Durante el periplo llevado a cabo hace unas semanas por RetroMadrid 2014, estuve investigando de forma concienzuda entre los diferentes stands situados a lo largo de la nave 16 de Matadero en pos de hallar alguna que otra joya que poder agregar a mi colección de videojuegos.
Esta aventura fue de lo más entretenida; intrincados fueron los caminos que delimitaban los puestos, plagados de afilados obstáculos en forma de precios inflados por la terrible especulación que asola al universo del coleccionismo de videojuegos. De pronto, un Super Mario World salvaje aparece entre la maleza. El brillo producido al reverberar la luz artificial de la nave sobre la flamante caja de cartón de la pieza me hace entrecerrar los párpados, mientras que me dispongo a arrojar los dados en una tirada virtual en la que cuentan mis puntos de habilidad especial: ‘Búsqueda en mercadillos‘. Saco la tirada, pero por los pelos. Y ocurre lo inesperado.
Y lo inesperado, al menos por mí, pobre incauto, es que la unidad que acabo de adquirir por veinticinco euros se almacena en una reproducción de caja original de Super Nintendo, o de forma abreviada, como es conocido este tipo de artículos en el mundillo, compré una repro. En mitad de la vorágine del evento, con decenas de stands a los que visitar y cosas que hacer, no me dí cuenta de este pequeño detalle. Fue al llegar a casa cuando me dí cuenta de que había algo raro; bastaba con examinar tranquilamente las características de la caja, y realizar comparaciones con otros juegos del Cerebro de la Bestia.
Repro Super Nintendo vs Original Super Nintendo
Ya puestos, consulté con algunos colegas, tanto en persona como a través de la página de Facebook, para que expusieran su opinión acerca del producto que había adquirido; paralelamente, intenté localizar información por Internet sobre este tema, y la verdad que existe una buena cantidad de datos que logran arrojar luz sobre el asunto -este hilo de beta-zero.com es de lo mejorcito que encontré-; procederé brevemente a compartirlas con el público lector del presente artículo, confiando en que les sea de utilidad en sus propias búsquedas de material coleccionista.
Una de las características más pronunciadas en una reproducción suele ser su brillo. Aunque el cartón utilizado para la caja no sea mediocre, no nos costará demasiado atisbar el brillo propio que deja una impresión de tinta sobre dicha cartulina. Evidentemente, es muy probable que nos encontremos ante un trabajo de calidad, pero aún así, este particular reflejo de la luz va a contrastar con el acabado eminentemente mate que destilaban las cajas originales de Super Nintendo.
Continuando con el cartón exterior, os aconsejo darle la vuelta a la caja y que os fijéis en los pantallazos impresos del juego junto a los párrafos descriptivos que lo acompañan. ¿Por qué digo esto? Pues resulta que hay una buena probabilidad que dichas capturas de pantalla aparezcan más pixeladas de lo normal, o más aún, borrosas, alejadas de la nitidez que podríamos esperar.
Un detalle más que podemos observar en la cara externa del asunto. Y no es cualquier cosa: el famoso sello de calidad de Nintendo. Este logo nos suena bastante, ¿verdad? El Seal of Quality acostumbra a aparecer en las carcasas de los juegos de la compañía de Kyoto desde los tiempos de la NES. En el caso de Super Nintendo, las cajas lucían este círculo estrellado de color dorado, y su destello ‘metálico‘ no ofrece dudas; si vemos la impresión de tinta de una réplica, notaremos que carece de este brillo.
Para terminar con este particular ejercicio de «Busca las siete diferencias«, echadle un vistazo al interior del cartón. Un elevadísimo porcentaje de cajas originales de Super Nintendo poseen un interior de tono grisáceo, mientras que es muy posible que si estamos ante una repro nos topemos con una blancura que nos recordará a las cartulinas que en ocasiones hemos utilizado para realizar trabajos manuales.
Réplicas de obras de arte
Para concluir con este tema, voy a ser sincero: es factible que os cuelen gato por liebre aún siguiendo todas las indicaciones que os he redactado en el presente artículo. Será más complicado que os confundan, pero todo puede ocurrir, más si os encontráis en un mercadillo en el que hay mucha gente y poco tiempo para decidir.
Aún con todo, estoy dispuesto a romper una lanza a favor de adquirir reproducciones. Mi fundamento se basa en la preservación de este tipo de material, sobre todo si no tenemos posiblidad de alcanzar los elevados e inflados valores que alcanza el material original por culpa de la triste especulación del mundillo. ¿Cuál es la clave de todo esto? Ni más ni menos que tener claro qué estamos comprando; que el vendedor nos informe de forma clara y sincera de si nos está vendiendo una obra de arte original o una réplica. De este modo, sabremos lo que hacemos con nuestro dinero. Todo lo que no sea eso es intentar engañar al entusiasmado coleccionista.
Magnífica la comparación con respecto a las reproducciones de las obras de arte. Porque al final, estas «repro» no dejan de ser eso… obras de arte reproducidas.
Después de leer el post me ha dado la impresión de que estás muy «tranquilo» después de la que te han colado. Y es que no son solo los 25 euros (que también) sino el hecho de que te hayan engañado.
A mí me ocurrió algo así, pero en una compra a través de eBay. Y también fue una experiencia frustrante, porque incluso intenté contactar con eBay y con Nintendo para que tomaran cartas en el asunto pero ni les interesó. Supongo que eBay muy contenta de cobrar comisiones y Nintendo, pues no sé muy bien a qué juega Nintendo. El caso es que, por lo menos, recuperé mi dinero.
Un saludo.