Blue Castle Games tenía una delicada misión que cumplir: mantener el altísimo nivel que exhibiera el primer Dead Rising, dícese de uno de los juegos que, cuando salió para Xbox 360 hace ya la friolera de cuatro años, tuvo el honor de ser considerado uno de los primeros exponentes reales de la presente generación, un juego capaz de convencernos de que estábamos ante un sistema de videojuegos mucho más potente que su predecesora.
Aunque ha pasado bastante tiempo, la línea a seguir para desarrollar este Dead Rising 2 ha sido, por lo general, continuista. La historia, de facto, es una prolongación de los hechos acaecidos en el centro comercial de Willamette, donde el bueno de Frank West tuvo oportunidad de hacerse unos cuantos álbumes de fotos con zombies en variadas y sonrojantes posturas.
Dead Rising 2 nos pone -esta vez también para PS3 y PC– en la piel de Chuck Greene, que jugará unos cuantos roles: concursante de Terror is Reality (un espectáculo tipo Gladiadores Americanos pero con los zombies de por medio), padre protector de una hija que necesita antídoto cada veinticuatro horas si no quiere verse echando currículums para participar en la próxima peli de George Romero, y buena gente en general, cuando trate de salvar a unos cuantos humanos que aún quedan por las inmediaciones de Fortune City, la ciudad en la que se desarrolla el juego.
Puestos en materia, la mecánica es severamente similar a la de la primera entrega. Recibimos misiones vía walkie, con el tiempo jugando siempre en nuestra contra, y con la obligación de atender al hilo principal de la historia si no queremos ver el bonito cartel de Game Over. En este sentido hay que decir que Blue Castle ha rebajado -con excelente criterio la dificultad un poco, permitiéndonos algo más de margen de maniobra para completar tareas secundarias, y habilitando un mayor número de retretes equipados con la posibilidad de grabar la partida.
Ojo, he dicho sólo un poco: el título sigue siendo un reto brutal, pero algo hemos ganado. Como también ganamos en que los supervivientes que se unan a la causa sean bastante más espabilados y nos echen un cable quitándonos zombies a diestro y siniestro. Esto por regla general, puesto que también habrá hueco para ancianitas despreocupadas que llevar en brazos hasta el refugio más próximo. Blue Castle no ha sido tan benévola en cuanto a repartir Final Bosses de la raza psicópata, duros escollos que superar para el imperturbable Greene, al que por cierto me recuerda bastante a Liam Neeson -¿a alguien más?-.
Como es lógico, uno de los grandes alicientes de la primera entrega no sólo permanece, sino que se ve potenciado de manera ingeniosa: utilizar cualquier elemento del escenario como arma, y más aún, combinarlas en las zonas de mantenimiento para crear artilugios tan bizarros como un helicóptero teledirigido armado con cuchillas, o un remedo de sable láser que nos arrancarán más de una sonrisa. El tema de ir ganando dinero para comprar items se reducirá a la salvadora posibilidad de comprar el Zombrex, imprescindible para seguir manteniendo a la hija de Chuck con vida.
Una de las novedades del juego es la expansión de su metodología jugable al multijugador. Por un lado, el inevitable cooperativo se acopla como un guante a la vorágine de destripar zombies, aunque chirrían un par de cosas: que el segundo jugador no pueda guardarse el avance de la historia, y que además sea un puñetero clon de Chuck. Por otro lado, el multijugador competitivo nos permitirá echar unas cuantas partidas con otros tres colegas y participar en pruebas aleatorias del Terror is Reality. No será lo que más juguemos en Dead Rising 2, pero echaremos un rato divertido.
Gráficamente, nos encontramos ante un aspecto extremadamente parecido al de Dead Rising, aunque da la impresión de que se ven incluso mayor número de zombies de manera simultánea, en plan Record Guiness. Algunos dicen que, salvo el personaje principal y algunos secundarios, el nivel de texturas de los modelos no es nada del otro mundo. Yo digo que es perfectamente comprensible, dada la masiva afluencia de peña; menos comprensible es, en este caso, la aparición de ralentizaciones ocasionales, ciertamente molesto.
Y a nivel jugable, qué decir… la diversión del primero permanece, y se ve incrementada con las tres pinceladas que se le han dado a las líneas maestras del juego; la fórmula, evidentemente, funciona a las mil maravillas. Si ahora podemos crearnos nuestras propias armas, si ahora somos capaces de jugar online de forma cooperativa con un colega y aplastar el doble de zombies, y si ahora tenemos un poco más de tiempo para hacerles perrerías a nuestros no-muertos amigos… ¿Qué nos queda?
Pues una apuesta sobre seguro. Eso sí, en la tercera entrega -que me apuesto lo que sea a que la hay- seguramente se le exija más innovación. Mientras tanto, Dead Rising 2 os ofrece un tiempo de juego altísimo gracias a su rejugable planteamiento. Ah: conste que estoy en contra de los DLC que deberían estar dentro del juego. Y los Case Zero / Case West así me lo parecen.
Interesante review. Desde luego es un juego muy a tener en cuenta si se jugó al primero, como es mi caso. Espero poder echar unas cuantas horas en el futuro a este juego, porque creo que lo merece.