broadbent a pesar de no haber contado con mucho metraje para lucirse cuenta con la escena en casa de Indy, en la que por sí sola deja de relieve su habilidad y galantería a la hora de hacerse con un papel. De Karen y Harrison solo se puede decir que nos han demostrado que Indy y Marion no solo seguían vivos en nuestros corazones, sino que también lo siguen en la pantalla. Sus interpretaciones por lo tanto se convierten en uno de los mejores regalos de esta película.

Shia LeBouef

Historia

La historia mantiene un ritmo y grado de interés, por parte del espectador, que sin duda no supera a las tres primeras entregas, pero que se basta y se sobra con mantenerlo y no encontrarse por debajo. Es inevitable que esto días la gente trate de asignarle un puesto de preferencia o calidad entre las cuatro entregas, pero no por ser inevitable no deja de ser un tremendo error, para hacer algo así deberán de haber pasado diez años y deberemos de haberla visto ciento de veces más al igual que hemos hecho con las otras tres durante todos estos años. Si tuviéramos que señalar en concreto un par de puntos serían, por un lado el tema de los villanos.

Es obvio que los rusos, aún estando a la altura de una película de Indiana Jones, no son tan carismáticos como siempre lo han sido y serán los nazis. Por otro lado el McGuffin presentado (la calavera de cristal en principio, y lo que se resuelve al final como el poder del conocimiento total) no nos puede parecer tan misterioso como el arca de la alianza o tan romántico como el santo grial. Todo esto forma claramente parte de la evolución expuesta al principio de esta crítica, algo de lo que no se podía huir.

En su momento fue avisado, las tres primeras aventuras encontraban su inspiración en el cine del mismo género de los años treinta al estar ambientadas en esa misma época, por lo que el siguiente movimiento lógico era dar el salto a los bien entrados años cincuenta, dándonos de cara con el McArthysmo y su caza de brujas, la guerra fría y el cine que invadió aquellos años. Temas como el espacio, los extraterrestres, el pánico nuclear y una avalancha de interés por la ciencia ficción. Indiana Jones da por lo tanto el salto de la fe a la ciencia, un movimiento más que acertado del que George Lucas ha sido el máximo responsable y por el que será justamente reconocido con el tiempo.

En otro orden de cosas resaltar que elementos típicos de la saga como, las escenas de acción orquestadas con delicadeza y cariño, sus frases legendarias, momentos memorables que son capaces de arrancar las lágrimas (sobre todo de aquellos que hemos crecido con esto), humor al más puro estilo Indiana Jones, situaciones imposibles y mucho más conforman lo que no solo podía, sino no debería ser otra cosa que un film de Indiana Jones.

Visto de esta forma podemos empeñarnos en seguir durante años criticando escenas como la del frigorífico o las lianas y no disfrutar así de esta maravilla de película o podemos aceptar la verdad, que son igual de ilógicas, divertidas y necesarias como la de la balsa hinchable en “El templo maldito”, arrastrarse debajo del camión de “En busca del arca perdida” o caer por un acantilado subido a un tanque y agarrarse a una raíz justo a tiempo como en “La última cruzada”.

Indy & Spielberg

Conclusiones

Tan solo me queda dedicar un par de líneas a darle las gracias a Mr. Spielberg, por haber sabido aprovechar al máximo su madurez como, no solo director de cine, sino también creador de imágenes únicas y perdurables. Lleva haciéndolo más de treinta años y nunca deja de sorprenderme, pero si cabe algo aún más admirable es que se haya tragado su orgullo, solo para volver a un estilo de contar historias que ya había dejado atrás, y no solo contento con eso encima utilizar todos estos años de experiencia adquiridos entre la tercera y cuarta entrega para mejorarlo, depurarlo y de paso habérselo pasado igual de bien que nosotros.

