Tras jugar un par de horas a la campaña de Far Cry 4, llegará la hora de afrontar la primera decisión importante con la que Ubisoft Montreal nos pondrá a prueba. ¿Planificar todos nuestros movimientos o correr en pos de conseguir tu objetivo sin valorar posibles efectos colaterales? Dependiendo de si escogemos las misiones de Amita o de Sabal, la historia se ramificará recorriendo un conjunto distinto de misiones en cada decisión. Este valioso componente de rejugabilidad en el modo principal de Far Cry 4 se convertirá a la postre en la mayor diferencia que presente el juego respecto a su predecesor.
Ciertamente, Far Cry 3 tuvo unos excelentes resultados, prácticamente impensables para sus creadores. Hace unos años, Ubisoft echó el resto en la segunda entrega de la franquicia, con un despliegue publicitario brutal que luego no tuvo una correspondencia acorde en lo que respecta a las críticas cosechadas por el juego. Sin embargo, en 2012 llegó Far Cry 3 y lo hizo prácticamente de puntillas, un poco eclipsado por la marca estrella de la compañía –Assassin’s Creed-, obteniendo análisis que aclamaban al juego como un auténtico pelotazo.
Así, las señas de identidad de Far Cry 4 son un fiel reflejo del anterior juego. Aunque el entorno selvático y tropical haya dejado su lugar a Kyrat, un emplazamiento frío, ventoso y plagado de montañas, el desarrollo jugable seguirá exigiéndonos asaltar fortalezas, evolucionar al personaje mediante acumulación de experiencia, sufrir la constante amenaza del carismático némesis del juego, desbloquear puntos elevados en el mapa al más puro estilo de las atalayas de Assassin’s Creed o interactuar con todo tipo de animales que resultarán tanto una amenaza como una importante baza que utilizar a nuestro favor. El componente aleatorio también es el pan de cada día en Far Cry 4, algo que refuerza la sensación de que podemos toparnos con eventos inesperados en cada partida. Un punto de apoyo capital para vencer a la monotonía, el gran enemigo de todo sandbox que se precie.
El puntito de locura que toma el protagonismo del juego en determinadas ocasiones le hace mucho bien al conjunto del juego. Son momentos como los que se producen al pilotar el rudimentario helicóptero monoplaza con el que podremos irrumpir, a saco y por sorpresa, justo en medio de un emplazamiento enemigo; mejor aún, dominar a un gigantesco e imponente elefante y liarnos a trompadas -nunca mejor utilizada esta expresión- con todo lo que se mueva. Un aderezo jugable de Far Cry 4 que me gustaría destacar serían las misiones de liberación de rehenes, en las que se exige ser lo más silencioso posible para que culmine con éxito nuestra tarea. La implementación del sigilo está bastante bien resuelta, aunque se nota que a veces la inteligencia artificial enemiga se anquilosa demasiado.
Otra de las incorporaciones al núcleo jugable de esta cuarta entrega de Far Cry vienen simbolizadas por una serie de puntos de karma que el jugador podrá gastar llamando a soldados aliados, los cuales podrán recibir órdenes básicas por parte nuestra, otorgándonos apoyo en la consecución de objetivos. Además, esto propicia la apertura de puertas al modo cooperativo online; así, podremos solicitar el refuerzo de algún jugador que se encuentre conectado en el juego en esos momentos, o al contrario, ofreciéndonos como apoyo para cualquiera que lo solicite. La idea está bastante bien, pero lo cierto es que queda algo incompleta, ya que sólo podremos abarcar las misiones repartidas por el mapa, quedando fuera aquellas que forman parte de la historia principal de la campaña de Kyrat. Por cierto, Far Cry 4 también incluye varios modos multijugador competitivos; son bastante básicos, pero lo realmente curioso de esta modalidad reside en las habilidades de los dos equipos a escoger; mezclar conducción de vehículos con la maestría de montar elefantes o planear con el traje alado asegura mucha más diversión de la que uno podría prever en un título tan enfocado al modo campaña como el presente.
Con respecto a la tecnología empleada, el engine gráfico del juego logra dar el do de pecho a la hora de desplegar los vastos escenarios de Kyrat, con una notable distancia de dibujado y una utilización de tonalidades de color que lo acercan en ocasiones al fotorrealismo. Por contra, tal sensación de categoría visual se ve rebajada cuando vemos ciertas animaciones en los personajes y en algunos animales, recordándome en demasía a lo que ya vimos en Far Cry 2, un título que ya cumple más de seis añitos.
Marcado por su carácter continuista, Far Cry 4 exhibe bastante habilidad por parte de Ubisoft Montreal para sacarse de la manga escenarios, personajes y situaciones nuevas que enmascaran una serie de fundamentos básicos que nos resultarán tremendamente familiares si disfrutamos la tercera entrega de la saga. Hay dos o tres detalles novedosos e interesantes, a la par que opciones online realmente jugosas, contribuyendo a diluir el efecto «esto ya lo he visto yo» de los primeros instantes de juego. Una experiencia de juego tan disfrutable como duradera.