No hace falta ser un Einstein para llegar a la conclusión de que el nuevo Medal of Honor de EA llega para tratar de comerse un trozo de esa tarta que tan ricamente alimenta a Activision con los Call of Duty. Es obvio que los fans de los juegos de acción en primera persona -y más aún los aficionados a lo bélico- estarán de enhorabuena ante la llegada de un nuevo representante del género, pero también es evidente que, en términos de competencia, la diferencia de calidad entre distintos títulos bien puede determinar el que el usuario opte por el presente título o apueste sobre seguro con Call of Duty: Black Ops. El caso es que EA le ha echado arrestos al asunto, y por ver está si la jugada les da resultado.
Para empezar, y como muchos de vosotros ya sabréis, este Medal of Honor sitúa la acción en territorio afgano, enfundándonos las botas de los operativos de élite TIER 1. Y aquí acaban las diferencias con respecto a cualquier juego de acción en primera persona de temática bélica, asimilando muchos, muchísimos de los conceptos plantados por Infinity Ward en los celebrados Modern Warfare. Y ese es uno de los grandes logros de Medal of Honor y, a su vez, su mayor defecto.
El logro es que los programadores de Danger Close han conseguido plasmar una campaña de lo más trepidante, que si bien empieza bastante floja, termina cogiendo fuerza hasta llegar al sensacional culmen de las últimas fases. El ritmo es algo más calmado y menos machacón que el visto en cualquiera de los Call of Duty, y se muestra ciertamente jugable al manejarse la acción de forma bastante potable. Únicamente te le puede achacar el lastre que supone enfrentarse a unos enemigos un tanto lelos, muchas veces incapaces de darse cuenta de que estás al lado cuchillo en ristre. Por esto mismo disfrutaremos más si colocamos la campaña en los modos más difíciles.
Por su parte, el gran defecto de la campaña de Medal of Honor con respecto a su distinguida competencia es que, en verdad, no ofrece nada que Modern Warfare no nos haya ofrecido hasta ahora. Es más, a pesar de estar adornado con la penúltima generación del siempre vistoso Unreal Engine, el espectáculo pirotécnico y en ocasiones fotorrealista de Modern Warfare brilla por su ausencia. Lo contrario hubiera justificado de alguna manera el que el juego se mueva a treinta imágenes por segundo con respecto a las sesenta de su rival… pero no, no se da el caso.
De todas maneras, que nadie se lleve al engaño. Medal of Honor cumple de sobra con todo aquello que se le puede pedir a un buen juego de acción en primera persona. Una vez avanzadas esas anodinas primeras misiones, nos toparemos con una campaña digna de ser catada, donde atravesaremos áridos y hermosos escenarios mientras disparamos, conducimos, rescatamos rehenes y hacemos volar cosas desde nuestro helicóptero… todo ello acompañado de una banda sonora al más puro estilo “Black Hawk Down” que, junto a los excelentes fx, hará las delicias de todos aquellos que dispongan de un buen equipo de sonido.
Por supuesto que no podemos dejar el tema del multijugador, matiz que al final terminará convirtiéndose en el eje central del programa. El hecho de que lo desarrollara un equipo totalmente distinto del responsable de la campaña habla mucho acerca de la nomenclatura “encargo” que bien puede atribuírsele al trabajo detrás de este juego… pero en la Electronic Arts de hoy día saben muy bien lo que se hace. Y es que el tener a la gente de DICE tras las opciones online es de sabios, demonios.
¿Y qué os puedo contar del multi? Pues que, al contrario que con la campaña, Medal of Honor es ciertamente distinto del multijugador de Modern Warfare. Como mandan los cánones, DICE ha sido fiel a su estilo, retratando la mecánica Battlefield sobre los livianos parámetros dictados por el modo campaña, hasta el punto de que se cambia el motor gráfico (el eficaz y “destructivo“ Frostbyte) y, por raro que resulte, el estilo visual. El resultado se deja entrever en una serie de completas refriegas con bastantes reminiscencias a los Bad Company, algo que, desde luego, no es en malo, sino todo lo contrario. Eso sí, por ello da la sensación de que en EA han tirado piedras sobre su propio tejado… pero diantres, os puedo asegurar que no por ello voy a dejar de jugar a uno u a otro.
Conclusión
Hice bien en confiar en mi intuición y no juzgar al juego por un par de misiones un tanto sosas. La campaña de Medal of Honor es bastante divertida, con unos pocos momentos dignos de mención. Su único defecto, aparte del hecho de que no llega a los excelsos niveles en diseño y planta audiovisual de los Modern Warfare, es su cortísima duración, ya que se nos pasará en un respiro. Es por ello que el multijugador de este programa vale su peso en oro, porque aparte de alargarle la vida útil, resulta ser una nueva muestra del mágico toque de DICE a la hora de encandilar a los jugones más belicosos a través de la red de redes.
Análisis: Spidey