Un señor que a pesar de ser un cineasta al que nunca nadie podrá igualar y que se ha ganado un panteón junto a gente como Wilder, Hitchcock o Ford, no deja de ser humilde y tratar a todo su equipo por igual. Un crío de casi sesenta y dos años que ha abandonado todos sus proyectos serios, no solo para regalarnos un cuarto milagro llamado “Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal”, sino también un final que jamás ninguna otra saga o personaje de ficción podrá llegar a soñar, un final que deja claro que las aventuras del Dr. Jones solo pertenecen a nuestros sueños, de la misma forma que su sombrero solo le pertenece a él.

Jacobo Cortés González

Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull: Retorno a los orígenes

Indy 4

Tras asistir en la tarde de ayer al estreno de la nueva película de Indiana Jones, me quedan muchas sensaciones en el paladar, casi todas agradables, a la par que una pizca de tristeza, al saber que será difícil volver a vivir tal experiencia. Y es que Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal conserva todas las propiedades que encumbraron a la trilogía aventurera por excelencia, manteniendo quizás más similitudes con La Última Cruzada, la mejor de todas en mi opinión.

Tales similitudes provienen del componente ‘autoparódico’ que embarga en numerosas ocasiones a la película, arrancando rápidamente la sonrisa del espectador cómplice, y lo más importante, manteniendo siempre el más absoluto respeto hacia el personaje de Indy. Y es que el doctor Jones es mucho más veterano que en las anteriores entregas, algo que en todo momento se muestra en el filme, como cuando Indy recuerda una de sus múltiples aventuras con un lacónico «entonces éramos jóvenes».

La segunda similitud proviene de la simbiosis del personaje principal con su acompañante, Mutt Williams, o lo que es lo mismo, su hijo pródigo. No considero este detalle como spoiler, ya que se ha publicitado por activa y por pasiva; tranquilidad, que voy a desvelaros nada importante. Lo que sí os cuento es que Shia LaBeouf, el cual encarna a Mutt, es un auténtico figura y apunta bastante alto, por personalidad, por carisma y por interpretación. Todo un acierto.

Por otro lado, la aparición de Karen Allen repitiendo el papel que le elevó al estrellato en Raiders of the Lost Ark, tampoco desentona para nada dentro de la desenfadada corriente que recorre el guión de principio a fin. Los otros papeles destacados los completan un gesticulante John Hurt, y una villana de categoría, la camaleónica Cate Blanchett.

Aunque la interpretación esté a la altura, no paro de repetirme una y otra vez el gran pelotazo que hubiera sido juntar a los tres Henry Jones en la misma película. Es una lástima, pero el recuerdo y homenaje que se realiza al padre de Indy fue conmovedor; detalles dignos del genio de Spielberg, inconfundibles. En realidad, este filme puede convertirse en muchos de sus pasajes en una verdadera meta-película, donde tampoco van a faltar los guiños a otros personajes del pasado, e incluso, el fugaz regreso de una de las reliquias que más esfuerzo le costó recuperar al hombre del sombrero. Os dejo que descubráis de qué se trata.

El guión de David Koepp, en líneas generales, logra encajar con el espíritu de la saga. La mezcla entre elementos arqueológicos, civilizaciones perdidas y el factor extraterrestre parece funcionar, aunque quizá este último choque a mucha gente, sobre todo porque termina siendo bastante explícito. No faltarán las escenas ‘pasadas de rosca‘, las cuales parecen sacadas de un auténtico videojuego de Aventura gráfica realizado por la clásica LucasArts; la escena de las lianas es un buen ejemplo, pero se lleva la palma aquella donde una nevera juega un elemento crucial. Y eso que advierten a Indy de que las neveras son peligrosas…

La película tiene ritmo, y conjuga escenas de acción, bastante bien resueltas, con otras más pausadas, donde los personajes aprovechan para contarnos un poco más sobre ellos, sobre sus relaciones y lo que han estado haciendo durante los años que nos hemos dejado por el camino. En esta ocasión no hay rastro de nazis, sustituidos por los rusos… creo que no están a la altura, la verdad, los ví muy blanditos, aunque la teniente Spalko (Blanchett) sí convence con su aterradora mirada.

Indy 4

Conclusión

En definitiva, Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull consigue transportarnos al lejano 1989, cuando la búsqueda del Santo Grial consiguió marcar las directrices del género moderno de aventuras, un género que prácticamente pertenece, con todo el derecho, al profesor Jones. Ayer contemplé en la sala de cine a personas de todas las edades, desde niños con sus padres, hasta adolescentes e incluso una pareja de abuelos, equipados con sombrero. Y todos esbozaban un rostro alegre cuando abandonaban la sala.

Pero una vez más, tengo que volver a esa melancolía que inevitablemente te invade cuando ves la escena final, el mítico sombrero arrastrado por el viento y la mirada de cierto personaje hacia dicho objeto. Apenas un puñado de segundos en los que se resumen cuatro películas únicas, exclusivas e irrepetibles.

Retratos del más allá: los peligros de la Polaroid

Shutter

Viernes noche, perfecto momento para cine, película y palomitas, en la mejor compañía posible. Dicho y hecho, la sala en la que entramos esta vez proyectaba Retratos del más allá, remake de la tailandesa Shutter. Tras comprar los tickets telemáticamente, nos asomamos a un filme que enarbolaba con orgullo la vitola de tener idénticos productores que The Ring y La Maldición. Hay que decir que estas dos películas fueron todo un pistoletazo de salida para la corriente de terror japonés que, sinceramente, ya cansa hasta la extenuación. Es muy fácil factorizar este tipo de películas. Veamos: argumento irrelevante o demasiado paranoico, sucesión de desastres y un Pandemonium con un avatar más visto que el tebeo.

Este avatar no es otro que la típica mujer japonesa de tez pálida, cabello negro como la pez, a la vez que largo y desaliñado, y un pijama blanco de guatiné. Reconozco que en The Ring causaba miedito, y que la variante ‘sapo’ de La Maldición se introdujo en mis peores pesadillas, sobre todo en aquella magistral escena -vista en su segunda entrega- donde la infeliz víctima miraba debajo de su sábana y encontraba allí a la insidiosa criatura. Joder, eso no vale, que nuestra cama se supone que siempre vale como «lugar seguro».

Total, que habrá que regresar a Retratos del más allá. Como no podía ser de otra forma, la raíz del mal parece que ha criado en una aparición con el aspecto que todos imaginamos. Una pareja recién casada viaja a Tokyo por motivos laborales, y comienzan a ver extrañas formas en las fotos que realizan. Para colmo, el tío es fotógrafo de profesión. Eso es mala suerte. Pues nada, que habrá que tirar del hilo para saber de dónde provienen los sucesos paranormales. La chica (Rachael Taylor) es la que lleva la iniciativa, seguramente porque su marido (Joshua Jackson) tenga algo más que decir en la historia. Por cierto, que el Joshua este es clavado al protagonista de Dead Rising. A ver si se animan a llevar el juego al cine, y que no me lea Uwe Boll.

Sólo voy a destacar un par de minutos de la película: el protagonista se queda completamente a oscuras y su cámara se vuelve loca, tirando flashes a diestro y siniestro. La toma resulta hipnótica, vislumbrando cómo la espíritu se va acercando al desdichado fotógrafo. Y poco más. Lo que vemos en la película es una sucesión de «clichés de terror japo» a los que ya hemos asistido millones de veces. Los giros argumentales son totalmente previsibles, los sustos en los que se sube intencionadamente el volumen ya huelen… En fin, que no dudo que Iker Jiménez patrocinase encantado la película y mandara a analizar las Polaroid utilizadas, pero lo cierto es que os recomiendo encarecidamente que paséis de ella. El mayor miedo que pasaréis será al pagar las entradas…